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La discrimación de inmigrantes en Torrejón

Inscritos en el gueto

Torrejón vive sin conflictos la presencia de un 20% de extranjeros - Tolera a los inmigrantes pero la integración está pendiente

Toda la vocación europeísta que el alcalde de Torrejón de Ardoz quiere impulsar en el municipio parece haberse ido al traste. Pedro Rollán, del PP, construyó esa ilusión en Parque Europa, un enorme jardín de 233.000 metros cuadrados en las afueras de la localidad sobre el que el Ayuntamiento ha levantado enormes réplicas de monumentos europeos como la torre Eiffel, la Puerta de Brandeburgo o la Fontana de Trevi.

La zona, aún sin terminar y financiada con las ayudas del Plan E (cinco millones de euros), tiene ambición de reclamo pero se queda en pastiche incomprensible, una suerte de parque temático difícil de entender en un pueblo donde abunda la inmigración de otros continentes. El alcalde quiere más Europa, pero lo que tiene en sus calles es Colombia, Ecuador, Marruecos, Nigeria y China.

El alcalde quiere más Europa, pero tiene en sus calles Colombia, Nigeria...
"Los occidentales fueron a los guetos de Nueva York, como nosotros aquí"
En San José, los negocios españoles se fueron cerrando o se mudaron

El 1 de octubre de 2008, Pedro Rollán modificó las normas de empadronamiento en el municipio. La ordenanza -ilegal, porque según la legislación en vigor los inmigrantes deben ser registrados sin condiciones- impidió la inscripción de los extranjeros en pisos con menos de 20 metros cuadrados por persona. Eso le sirvió para publicitar en la revista del Consistorio, Plaza Mayor, un descenso del 51% en la llegada de nuevos inmigrantes al municipio (de 5.566 a 2.704 en un año).

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"La modificación de las normas de empadronamiento en nuestro municipio no ha sido una decisión tomada a la ligera. Era un clamor popular, no atendido desde hace muchos años", dijo el alcalde en un folleto repartido a los ciudadanos. ¿Existe ese clamor popular contra la inmigración en Torrejón de Ardoz? Pues depende de dónde y a quién se le haga la pregunta.

El barrio de San José, junto a la estación de Cercanías, se ha convertido en los últimos años en un área donde las distintas etnias se han organizado por calles; las tres primeras para los nigerianos, las siguientes para los magrebíes y otras tantas para los latinos. Los comercios son suyos; los bares, las pescaderías, las tiendas de alimentación y las peluquerías tienen nombres como Mamá África, Alí Babá, Bilal, Tetuán y Marraquech.

Si el lugar no es un gueto, va camino de serlo. Los negocios de los españoles se fueron cerrando o se mudaron a otros barrios. Ése será en breve el destino de Encasa, una tienda de muebles de diseño que lleva en el barrio desde 2001. "Estamos de liquidación", dice una de las trabajadoras de la empresa. "Porque parece que ya no encajamos muy bien en este barrio. Cada vez viene menos gente y los que vienen nos piden telas de segunda mano. Nos mudamos a Boadilla. Creo que los de la iglesia de al lado están interesados en el local". La iglesia del al lado es un antiguo almacén con moqueta y altar acondicionado para las típicas misas de los nigerianos; hay instrumentos musicales, y micrófonos y espacio suficiente para que la histeria se apodere de los feligreses. "Estás invitado para venir cuando quieras. Te gustará la misa. Aquí se canta, se baila y a veces hay milagros. Si tienes fe, claro", explica una de las devotas.

Es jueves por la mañana y hay pocas voces en las calles. "Ahora están tranquilos. Pero tienes que venir un sábado por la noche, cuando hay fútbol. Entonces te ocupan la calle y empiezan los follones". El testimonio sale de la barra del bar Santullán, uno de los pocos locales regentados por españoles que aún quedan en el barrio.Los clientes del Santullán toman el café de la tarde con el tema de la semana en la boca. Todos están de acuerdo en que la medida del alcalde ha supuesto un mayor control. Saben que son minoría, los últimos mohicanos del barrio, y comentan que se habrían ido de allí como lo hicieron otros antes si hubieran tenido dinero para hacerlo. "Yo me he tenido que quedar porque no tengo pasta para irme a otro sitio. Este barrio ha cambiado mucho. Los comercios de toda la vida han desaparecido. Ya no se puede vivir aquí tranquilo. Se meten 20 en un piso arman ruido, alquilan las duchas y las camas, andan trapicheando todo el día y si les dices algo te llaman racista", asegura Javier, uno de los vecinos, que prefiere no dar su nombre completo.

