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La investigación del 'caso Polop' descarta el móvil del urbanismo

La Guardia Civil se centra en la vida privada del ex alcalde asesinado

La investigación del caso Polop ha dado un giro radical y ha dejado al descubierto la inconsistencia de las pruebas acumuladas hasta ahora para tratar de esclarecer el asesinato del ex alcalde de ese pueblo de Alicante, Alejandro Ponsoda, muerto a tiros a las puertas de su casa en octubre de 2007. La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) ha abandonado como hipótesis de trabajo el móvil urbanístico y ha retomado el seguimiento de la vida privada del regidor en los meses previos a su muerte.

El aparente fallo en la línea de investigación le ha costado el puesto al capitán que la dirigió y el caso ha sido retomado desde el principio. Seis de las personas detenidas y encarceladas, incluidos los dos supuestos sicarios checos que según las primeras investigaciones pudieron ser los autores materiales del crimen, han sido puestas en libertad con fianza.

El pasado mes de noviembre dos declaraciones echaron por tierra la versión del principal testigo de la acusación, el portero del club Mesalina de Benidorm, donde según las primeras investigaciones se habría fraguado el asesinato. Ambas coincidían en afirmar que el portero no pudo estar presente en la supuesta reunión donde se planeó el crimen de Ponsoda sencillamente porque no trabajaba allí, de acuerdo con el sumario judicial.

El primer informe de la Guardia Civil sobre el asesinato de Ponsoda es del 22 de febrero de 2008, cuatro meses después del crimen, y decanta la investigación hacia el urbanismo local, pero también recoge aspectos de la vida privada de Ponsoda: "Los cambios de actitud observados en el alcalde por las personas de su entorno fueron acompañados de una mayor frecuencia en sus visitas a establecimientos de ambiente gay (...), a la que pasó de acudir dos o tres veces al mes a hacerlo dos o tres veces a la semana o sus viajes a Valencia, en los que se hospedaba en una pensión localizada en la zona homosexual de esa ciudad".

Alejandro Ponsoda estaba tratándose en Valencia de dos enfermedades de transmisión sexual, una de ellas diagnosticada en 1994 y otra en la primavera de 2007. En sus desplazamientos a esa ciudad pernoctaba en una pensión de ambiente homosexual y, durante años, mantuvo contacto con diferentes masajistas que localizaba a través de los anuncios de periódicos. Pero la Guardia Civil descartó la investigación de sus estancias en Valencia, que a veces se alargaban hasta cuatro días, o de las citas y contactos que mantenía en saunas gais de Benidorm, siempre según el sumario. La tarde del mismo día que fue asesinado, Ponsoda acudió a una de ellas para mantener relaciones sexuales con un masajista de origen caribeño. Luego acudió a las ocho de la tarde a una conferencia que se celebró en Polop, antes de trasladarse a su domicilio. La policía interrogó a los trabajadores de la pensión de Valencia, a los responsables de la sauna de Benidorm y a algunos masajistas, pero pronto abandonó la investigación de su vida privada.

A la izquierda, Alejandro Ponsoda. A la derecha, la escena del crimen.
A la izquierda, Alejandro Ponsoda. A la derecha, la escena del crimen.EFE / ROSA FUSTER
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