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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Homenaje a Dieter Koniecki

Obligaciones profesionales me impiden asistir al homenaje que el embajador de Alemania ofrece hoy, jueves 3 de marzo, en su residencia de Madrid a Dieter Koniecki con motivo de su 80º aniversario.

La tarea desarrollada por él en América Latina y España desde la Fundación Friedrich Ebert o su contribución a la consolidación de un gran partido socialdemócrata de corte europeo en nuestro país no necesitan ser resaltadas. Su capacidad para alcanzar consensos sin renunciar a lo sustantivo, sus análisis políticos tan profundos como lúcidos fueron igualmente apreciados por la izquierda y por la derecha de este país, por los sindicatos y por el mundo empresarial que se enriquecieron con los miles de seminarios, del más alto nivel científico y académico, que la Fundación Friedrich Ebert impartió en España a lo largo de estos años.

Por su papel en los albores y la consolidación de la democracia en España y por su contribución a la amistad hispano-alemana, estrechando los lazos entre el mundo sindical y el mundo empresarial de ambos países, le fue otorgada por su Majestad el Rey en 1984 la Gran Cruz al Mérito Civil.

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Discreto, dotado de un gran sentido del humor y de vasta cultura, Dieter Koniecki es menos conocido del gran público que la Fundación Ebert. Lingüista, políglota, filósofo, politólogo, discípulo de Willy Brandt, amigo de sus amigos, leal y profundamente generoso, Dieter Koniecki desde su jubilación ha seguido contribuyendo al debate sobre la diversidad cultural o la memoria histórica, las consecuencias de las olas de inmigrantes en todos los rincones del mundo, la cooperación para el desarrollo o la defensa de los derechos humanos. Cuando el presidente Rau le otorgó en 2001 una de las más altas condecoraciones alemanas, Dieter Koniecki deseó que le fuera impuesta en Madrid, para compartirla de algún modo con sus amigos españoles.

Su dedicación profesional no le ha impedido consagrar lo mejor de sí mismo a sus dos hijas, Angélica y Silvia, a su nieta, y a su mujer, Pilar Molina, fundadora de Amnistía Internacional en Zaragoza e impulsora de la Oficina del Gobierno de Aragón en Madrid. Muchas felicidades a un gran amigo de España.

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