Se habla de peleas, de trapicheos de droga y de pisos patera, pero lo que más molesta a los clientes del bar es la costumbre que tienen algunos inmigrantes de ocupar la calle. "A los españoles no les gusta, pero ellos fueron los que dejaron la calle", dice el saharaui África Yes, un buscavidas de 51 años cuya poca dentadura debió conocer tiempos mejores. Lleva 30 años en la calle y dice llamarse así porque estaba harto de que en todos los lugares donde iba a pedir trabajo le dijeran África No. "A los españoles no les gusta que la gente esté en la calle sin hacer nada. Pero ésa es la cultura africana. No están haciendo nada malo, simplemente viven en la calle".

Salvo esos conflictos cotidianos no parece haber muchos más problemas. Los titulares de los periódicos sobre el barrio de San José nunca han sido muy llamativos. Cuatro asesinatos en el año 2006, todos ellos de extranjeros, lo convirtieron ese año en el municipio con más homicidios después de Madrid. Fue algo puntual, nunca había ocupado ese puesto y nunca lo volvió a ocupar. La otra nota policial que ocupó espacio en la prensa fue el caso de 90 inmigrantes timados. La culpable fue una española que, haciéndose pasar por policía secreta, prometía papeles a cambio de dinero. Llegó a estafar 350.000 euros.

Hace poco más de siete años, un centenar de manifestantes encabezados por el partido ultraderechista Democracia Nacional se lanzó a las calles del barrio de San José para protestar contra la inmigración ilegal y la falta de seguridad en las calles. "Alto a la invasión", gritaban los asistentes. La manifestación fue un fiasco y se volvió en contra de los organizadores. Decenas de inmigrantes y españoles salieron para increparles. Ganó la contramanifestación, las autoridades acusaron a Democracia Nacional de difundir una imagen irreal del municipio y no se oyó hablar más de conflictos en el barrio.

"Aquel día sirvió para decirle a la gente que teníamos derecho a estar aquí, el mismo que ellos", afirma Sabaly, de 37 años y desde hace 10 en Torrejón. Sabaly charla con sus amigos en la puerta de un locutorio y se explaya en un discurso con aspiraciones de líder: "Los inmigrantes hemos venido a trabajar, hemos colaborado cotizando a la Seguridad Social, hemos ido a trabajar donde los españoles no querían hacerlo. Es normal que los inmigrantes vayamos todos al mismo barrio. ¿Adónde fueron los italianos, los irlandeses y los españoles cuando llegaron a Nueva York? Los occidentales fueron a los guetos, como nosotros aquí".

Torrejón tiene 116.0591 habitantes con 26.000 vecinos extranjeros, un 20% del total. Los que viven en el gueto acaban convirtiéndose en lo más llamativo del pueblo. En el gueto, las calles tienen un sabor distinto, capaz de alterar la uniformidad de los edificios de ladrillo visto y toldos verdes que abarcan casi la totalidad del municipio. El aire impersonal que transmite el urbanismo de la localidad se combate en las calles, donde sobre todo los más jóvenes han sabido singularizarse. La cultura hip-hop que los adolescentes de los ochenta tomaron prestada a los americanos de la base militar de Torrejón fue un punto de apoyo para ofrecer algo diferente de otros municipios surgidos con la etiqueta de "pueblo dormitorio". "Torrejón es feo y caótico, pero lo adoro. Creció sin que la gente se diera cuenta de que lo estaba haciendo", asegura El Chojín. Este músico de 32 años, torrejonero, empieza hablando de su pueblo con un desmentido categórico a las palabras que el alcalde de la localidad utilizó para avalar la nueva normativa sobre empadronamiento. "¿Clamor popular? Mentira. Estoy en la calle y conozco a la gente y no hay ningún conflicto con los inmigrantes. Pueden surgir problemas de convivencia, como en cualquier otro lugar, pero cualquier problema siempre es algo muy puntual". Su último disco se titula Cosas que pasan, que no pasan y que deberían pasar. El músico resume así esa declaración de intenciones: "Deberíamos escucharnos más. Tenemos un mal ejemplo en nuestros políticos, nos enseñan a enrocarnos y a apagar el botón de escuchar. Hay que fomentar más el debate y el intercambio de ideas. Este asunto de los empadronamientos sólo ha servido para hacer un problema donde no lo hay".

