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"Un país del tercer mundo y de agresivo ateísmo"

La visita de Benedicto XVI no emociona a los británicos, pero divide y apasiona a sus intelectuales. Izquierda y derecha reciben hoy al Papa acusándose mutuamente de radicalismo y ceguera en una batalla mediática que enfrenta a quienes creen que la religión debería ser un acto privado que no debería alcanzar la esfera pública y quienes defienden que ese laicismo está llevando a la ruina a Occidente y en particular a la que consideran atea Europa.

Esa tensión cristalizó ayer en episodios como las agresivas declaraciones del cardenal jubilado Walter Kasper, que a última hora se cayó del séquito papal tras afirmar que el Reino Unido "es un país del tercer mundo caracterizado por un nuevo y agresivo ateísmo". El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, afirmó que Kasper "no ha querido ofender a nadie y no viaja por motivos de salud".

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O la carta publicada en The Guardian y firmada por medio centenar de intelectuales opuestos a la visita del Pontífice. Más bien desconocidos para el público, salvo el muy reverenciado escritor, actor y director Stephen Fry, se quejan de que "el Papa Ratzinger", como le llaman, "no debería recibir el honor de una visita de Estado a este país".

Argumentan su postura por su obstinada oposición papal a la distribución de condones pese a la dramática epidemia de sida, por promover la educación segregada, por su oposición al aborto "incluso en los casos de las mujeres más vulnerables", su oposición a los derechos de los homosexuales o su "incapacidad" para afrontar muchos abusos a niños dentro de la Iglesia.

Desde la derecha se critica lo que consideran intransigencia de la izquierda. "El Papa merece algo mejor de Gran Bretaña", escribe el historiador Michael Burleigh en el conservador The Daily Telegraph. "El secularismo está en el corazón de las preocupaciones de Benedicto", asegura. "Y lo que le preocupa no es la delimitación entre Iglesia y Estado, lo sagrado y lo profano -que es intrínseco a la cultura cristiana y a la sociedad política civil desde la Reforma-, sino la amnésica erradicación de una de las principales raíces de la civilización occidental y la marginalización deliberada de la religión a la esfera de lo privado", añade.

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