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La quiebra de una aerolínea
Columna
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Un patrón con dinero público

Xavier Vidal-Folch

Cuando en febrero de 2007 Gerardo Díaz Ferrán sustituyó al sempiterno José María Cuevas al frente de la patronal, llegó en aura de prometedora novedad. Cuevas había sido eficaz en la CEOE. Contribuyó con todo Gobierno, socialista o popular, a la concertación social. Su lema era "negociad siempre, y cuando la negociación se vuelva imposible, seguid negociando".

Pero sus modos de antiguo funcionario del sindicato vertical y su escoramiento partidista en favor del aznarismo (Pepe Folgado y Cristóbal Montoro son hijos suyos) mellaban su independencia, como se reveló al provocar un cisma con la patronal catalana Fomento, la principal de las entidades fundadoras de la CEOE.

Por eso la llegada de un joven de 65 años, ingeniero, empresario hecho a sí mismo, creador con Gonzalo Pascual de un imperio de servicios turísticos y de transporte, dio lustre a la imagen de la casa, aun a costa de generar varios litigios con la vieja guardia cuevista.

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Hasta hace poco. Este verano algunos añoraron al viejo verticalista. Y es que Díaz Ferrán destripó el diálogo de la reforma laboral invocando temas ajenos a la agenda pactada, como el coste del despido. Poco antes, en mayo, había perdido ya la virginidad política: el problema de la economía no es "la grave crisis, sino los años de Zapatero", y Esperanza Aguirre "es cojonuda, cojonuda", deslumbró.

La mejor proclama del empresario se produjo en septiembre de 2008, a las pocas horas de la quiebra de Lehman Brothers."Creo en la libertad de mercado, pero en la vida hay coyunturas excepcionales; se puede hacer un paréntesis en la economía de mercado", afirmó, sancionando el carácter selectivo de las convicciones liberales de algunos.

El único problema es que la trayectoria del patrón de patronos rebosa de esos paréntesis. Su inicial aventura schumpeteriana se ha ido aderezando de ayudas gubernamentales. O adornando con incumplimientos privados de las condiciones adheridas a los apoyos públicos.

Así, su aerolínea se adjudicó en la era Aznar, en 2001, y por concurso de la SEPI (el antiguo INI) Aerolíneas Argentinas, ex filial de Iberia. Obtuvo una ayuda estatal de 955 millones de euros que no destinó a lo comprometido (compra de aviones, ampliación de capital, pago de deudas), según denunció el Tribunal de Cuentas en 2006. El propio Zapatero le apoyó en su disputa con el Gobierno argentino, un pulso que acabó en la expropiación de Aerolíneas y en los tribunales.

También su compañía de autobuses madrileña, TRAPSA, ha sido puesta a la venta dos meses después de que el Gobierno de Aguirre prorrogase 15 meses sus concesiones, revalorizando sus activos. Y otra entidad pública, Caja Madrid, de la que es consejero (¿dónde quedan las incompatibilidades?), le concedió un crédito, impagado, de 26,5 millones de euros. Y ha expedientado a Díaz Ferrán por poner en su garantía acciones de Marsans que ya había pignorado a Banesto.

Lo peor. La Seguridad Social le viene financiando (el saldo es de 16 millones) desde 1996, tragando el impago reiterado de cuotas (también de la obrera) de Air Comet, acompañado por repetidos compromisos de saldarlas. ¿Es éste el hombre que debe discutir la rebaja de las cotizaciones? Ojo a la fecha, 1996: no parece que los impagos se deban a la crisis, como alegó ayer. Para este viaje, mejor quedarse en las cuevas.

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