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La crisis del euro

Alegría entre los bancos y malestar sindical tras la petición de ayuda

La Comisión y el BCE negociarán en Lisboa los términos concretos

Los bancos respiran y los sindicatos anuncian huelgas. Portugal ha recibido con división de opiniones la petición de ayuda financiera a sus socios europeos, y con el sentimiento unánime de que las condiciones del rescate serán duras. El Gobierno se disponía ayer a solicitar formalmente el rescate, según declaró el ministro de la Presidencia, Pedro Silva Pereira, después de una reunión del Consejo de Ministros. El portavoz gubernamental subrayó que la Comisión Europea está en condiciones de enviar a Lisboa una delegación conjunta con el Banco Central Europeo (BCE) para iniciar un diálogo sobre los términos concretos de la ayuda.

La presión de los bancos, que cortaron el crédito al Estado, fue determinante en el anuncio del primer ministro, José Sócrates, reacio hasta última hora a pedir la intervención exterior. El presidente de la Asociación Portuguesa de Bancos (APB), António de Sousa, confirmó ayer que el Banco Central Europeo (BCE), dio "instrucciones claras" a las entidades portuguesas de reducir su sobreexposición a la deuda pública. El martes pasado trascendió la noticia de que los presidentes de los grandes bancos comunicaron al gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, que no estaban en condiciones de financiar más al Estado a través de la compra de deuda pública. La situación era de alto riesgo.

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El ministro de Finanzas, Fernando Teixeira dos Santos, y el jefe de Gobierno recibieron el mismo mensaje. El día siguiente, miércoles, Sócrates anunció al país que Portugal pediría ayuda. "Estoy firmemente convencido que, evaluadas todas las alternativas y después de todos los contactos que he mantenido, la situación empeoraría más si no se hiciera nada", dijo con el mayor énfasis. "No tomar esta decisión implicaría riesgos que la nación no debe correr", añadió. El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, reconoció que animó al Gobierno portugués a pedir el rescate.

Los bancos lusos tenían en enero más de 18.000 millones de euros invertidos en títulos de deuda soberana. Los cinco grandes, Caixa Geral de Depósitos (público), BCP, Banco Espirito Santo, BPI y Santander Totta concentraban el 74% de la exposición total. En sus carteras había 14.000 millones de euros en bonos de deuda de corto y largo plazo. "La petición de ayuda es el primer paso de Portugal para tratar de resolver el problema, porque el modelo en vigor estaba agotado", señaló António de Sousa.

El respiro del sector financiero portugués se sintió en la Bolsa, donde los bancos registraron una subida del orden del 5%. El BES y el BCP estuvieron entre los que mejores resultados obtuvieron en Europa, según el índice de Bloomberg. Al cierre de la sesión, los mayores bancos portugueses ganaron 347 millones de euros, una cifra que, según los analistas, tiene que ver con el anuncio de la petición del rescate. El diario británico Financial Times resumía gráficamente el alivio del sector financiero con el elocuente título de su editorial: Bancos 1, Portugal 0.

En contraposición a la reacción positiva de la Bolsa, los mercados mantuvieron la presión. Los tipos de los bonos portugueses a 10 años llegaron a negociarse al 8,563%, por encima del 8,538% del miércoles. Las condiciones en el mercado secundario empeoraron para todos los títulos, sobre todo para los vencimientos a tres, cinco, seis y siete años, que superaron el 9% de interés.

En Portugal no todos celebran la decisión del Gobierno. La Federación Nacional de Sindicatos de la Función Pública ha convocado una huelga para el 6 de mayo contra las medidas de austeridad y la llegada del FMI. "Es tiempo de luchar", señala un comunicado difundido ayer, contra "la destrucción de la Administración pública". Se trata del primer anuncio de movilización contra las nuevas medidas de ajuste que implicará el programa a negociar con la UE y el FMI.

Los portugueses, según la primera encuesta publicada ayer por el Diário de Notícias, están divididos sobre la conveniencia de pedir ayuda externa. El 39% de los consultados, lógicamente antes del anuncio de Sócrates, dijeron que "es la mejor solución". El mismo porcentaje opina que "es mejor no pedir la intervención del FMI".

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