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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paso decisivo

Desde ayer, a pesar de Moody's, bancos y cajas cuentan con un marco útil para recapitalizarse

La reforma financiera ocupó ayer dos frentes conflictivos. En el primero, la agencia de calificación Moody's rebajó en un peldaño la solvencia de la deuda española, desde AA1 a AA2, con el argumento de que la recapitalización de las cajas de ahorros costará al menos 50.000 millones, más de lo previsto por el Gobierno. Moody's había advertido de posibles rebajas, pero su decisión se antoja inoportuna y beligerante, en cuanto que se anticipaba por unas horas a la presentación del informe sobre la recapitalización elaborado por el Banco de España. En el frente político, el Congreso aprobó el decreto ley de recapitalización de las cajas, que ha suscitado otra polémica sobre las dificultades de las entidades financieras para conseguir un 10% de capital de calidad (si no salen a Bolsa) sobre los activos de riesgo, nivel que muy pocas entidades pueden conseguir.

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La rebaja de Moody's es una prueba más de las informaciones confusas que reciben los inversores en periodos de crisis. La agencia de rating insiste en que la recapitalización de las cajas costará en torno a los 50.000 millones; pero el Banco de España calcula la recapitalización en un máximo de 15.152 millones, con ocho grupos de cajas y cuatro bancos que incumplen los estrictos requisitos de Basilea III adelantados por el Gobierno. Si un analista imparcial compara la calidad de las fuentes de la agencia con las que tiene el Banco de España, enseguida llegará a la conclusión de que es la autoridad monetaria española a la que hay que creer. Quizá por ello, y porque los mercados de inversión están convencidos de que la situación de España, Bélgica e Italia es mejor que la de Grecia, Portugal e Irlanda, la prima de riesgo de la deuda española subió en cuanto se conoció el informe de Moody's, pero fue moderándose después paulatinamente.

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Pero es que, además, las agencias operan de forma procíclica, como una profecía que tiende a autocumplirse. Las firmas de rating navegan a favor de la corriente. En tiempos de euforia reafirman las aventuras financieras y en tiempos de depresión castigan a los mercados o países más afectados. Un análisis como el de Moody's favorece las posiciones cortas contra la deuda española, en lugar de ofrecer una visión más amplia, con efectos neutrales.

Cajas y bancos tienen perfilado su marco de actuación. Las que incumplan los requisitos de capital deberán presentar un plan de recapitalización en 15 días; si salen a Bolsa, opción arriesgada puesto que la situación del mercado de capitales es mala, se les exigirá el 8% de capital bueno; si no lo hacen, la exigencia será del 10%; quien incumpla, pasará por la inyección de capital público. Como una relación de capital tan elevada aumenta la solvencia pero debilita la concesión de créditos, quizá fuera útil ofrecer a otros bancos o cajas la opción de completar las exigencias de capital de las entidades que no lleguen al 8% en el mercado. Esta reestructuración previa evitaría que el control financiero cayera en poder de fondos especulativos que agravarían la sequía crediticia en España.

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