Barcelona habla ruso
El turismo del país euroasiático se dispara - Hoteles y comercios buscan personal que conozca el idioma - En 2009 dejaron 35 millones en la capital catalana
En los pasillos del hotel Casa Fuster de Barcelona hay paneles que indican dónde está el restaurante o la terraza. Están en catalán, castellano, inglés y ruso. En las habitaciones, una nota da la bienvenida a los huéspedes. En el caso de que sean rusos, la carta de agradecimiento estará escrita en alfabeto cirílico. Y en la mesa del salón de las suites, hay un pequeño hervidor eléctrico y una cesta de bolsitas de té. "Queremos que los clientes rusos se sientan como en casa. El té es básico para ellos. También hemos contratado varios canales rusos de televisión por cable", explica Ferran Rojo, director del hotel, el único en Cataluña que tiene la categoría "cinco estrellas gran lujo monumento".
Los establecimientos de lujo dan prioridad al ruso, solo superado por el inglés
En este establecimiento han hecho grandes esfuerzos por agradar a los clientes llegados del país euroasiático. No en vano la rusa es la tercera nacionalidad que acogen por número de visitas. "El cliente principal es estadounidense. Luego, el español. En tercer lugar están los rusos, que el año pasado eran el sexto y hace tres el noveno. Hemos notado un salto enorme", explica Rojo. El directivo es un experto en este tipo de cliente. Vivió varios años en Rusia y habla el idioma perfectamente. "Mejoré mucho porque me casé con una rusa", explica entre risas. Desde que llegó a Casa Fuster ha puesto mucho empeño en captar clientes del este de Europa.
No es el único. Según adelantó el consejero de Innovación, Universidad y Empresa, Josep Huguet, los rusos son los visitantes que están ayudando a apuntalar el sector turístico este año, con un crecimiento del 25%. En 2009 visitaron Cataluña más de 350.000 rusos. Gastaron en Barcelona, solo con tarjeta de crédito, 35,1 millones de euros. Y según explica el Ayuntamiento,aprovechan las visitas para buscar oportunidades de inversión. Entre otras, viviendas en la costa para segunda residencia.
La fascinación entre Rusia y Cataluña viene de lejos. Barcelona está hermanada con San Petersburgo desde 1985. Y el año próximo Barcelona acogerá Casa Rusia (al estilo de Casa Àsia) a petición de Alexander Zhukov, viceprimer ministro del Gobierno ruso. El centro se instalará en el Palau Alfarràs (donde antes se ubicaba el Síndic de Greuges, cerca de Colón), gracias a que el Ayuntamiento ha concedido en alquiler el edificio al menos 25 años.
"Los turistas rusos tienen claro para qué vienen a Barcelona: les gusta el lujo", explica Marlenne Rodríguez, directora de Iberrusia en la ciudad. Esta agencia está especializada en viajes a Rusia y en mediación para visados. También se encarga de recibir a los turistas que llegan a Barcelona. El ruso que visita la capital catalana, explica, tiene un poder adquisitivo muy elevado."Para empezar, porque para lograr el visado hay unos requisitos previos bastante estrictos. Deben demostrar reservas de hoteles y billetes, pero también que tienen una cuenta bancaria muy solvente y dinero para el viaje", explica. Además deberán hacerse un seguro que cuesta varios cientos de euros.
Los visitantes rusos de más nivel suelen contratar los servicios de guías locales y hasta coches de alta gama con conductor. Cuando llegan quieren alojarse en hoteles exclusivos, comer en buenos restaurantes y hacer compras de alto standing: peletería, joyas, complementos... No es extraño que las tiendas del passeo de Gràcia hayan tomado nota. "El 90% de las tiendas de muy alta gama de este eje tienen ya dependientas que hablan ruso", asegura Rojo. En la joyería Chopard hay dos dependientas que lo hablan. En su competidora Carrera y Carrera también. Y en varias boutiques de ropa. "También todos los hoteles de gama alta nos esforzamos por poner personal que sepa su idioma", añade Marlenne Rodríguez.
Más de 10 compañías rusas realizan vuelos chárter de manera regular a Barcelona. En temporada alta, llegan unos 50 aviones semanales de esta modalidad. Además, Aeroflot y Vueling tienen vuelos regulares con el país. Y todo esto a pesar de que para llegar a Barcelona los viajeros necesitan visado, requisito que el sector turístico lleva años pidiendo que se elimine. Para lograr que se aceleren las gestiones de los documentos, que los rusos deben hacer en el consulado español en Moscú o en San Petersburgo, el año pasado empresarios catalanes, según comentó la Generalitat en una nota de prensa, llegaron a hacer aportaciones económicas para contratar personal de información con la finalidad de agilizar las colas. Este año ya se expenden visados multientrada, que permiten varios viajes en seis meses, y las agencias dicen que se ha notado positivamente. Aun así, el sector teme que la burocracia acabe por decantar los viajes hacia otras zonas con menos papeleo. En Turquía, donde desde el año pasado ya no exigen visado a los turistas rusos, las visitas han crecido exponencialmente.
"El Gobierno español ha hecho un gran esfuerzo durante su presidencia en la Unión Europea, para avanzar en las cuestiones de visado con Rusia", explican fuentes del Ministerio de Exteriores. En la cumbre hispano-rusa que tuvo lugar en mayo, se trató del tema de los visados. "Se decidió pasar a la fase operativa de medidas técnicas. Esto significa que Rusia debe dar una serie de pasos relacionados con la seguridad en sus fronteras y controles. Y después se seguirá avanzando en las negociaciones de eliminación de visas", aseguraron. El mayor obstáculo es que es una decisión que no puede tomar solo España. Deberá aceptarlo todo el llamado espacio Schengen, formado por la mayoría de la Unión Europea. Hay quienes ven en la desaparición del visado un riesgo migratorio más que una oportunidad económica.
"Los visados se acabarán. Dentro de dos años yo creo que ya no serán necesarios", opina optimista Rodríguez, de Iberrusia. "Pero el tipo de turista no cambiará mucho. En Rusia, solo la clase alta viaja. No es cuestión de visado, sino de dinero. Lo que sí se logrará sin visado es que los que ya vienen vengan más veces, porque les resultará más cómodo. Será bueno, sin duda", señala.
La sede de Casa Rusia
El edificio que será sede de Casa Rusia, el palacio de los marqueses de Alfarràs, era hasta 2008 la sede del Síndic de Greuges. Situado en la calle de Josep Anselm Clavé, el palacio tiene 1.120 metros cuadrados. Fue levantado en 1774 y quedó casi destruido totalmente por los bombardeos de la Guerra Civil. En 1967 fue reconstruido y comprado por el Ayuntamiento de Barcelona, que ahora lo cederá a la Fundación Casa Rusia "a través de un derecho de superficie oneroso de larga duración", es decir, un alquiler comprometido por 25 o 30 años.
La gestión de Casa Rusia, que el Ayuntamiento de Barcelona describe como un "centro de cultura y negocios", estará en manos de una fundación, formada específicamente para llevar el centro cultural por tres compañías públicas rusas: el banco comercial Gazprombank, la naviera Sovcomflot y el fabricante ferroviario Transmashholding. También participará la pequeña Fundación Europa rusa.
Cuando comience a funcionar, previsiblemente en 2011, Ígor Ivanov, ex ministro de Asuntos Exteriores y ex embajador en España, será su presidente; el cargo de director general lo ocupará Iván Popov, diplomático, doctor en Historia Contemporánea de España y profesor de Economía en la Universidad de Moscú.
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