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Las cuentas del Estado para 2011

Los Presupuestos despiertan recelos

Los expertos ven optimistas las previsiones económicas de 2011 - El Gobierno se puede ver obligado a anunciar nuevos recortes si el PIB no cumple los pronósticos

Claudi Pérez

La variedad española de la crisis no solo refleja el fracaso de un modelo económico, sino también el de una retórica. El Gobierno se empeñó en negar la crisis y en asegurar que el huracán no iba a provocar recortes sociales, hasta que se encontró con un incendio en los mercados y la necesidad imperiosa de dar un giro en redondo para decretar el ajuste más drástico que se recuerda: rebaja de sueldos, congelación de pensiones, recorte de inversiones, subidas de impuestos, reforma laboral y demás. Lo peor ha pasado ya, aunque nunca hay que descartar algún coletazo en los mercados -y en la calle-. España ha dejado atrás la recesión. La crisis fiscal remite y la deuda española ha conseguido desmarcarse de la de Grecia, Irlanda y Portugal. Y aun así, lo que queda por delante va a ser duro. Tan duro como para pensar en una segunda ronda de tijeretazos cuando aún no se ha completado la primera.

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El Ejecutivo presentó el viernes los Presupuestos de 2011 con una idea fuerza: la austeridad. Es decir, recortes de gasto y en menor medida subidas de impuestos para contener el déficit. Pero nada es gratis. La austeridad suele tener un precio: la mayoría de los expertos asegura que las previsiones económicas sobre los que se asientan las cuentas públicas son optimistas. Y esa frase es más peligrosa de lo que parece.

El Ejecutivo calcula que el PIB crecerá el 1,3% en 2011. El consenso de los analistas privados reduce esa cifra a la mitad. Si la economía avanza al 1,3% -y atención: el Gobierno ha acertado en 2009 y 2010-, España podrá cumplir sus objetivos de déficit. Si crece menos, lo más probable es que haya recortes adicionales: más austeridad en aras de evitar sanciones de Bruselas y, sobre todo, nuevos ataques en los mercados.

Morgan Stanley resume así el diagnóstico general: "La dirección de la política fiscal parece clara y creíble. Los primeros detalles conocidos de los Presupuestos van en línea con lo esperado: el Gobierno reitera su compromiso con la reducción del déficit. Pero se basa en un crecimiento optimista: ese es el riesgo principal".

Los expertos coinciden. Guillem López-Casasnovas, de la UPF, considera que el propio plan de ajuste del Gobierno y los claroscuros respecto a la salida internacional de la crisis hacen que los pronósticos "sean más que dudosos, a la luz de los primeros datos del segundo semestre, que anticipan caídas del PIB". "Es poco probable que España cumpla con la senda de reducción del déficit; la ventaja es que muchos otros países van a correr la misma suerte. El problema es que si el crecimiento es más lento va a requerir medidas duras: subidas generales de impuestos y reducción de plantillas públicas".

Alfredo Pastor, del IESE, explica que el Gobierno no elabora sus previsiones como los analistas: "Genera expectativas y su obligación es que esas expectativas sean moderadamente optimistas. La previsión del 1,3% no es un disparate, aunque tal vez sea algo optimista". Para Pastor, el problema no son los Presupuestos. "Es la credibilidad, la confianza: definir de una vez la política energética, definir de una vez por dónde van a ir las pensiones, dejar de jugar con los impuestos y con las reglas del juego que necesita la economía, como ha hecho últimamente con diversos anuncios y rectificaciones. La música de la política económica suena medianamente bien: otra cosa son esos detalles; este Gobierno los lleva mal".

Las previsiones tienen algo de ciencia y mucho de fe: al cabo, dependen de lo que acaben decidiendo 46 millones de españoles. De lo que hagan desde ya. Luis de Guindos, del Instituto de Empresa, asegura que el problema de los Presupuestos de 2011 es el cierre de este año. "El Ejecutivo empeora la previsión de paro porque ve mal las cosas ahora, y debería haber corregido la previsión de PIB porque ni el consumo ni las exportaciones van a ayudar tanto como se pretende. Sin crecimiento económico, el tijeretazo del déficit va a ser misión imposible", concluye. El economista Guillermo de la Dehesa argumenta en defensa del Gobierno que tanto las previsiones como los Presupuestos "son con toda seguridad los más difíciles de la democracia, por la exigencia de contentar a los mercados en un contexto de crisis fiscal y a su vez por la necesidad de preservar la paz social".

Lo mejor que le pasa a España es que los mercados perciben que ha hecho los deberes: no recibe la estopa que están dando a Irlanda y Portugal. Lo peor es ese horizonte de estancamiento, que dificulta alcanzar las metas de déficit y que a la larga puede provocar nuevos recortes y un descontento creciente, que empezará a medirse con la huelga general. "En el escenario optimista del Gobierno, el crecimiento previsto se materializa y el ajuste se concentra en 2011. En un escenario más realista esas previsiones no se cumplen y hay que preparar nuevas medidas de ajuste. Hay un escenario peor, poco probable, y es que nos arrastren los problemas de Irlanda y Portugal. En todo caso, demasiadas incertidumbres para tener nada claro", sostiene José Luis Alzola, del Observatory Group.

Además de recortes, José García Montalvo, de la UPF, resume lo que casi todos los expertos esperan en el lado de los ingresos: "La subida del IRPF para las rentas altas es simbólico, incluso tiene un punto populista, como lo tenían los 400 euros. Y Zapatero sigue sin echar mano a las grandes bolsas de fraude, que están perfectamente identificadas desde hace 20 años. Si las cosas no cambian mucho, veremos subidas de impuestos generalizadas y en un plazo no muy lejano", cierra.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el pasado martes en Nueva York en el encuentro que mantuvo con banqueros e inversores estadounidenses.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el pasado martes en Nueva York en el encuentro que mantuvo con banqueros e inversores estadounidenses.EFE

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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