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Ola de cambio en el mundo árabe

Obama pide contención al rey saudí

La ONU debate la imposición de una zona de exclusión aérea sobre Libia

Antonio Caño

Lidiando con varias crisis simultáneas y en escenarios distintos, EE UU trata de responder a la precaria situación en que se encuentran las fuerzas prodemocracia en Libia al tiempo que pretende frenar la escalada de la represión en Bahréin. En el primer caso, todos los esfuerzos están centrados en el Consejo de Seguridad de la ONU, reunido desde ayer para aprobar la imposición de una zona de exclusión aérea.

Las gestiones en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York avanzaban mucho más lentamente que la ofensiva de Muamar el Gadafi para poner fin a sangre y fuego a la rebelión que hasta hace poco amenazaba con expulsarlo del poder. También iban por detrás de la actuación del régimen de Bahréin para liquidar, igualmente de manera brutal, las protestas que se prolongan desde hace semanas.

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En ambos casos, la reacción norteamericana parece lenta y muy limitada de recursos. En el caso de Libia, se trata de una iniciativa de carácter exclusivamente multilateral, la de unir sus esfuerzos a otros países para sacar adelante una resolución que han presentado Francia, Reino Unido y Líbano y que autoriza al uso de todos los medios necesarios para impedir que los aviones de Gadafi puedan volar.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, pidió ayer en El Cairo que esa resolución sea aprobada "cuanto antes". Es necesario primero vencer las resistencias de China y Rusia, que han mostrado reservas al respecto. La decisión de la Liga Árabe de respaldar la zona de exclusión aérea puede ayudar a superar esas reservas.

EE UU actúa de forma mucho más comprometida en relación a Bahréin. El presidente Barack Obama llamó ayer por teléfono a los reyes de Arabia Saudí y de Bahréin, Abdulah ben Abdelaziz y Hamad ben Isa Al Jalifa, respectivamente, para pedirles "contención" en el uso de la fuerza y advertirles que la mejor manera de resolver los problemas es el diálogo. Arabia Saudí está al frente del destacamento militar que el Consejo de Cooperación del Golfo envió esta semana a Bahréin para ayudar a su Gobierno a hacer frente a las protestas.

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