Viaje a Argentina
El artículo de Tzvetan Todorov Un viaje a Argentina (EL PAÍS, 7 de diciembre) critica la interpretación predominante en el país acerca de la represión que la dictadura militar ejerció a partir de 1976, que a su juicio oculta la responsabilidad que los grupos armados de extrema izquierda tuvieron en esos años. Sin embargo, creo que su interpretación adolece de la misma miopía histórica que cuestiona. Es verdad que los grupos guerrilleros cometieron crímenes condenables y que muchos de sus dirigentes defendieron posturas y métodos injustificables. Pero comparar ese periodo con lo que sucedió en Camboya y sugerir la posibilidad de que si hubiera triunfado hubiera podido suponer el exterminio de la cuarta parte de la población implica un desconocimiento total de la realidad. Y completar ese disparate con el consuelo de que la represión del ejército solo asesinó al 0,01% de la población invalida cualquier análisis que responda a esa objetividad histórica que el autor reclama.
Por otra parte, Todorov supone que la mayoría de las 30.000 víctimas de la represión eran combatientes que conocían los riesgos que asumían. ¿Sabe Todorov que una gran parte de esas víctimas habían cometido como único delito participar en protestas sindicales, trabajar en un poblado chabolista o defender posturas de izquierda en una cátedra o incluso en un púlpito? Tiene razón Todorov cuando propone no quedarse en el aspecto subjetivo de una memoria que refleja las vivencias del grupo de pertenencia, sino acceder a una historia que aspira a la objetividad y se niega a dividir a la humanidad entre buenos y malos. Pero creo que necesitaría otro viaje a Argentina para aplicar a la realidad esos sabios principios.
