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Reportaje:

Rouco y Cañizares, catequistas

Los cardenales claman contra el relativismo, el sexo y las drogas en un encuentro con jóvenes peregrinos

A las 10.30 horas, dos octogenarias cruzaban confundidas la marea roja y naranja que había tomado la Alameda compostelana al grito de "¡Rouco, te queremos!". No contaban con que su paseo sabatino se vería trastocado por una catequesis del cardenal Antonio María Rouco Varela, que ha vuelto a la ciudad donde fue arzobispo para participar en la Peregrinación y Encuentro de Jóvenes (PEJ).

Lo acompañaban ayer 2.000 madrileños que, con aplausos y vítores, parecían haberle hecho olvidar su origen vilalbés. Solo tenía palabras para los de la capital de España: "Queremos ser apóstoles en Madrid. Estamos listos para la Jornada Mundial de la Juventud". Este evento que se celebrará el verano de 2011 se ha convertido en la obsesión de Rouco, y algunos de su rebaño se quejaban de que, tras la caminata, han vuelto a encontrarse con el mismo discurso que lleva un año despachando desde el púlpito de la catedral de La Almudena.

El vilalbés repitió el sermón que pronuncia desde hace un año en La Almudena

Ese empeño entusiasta y repetitivo no es fruto de la inexperiencia. El gallego sabe bien lo que es organizar un acontecimiento de esta magnitud: "Era arzobispo de Santiago cuando la ciudad acogió en 1989 las primeras jornadas que se celebraban después de que las instituyera Juan Pablo II cuatro años antes", cuenta a la concurrencia. "Recuerdo que nos unimos bajo el lema de San Juan El Evangelista 'Yo soy el camino, la verdad y la vida', unas palabras que revitalizan el Camino de Santiago y el de muchos jóvenes que buscan esa verdad, aunque las drogas y el sexo estén ahí para distraerlos", sentencia el cardenal con una mirada paternalista a la savia nueva de la Iglesia Católica, que comulga con el sermón de los más puristas.

A la catequesis de Rouco se sumaron otras 17, simultáneas, por conventos e iglesias de la ciudad. En San Francisco, el cardenal Antonio Cañizares pronunció la suya, de casi hora y media, ante una audiencia extenuada por tanta vigilia y tanta fiesta. Que muchos cabeceasen durante el sermón no debió de importarle demasiado al hoy Cardenal Prefecto de la Congregación para el culto divino, recibido por un grupo de adolescentes que lo esperaban, cámara en mano, para hacerse una foto con él. Dentro de la iglesia, el tono fue más serio. "El relativismo es un cáncer terrible con metástasis", advirtió cuando un joven catalán le preguntó sobre el pluralismo religioso. Los actos píos continuaron durante la noche con la vigilia del cardenal polaco Stanislaw Rylko. "Traed mantas y sacos de dormir, que hará mucho, mucho frío", aconsejaba uno de los voluntarios desde el púlpito. El encuentro finaliza hoy con una misa en el estadio de San Lázaro, uno de los siete espacios alquilados -por 9.578 euros- para acoger los actos.

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