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La crisis del euro | Nueva cumbre europea

La UE estudia potenciar el fondo de rescate para comprar deuda griega

La eurozona planea bajar los intereses de las ayudas en la cumbre del jueves

Andreu Missé

Año y medio después, la crisis griega se ha llevado por delante a Irlanda y Portugal y amenaza ya a dos de los grandes países de la eurozona: Italia y España. Europa sigue encallada en debates estériles sobre la participación del sector privado en las reestructuraciones de deuda. Y la banca se suma a las alertas, con unas pruebas de solvencia muy discutidas que el pasado viernes dejaron ocho suspensos (cinco de ellos en España) y la sensación de que cualquier cosa puede pasar a partir de mañana en los mercados. La tensión fuerza a Europa a dar un paso al frente: la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del jueves se adivina trascendental, hasta el punto de que en Bruselas se baraja lanzar dos novedades. Tras el fracaso de las últimas reuniones, la eurozona debatirá la reducción de los tipos de interés que pagan los países rescatados por las ayudas y, sobre todo, la forma de aumentar el potencial del fondo de rescate europeo, con la posibilidad de que intervenga directamente en los mercados con la compra de bonos, o a través de préstamos a Atenas de forma que sea el Tesoro griego quien intervenga.

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El objetivo es aliviar la situación de Grecia, que raya la suspensión de pagos. Pero el mismo euro está en peligro y aboca a la UE a alcanzar un acuerdo sin dilación: los trabajos iniciados por el Eurogrupo apuntan a que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) emplee parte de sus recursos -440.000 millones- para ayudar a Grecia con el peso que supone una deuda del 160% del PIB, que le impide recuperarse. La UE quiere neutralizar las especulaciones de analistas e inversores que solo ven como solución un impago de la deuda.

El ministro de Finanzas de Italia, Giulio Tremonti, ha lanzado un intencionado aviso para navegantes al comparar la crisis de la zona euro con el Titanic, en el que "ni siquiera los pasajeros de primera clase pudieron salvarse". Esta vez puede que Berlín recoja el guante: las recientes sacudidas que han sufrido España e Italia han causado la suficiente alarma en Alemania como para comprender que ese mayor potencial del FEEF puede ser el botón nuclear que resuelva la crisis del euro.

La primera medida que se baraja consistirá es abaratar los préstamos bilaterales concedidos a Grecia -y probablemente a Portugal e Irlanda- por parte de 15 Estados del euro en mayo de 2010 y alargar sus plazos de vencimiento. Portugal, por ejemplo, podría recibir una rebaja de 100 puntos básicos (1%) del tipo de interés que pagan actualmente a la UE, superior al 5,5%. "Grecia no puede pagar más por los préstamos bilaterales que le conceden sus socios que por los del Banco Europeo de Inversiones (BEI)", señala un alto funcionario comunitario.

La segunda medida es emplear los fondos del FEEF para recomprar una parte importante de la deuda griega. Eso supondría una reducción significativa del brutal coste de su financiación, que asfixia al Gobierno de Atenas. El coste de los intereses representa actualmente el 14% del gasto público griego, más del doble de la media europea. El FEEF podría rebajar el coste de los préstamos a Atenas a cerca del 3%, frente al 4,2% acordado en la rebaja que ya se aplicó el pasado marzo. La recompra de títulos podría hacerse directamente o concediendo préstamos a Atenas para que el Gobierno organizara la operación de recompra. Hasta ahora, solo el BCE ha protagonizado operaciones similares, con la compra de deuda de los países con problemas directamente en el mercado, lo que le ha granjeado fuertes críticas desde Alemania.

"Hay que dejar a Grecia con una deuda sostenible", señala un alto funcionario europeo, por lo que "es necesario un operador que reduzca su deuda". El instrumento más idóneo parece ser el FEEF. Pero para su utilización serán necesarios cambios legales.

La UE ha perdido casi tres meses en un debate estéril sobre los efectos de la contribución de los bancos en el segundo rescate de Grecia. Desde el pasado mayo, Alemania, respaldada por Holanda, Finlandia y Austria, viene insistiendo en que sólo participará en un segundo plan de ayuda si la banca paga parte de la factura. Esa exigencia de Berlín podría implicar un cambio de las condiciones de los préstamos y ser considerada como impago por las agencias de calificación.

Ante esta eventualidad, el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, conocedor de la fragilidad del sistema bancario europeo, ha rechazado sistemáticamente cualquier iniciativa que pueda ser considerada impago ante la posibilidad de que el contagio acabe provocando una crisis peor que la de Lehman Brothers. La UE baraja la posibilidad de que las agencias no califiquen a los países que se encuentran bajo planes de ayuda y sometidos por tanto a la estrecha vigilancia del BCE, la Comisión Europea y el FMI. En ese sentido, se considera significativa la decisión del BCE de aceptar bonos portugueses como garantía pese a la drástica rebaja de Moody's, aunque en medios portugueses se criticó la lentitud del BCE en la adopción de esta medida.

Europa quiere ahora alejar el fantasma de una suspensión de pagos o cualquier forma de reestructuración en Atenas. Para ello, debe buscar una fórmula "que permita a Grecia volver al crecimiento con una solución que sea creíble para los mercados", según una fuente conocedora de las negociaciones. La cumbre de Bruselas es la próxima parada en esa larga e intensa búsqueda.

Jean Claude Trichet, presidente del BCE, a la izquierda, conversa con Evangelos Venizelos, ministro griego de Economía.
Jean Claude Trichet, presidente del BCE, a la izquierda, conversa con Evangelos Venizelos, ministro griego de Economía.OLIVIER HOSLET (EFE)

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