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Olivares, viñedos y 'rock and roll'

Fanáticos de la música de medio mundo acuden al pueblo de Arganda del ReyLos vecinos de Arganda del Rey valoran con desigual entusiasmo los beneficios que genera el festival Rock in Rio para la localidad madrileña

Juan Diego Quesada

En la puerta del hostal Arkanta cuelga el típico letrero de no hay habitaciones y, tras acceder por un hall decorado de forma estrafalaria, de la recepción surge Julia Corcobado, una mujer con cara de pocos amigos. "Enséñeme su acreditación, por favor. No me fío de nadie. He tenido a un militar durmiendo aquí tres días y se me fue sin pagar", cuenta sin percatarse de que quizá le haya hecho un servicio a la patria.

En este lugar se han hospedado los montadores portugueses que, hierro a hierro, han levantado a las afueras de Arganda del Rey, en un páramo inhóspito, la impresionante Ciudad del Rock. Amén de que los trabajadores han montado alguna que otra juerga en los dormitorios, la gerente está encantada de tener reservas confirmadas desde enero. "El Rock in Rio mueve mucha gente: es un gran negocio. Apunte eso", ordena antes de escrutar a un nuevo cliente que entra por la puerta.

El ex alcalde, Ginés López, es uno de los imputados en el 'caso Gürtel'
Cada día pasan por el pueblo unos 30.000 empleados de 2.000 empresas El ex alcalde, Ginés López, es uno de los imputados en el 'caso Gürtel'
El PSOE denuncia el gastó de 3 millones en acondicionar el terreno del festival
En la urbanización ilegal Valdecorzas viven 600 personas sin luz ni agua
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Una vez en la calle, bajo un calor que está a punto de hacer estallar el termómetro de la plaza del centro del pueblo, un cartero, un repartidor de bebidas y unos niños que acaban de salir del colegio se mezclan con un grupo de heavies tatuados, todos de negro, como si el bochorno no fuese con ellos.Botellín de cerveza en mano, hacen tiempo hasta que cinco horas más tarde aparezca sobre el escenario una banda de Nueva Jersey que se hace llamar Bon Jovi. Los focos están puestos esta semana sobre el Rock in Rio, un evento musical masivo ideado por una especie de gurú de las finanzas brasileño que espera reunir a 300.000 personas. Pero, ¿cómo es posible que este pueblo, de tradición vinícola y olivarera, víctima de una explosión demográfica brutal en los setenta, se haya convertido en la Ciudad del Rock, en la tierra sagrada y el lugar al que peregrinan fanáticos de la música de medio planeta?

Hay un cierto orgullo de pertenencia al lugar. Se recuerda asiduamente cómo aquí, donde se vio a Ernest Hemingway con gorro y gafas trabajando como corresponsal, se superó con maestría la devastación de la industria durante la Guerra Civil. El campo, inundado de minas, explosivos, agujereado por las trincheras cavadas, también quedó muy dañado. La azucarera, una granja avícola y finalmente en los setenta una instalación de maquinaria para obras públicas abrió el desarrollo industrial en Arganda del Rey, cuyo primer alcalde democrático fue un comunista. Ahora, cada día pasan por aquí 30.000 trabajadores que se emplean en las 2.000 empresas que se han instalado en el polígono industrial a las afueras del pueblo.

Las bodegas vinícolas también se encuentran en los alrededores, junto a terrenos que pertenecían a agricultores del olivo que los acabaron vendiendo. El paisaje del pueblo se ha transformado. En realidad todo. La localidad ha evolucionado de una forma demencial: ha pasado de 17.000 habitantes de hace tres décadas a los casi 52.000 que hay actualmente.

A lo lejos, desde los viñedos, como a unos cinco kilómetros, se divisa una noria en medio de la nada que sirve como guía a los que ansían llegar a Rock in Rio. "Acoger el festival es un gran orgullo para la ciudad, un paso más en su crecimiento", se le ha oído decir al alcalde, Pablo Rodríguez Sardinero, del PP. La idea de atraer hasta aquí el evento no fue suya, sino de su antecesor en el cargo, Ginés López, que se vio obligado a dimitir el año pasado tras ser imputado por el juez Garzón en el caso Gürtel, la investigación que se lleva a cabo en la Audiencia Nacional sobre una red de corrupción vinculada a los populares. El edil viajó con su esposa y sus hijas a Orlando, donde está el parque de atracciones Walt Disney World, a gastos pagados. Según consta en el sumario, la trama le regaló esta escapada.

El espectáculo, a pesar de las corruptelas, tiene que continuar aunque es cierto que no todos lo acogen con igual alboroto. "Mucho autobús para arriba, mucho autobús para abajo, pero poco más. Eso es ruido, si es música que venga Dios y lo vea", explica Aureliano, bastón en mano. Él y sus dos amigos, unos octogenarios que se resguardan del calor bajo la sombra de unos árboles, recuerdan las orquestas, los bailes. "Eso sí que era elegancia", asienten.

