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Inyección de energía para todo un país

Soledad Gallego-Díaz

El gesto de Messi besando casi con furia el escudo albiceleste tras abrir una victoria sonada sobre la campeona del mundo, España, ha simbolizado mejor que nada, en prensa y televisión, el cambio de mirada y estado de ánimo con el que ayer se despertaron los hinchas argentinos. La imagen se ha reproducido miles de veces, como el mejor testimonio del reencuentro no solo de Messi con los aficionados, sino del fútbol argentino consigo mismo.

Lo único que ha podido quitarle algo de brillo, o los titulares más grandes, al 4-1 ha sido la simultánea victoria de la selección de baloncesto en el Mundial. No porque el basket sea capaz de causar el delirio del fútbol, sino porque esa victoria supuso llevarse por delante (93-89) al verdadero y más antiguo adversario deportivo, aquel cuya derrota produce realmente mayor placer: Brasil.

Con todo, el fútbol es el rey en Argentina y, partido amistoso o no, la goleada a España ha llenado de felicidad a los aficionados. Ha sido una verdadera inyección de energía en un país en el que hace solo dos meses todo se veía mucho más gris. "Un ataque de goles para volver a sonreír", titulaba Clarín. "Madrugaron al campeón", aseguraba La Nación; "una Argentina confiada y segura le hizo tres goles en 33 minutos a España". El diario deportivo Olé ponía a toda página "Oooolé". "Fiesta de fútbol", insistía Página 12.

La mayoría de los comentaristas pide calma y no echar las campanas al vuelo. Falta mucho trabajo, coinciden. Pero todos se alegran por dos cosas incuestionables: Messi comenzó a sentirse arropado por sus compañeros y pudo jugar a sus anchas (lo que hizo que, por primera vez, los hinchas le ovacionaran varias veces) y este ha sido un triunfo importantísimo para tranquilizar los ánimos y marcar el camino a seguir.

El más beneficiado, sin duda, fue el seleccionador interino, Sergio Batista, que dijo: "No voy a sacar chapa por estos triunfos, pero la verdad es que me siento muy respaldado por los jugadores". Y por los hechos, se asegura, porque su decisión de incorporar a jugadores descartados por Maradona para Sudáfrica fue decisiva al armar un equipo que jugara con más calma y recuperase el famoso toque.

"El director técnico no entró en la cancha. Tampoco vociferó, pero fue el gran ganador", aseguraba Miguel Ángel Valiente en Clarín. "Avanza para quedarse", sugería Martin Castilla, en otro diario, aunque recordaba que la última palabra la tienen el presidente de la federación, el incombustible Julio Grondona, y Carlos Bilardo. Sea como sea, lo que esta claro es que el martes a Diego Armando Maradona debieron de silbarle dolorosamente los oídos.

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