Gerard Mortier siempre es fiel a su libreto. Ni se mueve, ni le mueven. Vaya donde vaya: Bruselas, Salzburgo, el Ruhr, París, Nueva York o, ahora, Madrid. Su edificio creativo en todos estos destinos lo ha levantado siempre sobre tres pilares: una línea coherente, un estilo muy acusado y fidelidad a sus principios.
Corrían los años setenta cuando unos jóvenes cachorros del teatro independiente español se hicieron con una traducción de Woyzeck. El drama, escrito en 1836 por Georg Büchner, que por entonces contaba 22 años, se inspiraba en la vida de un barbero que asesinó a su esposa. Fue juzgado y condenado a muerte.
ÁNGELES GARCÍA | Madrid
Un anticuario de Madrid lleva a la Feria de Maastricht 'El apóstol Santiago y sus discípulos adorando a la Virgen del Pilar' - Su precio estimado es de 4,5 millones