Más tarde, Victoria Moreno, secretaria general del PSOE local, expresa la misma opinión: "No entiendo por qué se patrocina un evento de este tipo. Como campaña de marketing nos sale carísimo", asegura en su despacho, aunque fuentes municipales matizan que no le cuesta ni un duro al Ayuntamiento. "No es cierto", replica la portavoz socialista, a quien le consta que de las arcas municipales salieron tres millones de euros en obras para acondicionar el terreno, 450.000 euros que cobraron empresas de Francisco Correa, según consta en el sumario del caso Gürtel y 200.000 más en coordinación y asistencia técnica. "Muy caro".

Moreno es escéptica en cuanto a los beneficios de Rock in Rio, ya que dice que no hay ni una sola empresa que se haya instalado en el pueblo desde la llegada del evento. Es más, tampoco considera que dé trabajo, y como ejemplo pone a los portugueses que se hospedan en el hostal Arkanta, que a su juicio hacen una faena de la que podrían encargarse una decena de compañías argandeñas. Pero hasta Moreno tiene sus debilidades; dentro de una semana, el día 14, se soltará la melena y acompañará a su hijo a ver la actuación de los siniestros Metallica, quizá la actuación más esperada del festival.

No es la única madre que va a tener que mover el esqueleto. El Ayuntamiento ha regalado más de 4.000 entradas entre los escolares que, al ser menores de 16 años, tendrán que ir acompañados de un adulto que sí deberá abonar la entrada. "El brasileño [promotor del festival] es un lince", resume una progenitora que lleva dos días aguantando la tabarra de sus hijos para ir a ver hoy a Miley Cyrus. Bastaba con acercarse a unos pequeños que, mochila al hombro, daban gracias al cielo por poder ver en persona a la estrella fabricada en Disney. "La hemos visto tantas veces por la tele... y mira ahora, va a estar al ladito", suspiraba uno. Unos metros más allá, en el bar Cibeles, el encargado, Paco Soto, se felicitaba porque el nombre de Arganda se expandiese por el mundo entero. En una mesa, los heavies que matan el tiempo con una birra en la mano hasta que sea la hora, creen que va a ser una semana "alucinante, nunca vista".

Ese frenesí está en el ADN del pueblo. La explosión demográfica hizo que se superasen los límites del casco urbano, hubo un crecimiento desorganizado que generó problemas en infraestructuras y servicios. Más tarde llegaron los problemas de alcantarillado, después el Metro... La velocidad de vértigo con la que ha crecido el pueblo hace que hoy sea una ciudad moderna a la que vienen algunas de las bandas de música más importantes del mundo, cuando hace pocos años los vecinos iban a pescar anguilas al río Jarama. Como todo, el tiempo ha dejado sus víctimas: existe en el pueblo una urbanización levantada ilegalmente hace 30 años, conocida como Valdecorzas, en la que viven 600 personas sin luz ni agua. Se apañan con pozos y generadores eléctricos.

Para llegar a la Ciudad del Rock hay que salir de Arganda del Rey y enfilar la antigua carretera Nacional III. Atrás se van dejando campos de olivo, tractores, azadas que parece que llevan ahí siglos... hasta que emerge, en medio de la nada, la gran noria que simboliza desde la lejanía un oasis al que agarrarse, como si surgiese de repente un milagro. Una vez allí empachados de sol, tostados unos y enrojecidos otros, el público espera sobre la gravilla a que se abran las puertas del parque temático en el que se ha convertido el festival.

Dentro de cinco años está proyectado que sobre este terreno se levante el futuro Parque de Actividades Económicas de la zona, que espera acoger a 120 empresas. Entonces, si todo sale según lo previsto, el espectáculo se habrá acabado. Descolgarán el eslogan colgado sobre una fuente que reza, pomposamente, "Rock in Rio, por un mundo mejor". Según cálculos optimistas se crearán más de 16.000 empleos nuevos. Este pueblo, como lleva en sus genes, volverá a expandirse sin mesura, aunque esta vez sin tanto rock and roll.

Una de las calles de Arganda del Rey donde esta semana se celebra el festival Rock in Rio.
Una de las calles de Arganda del Rey donde esta semana se celebra el festival Rock in Rio.SANTI BURGOS

El pueblo y el rock

- Arganda crece. En Arganda del Rey, un pueblo al suroeste de Madrid (a menos de 30 kilómetros de la capital) viven 51.489 personas, según datos de 2009 del Instituto Nacional de Estadística. En los años ochenta tenía unos 17.000 vecinos.

- La pequeña Bucarest. De los 14.ooo inmigrantes que hay en Arganda (un 27% de sus habitantes), 10.800 son - El macrofestival. Rock in Rio ocupa 20 hectáreas de un terreno de Arganda. Delante del escenario hay capacidad para 100.000 personas. La primera edición se celebró en Río de Janeiro en 1985. Este es el segundo año que se hace en Madrid. El fin de semana que viene acaba el festival

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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