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La crisis del euro | La solvencia del sector financiero

La banca española no es la irlandesa

Ejecutivos del sector destacan su fortaleza pero creen que será necesaria una segunda recapitalización por la caída del sector inmobiliario

Íñigo de Barrón

El martes pasado, cuando el pánico devoraba la ya escasa credibilidad del Gobierno y metía a la deuda española en el túnel del terror, un ejecutivo financiero reconocía en una reunión que estaba pensando en sacar dinero fuera de España. Cambiar la deuda pública española por la alemana y parte de los euros a dólares. "Todo es legal si se comunica", aclaró. Desde la crisis de julio pasado, es un rumor cada vez más extendido.

Otro caso: a comienzos de semana, un ejecutivo español trataba de buscar financiación en Berlín para la adquisición de una empresa en Madrid. La operación, avanzada tras meses de trabajo, no encontró reparos, pero los inversores alemanes pidieron condiciones más ventajosas por la posibilidad de que España abandonara el euro. Al final, se rompió la operación.

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Son dos consecuencias reales del pánico que se ha vivido en España por la crisis del euro (bancarrota de Irlanda), por la desconfianza sobre la ejecución de las reformas económicas anunciadas por el Gobierno y por la aparente debilidad del sistema financiero. El reflejo lo recogió la prima de riesgo, que mide lo que se paga de más por la deuda española frente a la de Alemania, que acarició los 300 puntos básicos, lo nunca visto. Al final de la semana se serenó y cerró en 218.

Irlanda ha terminado pidiendo el rescate de la UE por el agujero de su sistema financiero. ¿Puede suceder lo mismo en España? Los expertos consultados lo niegan, y estas son las diferencias: Irlanda es una economía pequeña con un sistema bancario muy grande, lo que también sucede en Suiza, y eso es una mezcla explosiva. La banca irlandesa es entre 8 y 10 veces más grande que su PIB. España es la cuarta economía de la zona euro y su sistema financiero es tres veces mayor que el PIB. Otros elementos dispares: solo dos bancos de Irlanda hicieron las pruebas de resistencia, y poco tiempo después hizo falta una fortuna pública para recapitalizar el sector, sobre todo a un banco no examinado. Por el contrario, las grandes entidades españolas, el Santander, el BBVA y La Caixa, están entre las primeras de Europa por fortaleza de capital. Suman la mitad de los activos del sistema financiero español. El volumen de ayudas ratifica las diferencias entre los dos países. No obstante, al margen de las ayudas y los avales concedidos, Alfonso García, de AFI, recuerda que cualquier problema o reestructuración de la deuda bancaria implicaría un problema "en los 700.000 millones de deuda colocada en los mercados mayoristas. Si se ataca a una entidad, no habrá problema de deuda soberana sino financiera".

Que España no sea Irlanda no quiere que el sector no tenga que asumir un nuevo golpe por la fuerte caída del mercado inmobiliario. El Banco de España reconoce que "el problema está en el sector promotor y constructor". Lo ha cuantificado: el 40% de los créditos están en suelo y edificios, 439.000 millones. De ellos, 180.000 millones son "potencialmente problemáticos" aunque advierte de que están provisionados en un 33%. Este es el problema común con Irlanda, pero a otra escala.

"En España no se reconoce la verdadera caída de valor de los activos inmobiliarios. El mercado está poco activo por esta razón. Mi entidad ha reconocido una depreciación del 50% de media del suelo y activos promotores. Eso es lo realista y nuestros colegas españoles, con los que compartimos operaciones, no reconocen más allá del 20% o el 30% como máximo. Hasta que no se admitan estas pérdidas y se hagan las provisiones necesarias, la banca no se recuperará, no volverá el crédito", afirma el primer ejecutivo de una entidad extranjera afincada en España. En las pruebas de resistencia de julio, el supervisor aplicó una depreciación del 50% en el valor del suelo. El resultado fue que la mayoría de las entidades entraban en pérdidas aunque mantuvieran el nivel de capital mínimo.

Desde el sector inmobiliario, el pesimismo es mayor. "Hay activos a los que hay que aplicarles un descuento del 30%, a otros el 50% o incluso el 70%. No hay operaciones porque los promotores solo rebajan precios hasta el valor de la hipoteca. Esta crisis no se va a solucionar con la rapidez de la de 1992 y alguien tiene que perder", comenta un profesional con 25 años de experiencia.

Según la consultora Rodríguez de Acuña, los precios bajarán un 20% más de media. Entre 2005 y 2008, las casas terminadas han superado a las vendidas nuevas en un 62%, según el economista Julio Rodríguez, ex presidente del Banco Hipotecario. Esta bolsa necesitará seis años para ser absorbida y está compuesta por 1,5 millones de viviendas. Y esto no es lo peor, porque el gran problema es el suelo. Rodríguez de Acuña considera que la mitad del suelo vendido no se desarrollará hasta después de 2020. Otro dato: entre 1997 y 2007, el suelo se revalorizó un 500%.

El último informe de Barclays sobre España ha sido claro. Calcula que las entidades financieras en España necesitan 46.000 millones de capital adicional para afrontar las pérdidas en el sector de la promoción inmobiliaria. "La inversión excesiva de la banca española durante los años del boom inmobiliario hace necesario examinar en detalle la exposición de los bancos al sector del ladrillo", incide la firma. La mayoría de las pérdidas en el crédito corresponderán a entidades medianas y pequeñas "que probablemente no generarán suficientes beneficios para reconstruir los colchones de capital".

Ejecutivos de grandes entidades coinciden con estas tesis. "Las pruebas de resistencia se hicieron con las cuentas de diciembre de 2009 y con dos supuestos: que las cajas estaban fusionadas, algo que todavía no ha ocurrido, y que tenían el dinero del fondo de rescate, que tampoco era real. El análisis trimestral de la cartera inmobiliaria que ha propuesto el Banco de España es la gran oportunidad para reconocer la verdad y recapitalizar a los que les haga falta. Más vale que sea pronto".

Juan José Toribio, director del IESE de Madrid, cree que, después del exceso de oficinas y empleados de cajas (pueden sobrar más de 25.000 personas según cálculos de CECA) y de algunos bancos, el impacto del ladrillo en los balances es el mayor problema. "Al valor actual de mercado, el sistema quiebra, pero eso no es real. El supervisor deberá fijar la valoración más realista. Un fuerte impacto del sector inmobiliario bajaría en picado la rentabilidad del sector".

Robert Tornabell, catedrático de Finanzas Internacionales y ex decano de ESADE, coincide en que hay que aclarar la situación real de los balances bancarios. "El nuevo test del Banco de España puede ser positivo, pero también ha creado sombras de duda sobre la situación del sector".

Luis Garicano, de la London School, también apuesta por el realismo: "La crisis bancaria de los ochenta en España se resolvió con cierres de entidades, pero sin dañar la solvencia del Estado. No pasa nada porque quiebren entidades no sistémicas. Incluso podría reforzar la solvencia del Estado al convencer al mercado de que separan los problemas posibles de ciertos bancos o cajas de la solvencia del Estado".

El ladrillo es un problema de solvencia, pero la banca muere antes por falta de liquidez. Para evitarlo, España ha concedido 146.700 millones en avales del Estado, de los que se han utilizado 60.895 millones hasta ahora. El sector cuenta con 85.805 millones hasta junio de 2011, que se espera suficiente.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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