_
_
_
_
_
Reportaje:FÚTBOL | Un maratón de clásicos

Messi mejora a Messi

El argentino, que nunca ha marcado contra Mourinho, ha intervenido en 11 de los 20 goles que el Barça le ha marcado al Madrid en los últimos cinco partidos

Engullidos todos los adjetivos, Leo Messi se sigue superando a sí mismo, empeñado en convertir un equipo magnífico en algo monumental. Leo cada vez juega mejor y ya no es necesario siquiera que marque goles, cosa que, en cualquier caso, sigue haciendo con voraz apetito. Ya no importa cuántos mete y cómo lo hace. Sin ir más lejos, su último gol en Donetsk, el número 48 en lo que va de curso, simboliza perfectamente esa sensación. En el Donbass Arena parecía silbar mientras, otra vez, maravillaba por simple. Ya lo dice Guardiola: "Ha convertido en habitual lo extraordinario y parece que ya nada sorprende".

La nueva versión de Messi sigue generando goles como churros, porque pervive el egoísmo y el placer del goleador, pero al mismo tiempo regatea mejor, combina como nunca y ha mejorado tanto su criterio al intervenir que practica un descanso activo durante los partidos. Así que alcanza a jugar más que ninguna otra temporada. Y, claro, más juega, más la lía.

Nada identifica mejor a los azulgrana que el estado de las piernas del delantero
Más información
Ansias por el remate
Puyol vuelve a una convocatoria
El mutismo de Mourinho
"Si no somos ambiciosos nos pasarán por encima"

Rotas las comparaciones, Messi es todo lo visto en el pasado comprimido en un solo futbolista cuyo futuro no se alcanza a adivinar: demoledor como Puskas o Samitier, elegante como Cruyff, inacabable como Di Stéfano, genial y trascendente como todos ellos, a los 23 años es difícil adivinarle el techo. Messi es Messi y se mejora a cada paso que da desde la más absoluta naturalidad porque no tiene mejor objetivo que disfrutar. Y normalmente, cuando eso ocurre, su equipo gana. "Se enfurruñaba cuando no marcaba, pero eso ya no sucede. Ahora sabe que su aportación al equipo va más allá de ese detalle", admiten en el cuerpo técnico.

En esas, vuelve Messi en un campo que le resulta especial y no lo niega. "El Camp Nou", sostuvo el delantero de Rosario cuando el periodista le preguntó por su campo favorito. "Y el de Ñuls (Newells Old Boys), por lo que representó para mí", añadió al recordar sus sueños de niño, de muy niño, de antes de aterrizar en Barcelona. "Y de ahora, el Bernabéu", dijo el mismo día, hará un año, durante una charla en Abu Dabi la víspera de marcar un gol con el corazón en el Mundial de clubes, recién reinventada su historia como falso delantero centro, a punto de convertir al Barcelona en el mejor equipo del mundo. No le pegó de cabeza, según dijo, por asegurar el remate. "¿Cómo se le pudo ocurrir?", sigue preguntándose Xavi, que solo atina a encontrar una respuesta: "Es el mejor".

Messi creció jugando donde quiso, se amoldó a la banda cuando Rijkaard le dio bola en el primer equipo, y jugó de 9 con Guardiola hasta que, dándole una vuelta de tuerca al invento, le invitó a esconderse en tierra de nadie, convencido de que no tenía sentido encajonar el espíritu. Desde entonces, pica La Pulga por donde quiere, barriendo el juego de ataque de manera periférica.

A estas alturas, nada identifica mejor al Barcelona que el estado de las piernas de Messi, a quien se le supone una cabeza tan limpia y predispuesta a disfrutar. Se da por hecho que nada le hace más feliz que seguir jugando y hacer jugar, algo que tranquiliza a Guardiola, consciente de que mientras Leo disfrute, al Barcelona le queda margen de mejora.

"Le vemos feliz", advierten sus compañeros, que avisan: "En los entrenamientos es aún peor, así que nada de lo que hace en el campo puede sorprendernos". Imparable, lleva 48 goles en los 45 partidos que ha jugado este año. Poco importa si sigue empatado con Zarra (48 la temporada 1950-51 si se suman los de la Copa Duarte) o si todavía le ganan Puskas (si le cuentan los dos que marcó en la Intercontinental en 1960). En el fondo, a Leo le da igual: lleva 175 goles en su carrera (117 en Liga, 34 en Champions, 17 en Copa del Rey, cinco en la Supercopa de España y dos en el Mundial de clubes, suma nueve tripletes y 36 dobletes).

En los últimos 99 partidos ha marcado 95 goles, participa por activa y por pasiva —ha marcado siete goles y dado cuatro asistencias de los últimos 20 tantos que el Barcelona ha marcado al Madrid— y aparece en el 55% de los goles del equipo aunque nunca, ni contra el Chelsea, el Inter ni esta misma temporada contra el Madrid, el día del 5-0, haya sido capaz de marcar un gol con el portugués como entrenador rival.

Messi trata de controlar un balón en un partido de Liga con el Barcelona.
Messi trata de controlar un balón en un partido de Liga con el Barcelona.JOSEP LAGO (AFP)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_