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PERDONEN QUE NO ME LEVANTE
Columna
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Escribo muy pocas jornadas después de las elecciones autonómicas catalanas, pero el tema que me preocupa tiene largo alcance, pues versa -y, dado el retroceso político que implica, bien podría escribirlo en calderonianos versos, si supiera- acerca de esta condición covadonguense que el Partido Popular ha atribuido a Catalunya y sus votantes. De repente nos hemos convertido en capital de la Reconquista, y los cuatro escaños -poco parece: pero en términos catalanes es mucho obtenidos por la Dama Lanzallamas, en el siglo Alicia Sánchez Camacho, serían los cuatro jinetes que anuncian la gran cabalgada que el PP quiere realizar por las tierras y predios de las Españas que aún no controla y con las que aún no se enriquece, a su manera campechana y con cuentos de Gürtel y Gretel.

Es evidente que, como el finado president Montilla advirtió -tarde y mal en su campaña pre-mortem, "un tsunami conservador recorre Europa". Para suerte de los catalanes, aquí lo más fuerte en derecha que tenemos es un partido tan práctico y sensato como Convergència i Unió, que verdaderamente no es mi taza de té -sería más bien de tila-, pero que lo más que puede hacer en los próximos 24 años de gobierno es lo que ya hizo en las décadas anteriores. Por mucha que sea mi pesadumbre en este momento, las simas más amargas no las produce la victoria de CiU, que son muy convivibles aunque algunos puedan resultar, a veces, irritantes; que tienen valores distintos a los míos, pero que también pueden ser razonables e incluso compasivos. Tengo amigos convergentes que están muy bien, y me alegro por ellos de que hayan ganado.

Otro motivo de preocupación es la deriva del voto más radical hacia la cosa de Laporta (el Gil y Gil de aquí, pasado por la Liga Norte), y hacia el partido xenófobo que, aunque se quedó a las puertas del Parlament, ahí está, incubando el huevo de su serpiente. Sin embargo, lo que más me duele es que Catalunya sea utilizada en adelante -como bramó Rajoy ya desde el primer momento- como Bastión del Inevitable Retorno por parte de las huestes de la calle Génova. Entre tanto, las izquierdas hacen punto cada una por su lado y en vez de una confortable bufanda común les sale una deshilachada estrella de mar.

Madre del amor hermoso.

Hay que convenir, en cualquier caso, que si Catalunya se ha convertido en ejemplo de la derechización que seguirá produciéndose en las Españas no derechizadas, nuestra opción -la catalana- por el modelo tirolés nos convierte en apacibles muñidores de vacas, en comparación con lo que puede ser la toma del poder nacional-nacional por la misma carcunda que, apenas hace nada, encabezaba manifestaciones contra derechos individuales adquiridos, del brazo de lo más granado de la Iglesia antisistema. Esos cuatro escaños obtenidos por el PP resultan muy dolorosos: todavía recuerdo a don Mariano avalando con su presencia, a dos esquinas de mi calle, la mesa en donde se pedían firmas contra el Estatut. Y otra cosa: 5.100 votos -si mis datos no yerran- de más sacó el partido de doña Alicia precisamente en los puntos de Badalona adonde fue a predicar su doctrina contra la inmigración.

Sostiene un amigo mío, de esos que permanecen siempre al margen pero que no dejan de reflexionar y de analizar lo que ocurre, que lo del tsunami conservador es imparable y que cuanto antes lo pasemos, mejor, pues antes volverá a imponerse o, al menos, a abrirse paso el pensamiento progresista que ayuda a corregir los desequilibrios producidos por sus predecesores. Pero creo que mi amigo, tan acertado en ocasiones anteriores, esta vez se equivoca. Partimos de una situación anómala: a la izquierda gobernante -en Catalunya como en España- le ha tocado ser el más malo en recortes sociales, como consecuencia de la crisis económica, sin poder probar empíricamente que con un PP al mando las medidas contra los débiles habrían resultado mucho más implacables.

Y ahora ya es tarde, porque lo que en meteorología se llama calabobos, en política ha calado ya, está calando, y en cierto modo todos somos bobos cuando el lobo feroz de la economía en caída libre nos ataca. Dicho de otro modo, lo que debería ser una Resistible Ascensión se va convirtiendo en una resignada aceptación.

www.marujatorres.com

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