La danza del matador en el glaciar
"No es que tengan miedo, es que no tienen piernas", sentenció el viejo Ferretti, sabio, la víspera, cuando el Grossglöckner no era aún más que una sombra, una silueta grisácea con copete blanco al otro lado de la frontera, antes, mucho antes, de que Contador se pusiera de pie sobre los pedales para danzar, de nuevo, ágil, ligero, hermoso, a la luz del glaciar bajo la fina lluvia.