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La universidad se asoma al mercado

El Campus Vida pretende potenciar la colaboración con las empresas para dar frutos concretos

Pablo Linde

Año 2015. Un enfermo de soriasis compra un tratamiento dermatológico en la farmacia de Alemania con unas propiedades desconocidas hasta el momento. Una década antes, los investigadores de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) estaban analizando nanosistemas y nanopartículas potencialmente beneficiosos. El proceso que da lugar a que la investigación universitaria llegue a la vida real no siempre es fácil. En este caso, queda por ver si dentro de cinco años los estudios se concretan en un medicamento. Las cosas van por buen camino. Y la idea es que el Campus Vida sirva para multiplicar este proceso.

Más allá de un grupo de edificios que hasta ahora se denominaban Campus Sur y más allá también de un sello de excelencia internacional que certifica el buen hacer de una universidad, el Campus Vida se materializa en programas que atraerán a más estudiantes e investigadores extranjeros a Galicia y en una floreciente relación con el mundo empresarial que puede dar frutos concretos.

Unas patentes de Santiago sirven para un fármaco de ISDIN
Una cuarta parte de los estudiantes de posgrado serán foráneos en 2015

El ejemplo de la soriasis es uno de ellos e ilustra muy bien hasta dónde puede llegar esta colaboración. Un grupo de científicos liderados por la que era hasta ahora vicerrectora de Investigación, María José Alonso, desarrolló varias patentes. Paralelamente, nacía la empresa Advancell, una fusión de dos spin off de las universidades de Barcelona y Valencia. La compañía fijó sus ojos en estas patentes. Pero ni la compañía disponía de grandes recursos ni la universidad buscaba una venta. La colaboración pasó por la participación societaria de la universidad en la empresa.

Desde 2004, al mismo tiempo que comenzaba a gestarse el proyecto del Campus Vida, Advancell instaló parte de sus instalaciones en Santiago. Lo que desarrollaron gracias a las patentes de la universidad le gustó a la empresa de fármacos ISDIN. Es el primer producto que han conseguido licenciar y ahora van a proceder a los ensayos clínicos. Si todo va bien, en 2015, ya estará en las farmacias. De Alemania, por ejemplo.

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Ana Vila, directora de la unidad Advancell Nanosistem, la que está implantada en Galicia, explica que siguen desarrollando aplicaciones con sistemas del grupo de la USC. "Tenemos un convenio con ellos y mantenemos tres o cuatro reuniones anuales. Comprobamos en qué están trabajando y si hay algo que puede ser interesante, trabajamos con ellos. Se puede decir que la investigación básica procede de la universidad", asegura Vila. Su grupo, formado por seis personas, está en pleno crecimiento, "al contrario que sucede en otros muchos ámbitos", se congratula.

Senén Barro, rector en funciones de la USC y uno de los grandes impulsores del Campus Vida, hace hincapié en esta función de investigación básica que sirva para desarrollar aplicaciones. "Cada vez está siendo más abandonada por las grandes corporaciones", afirma.

"Pero se puede ir más allá. Los contratos de investigación con empresas están a la orden del día. Nuestra universidad cada año mueve unos 20 millones de euros en contratos y convenios de investigación con sector empresarial y la administración", apunta Barro.

Este año, en marzo, se produjo el primer encuentro entre responsables de la universidad, de centros hospitalarios y de empresas para comenzar a trazar proyectos conjuntos en el ámbito de la biomedicina, la biotecnología y la farmacoquímica. Es ahí donde se puede sacar el mayor partido al Campus Vida. De hecho, uno de los principales socios de la USC es el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago. "Hemos creado hace algunos años un instituto de investigación sanitaria que acaba de ser acreditado por el Instituto de Salud Carlos III, lo que supone recursos económicos suplementarios", explica Barro.

El otro gran reto del Campus es la internacionalización. Hay un compromiso de que el 15% de estudiantes de posgrado sean extranjeros, cifra que tendrá que llegar al 25% en 2015. Para ello se vale de iniciativas como el Erasmus Mundus. La USC coordina tres programas que buscan movilidad entre universidades europeas y latinoamericanas. Eso ha hecho posible que este curso hayan pasado por la Universidade de Santiago 250 estudiantes sudamericanos durante este curso.

"El Campus Vida es también un atractor, intangible, pero que supone mayor proyección pública, mayor interés por venir a desarrollar proyectos", concluye Barro.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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