Si no existe tal clamor, ¿de dónde sale el interés del Ayuntamiento por controlar la inmigración con una medida ilegal?. No hay respuestas a eso, salvo el comunicado emitido por el Consistorio durante la polémica de esta semana: "Los requisitos de empadronamiento se establecieron con el fin de frenar los problemas de convivencia que se estaban produciendo en el municipio por el hacinamiento de personas en una misma vivienda".

"Nadie quiere vivir así", dice el guineano que sirve las copas tras la barra del bar Mama África. Según él, la vida de los inmigrantes en Torrejón fue muy difícil en los primeros años y demasiado cómodos en estos últimos: "Hemos conseguido lo que queríamos. Ahora podemos aburrirnos como los españoles".

Arriba, vecinos de Torrejón hacen cola en la estación de autobuses de la localidad. Abajo, una réplica de la Puerta de Brandeburgo en Parque Europa.
Arriba, vecinos de Torrejón hacen cola en la estación de autobuses de la localidad. Abajo, una réplica de la Puerta de Brandeburgo en Parque Europa.LUIS SEVILLANO / CLAUDIO ÁLVAREZ
Vecinos conversando en la plaza de España, en el centro de Torrejón.
Vecinos conversando en la plaza de España, en el centro de Torrejón.LUIS SEVILLANO

Ocurrencias para discriminar a inmigrantes

- Vic enciende la mecha.

El pasado 8 de enero se supo que Vic, un Ayuntamiento barcelonés gobernado por CiU, PSC y ERC, se proponía negar el empadronamiento a los inmigrantes irregulares; es decir, a cualquier extranjero sin permiso de residencia.

- El caso de Torrejón.

En medio de la polémica por las intenciones de Vic, sale a la luz lo que sucedía en Torrejón de Ardoz desde el 1 de octubre de 2008.

El Ayuntamiento, del Partido Popular, aplicaba una ordenanza irregular que hacía que muchos inmigrantes no comunitarios no pudiesen inscribirse en el padrón, con lo que se quedaban sin acceso a la sanidad y a la educación públicas.

- Dos normas arbitrarias...

La ordenanza de Torrejón prohíbe que se empadronen los inmigrantes que tengan visado de turista en el pasaporte y a los que vivan en pisos con menos de 20 metros cuadrados por inquilino.

- ... Y lo que dicen las leyes. La Ley de Bases de Régimen Local (1995) y la Ley de Extranjería (2000) obligan a inscribir a todo extranjero que tenga permiso de residencia o un pasaporte (tenga o no visado de turista). No mencionan nada sobre cuestiones de espacio.

- Coartadas sin base.

El Ayuntamiento de Torrejón ha distribuido propaganda institucional en la que argumenta que el propósito

de estas normas es evitar "situaciones dantescas de convivencia" con decenas de personas hacinadas en pisos pequeños, sin dar datos concretos sobre el problema.

- ¿Igual para todos?

El alcalde de Torrejón, Pedro Rollán, ha defendido la regla de los metros argumentando que es igual para españoles y extranjeros. Desde su aplicación ha habido muchos casos de extranjeros afectados; ninguno conocido de vecinos españoles.

- Vic da marcha atrás.

El municipio catalán ha parado su plan tras recibir un informe de la Abogacía del Estado que lo declaraba ilegal.

- Torrejón sigue adelante.El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha denunciado los "trucos" de los ayuntamientos que no empadronan a los extranjeros. El ministro de Justicia amenaza con sancionar a los municipios que no sigan las normas. Torrejón sigue aplicando su ley.

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