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Tribuna:En la muerte de Jordi Solé Tura
Tribuna
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Adiós, profesor Lenguado

Conocí a Jordi Solé con ocasión de unas oposiciones a cátedra que hicimos y perdimos juntos, muy pocos años antes de contribuir, juntos también, a la elaboración de la Constitución, comprobando así la sagacidad del tribunal que nos había juzgado. Ambas experiencias contribuyeron a forjar una buena amistad por encima de diferencias múltiples. Una amistad fraguada en la ponencia redactora de la Constitución, continuada durante largos años de vida parlamentaria y algunos episodios académicos en los cuales ya no nos unió la competencia sino la común ironía. Durante años, en debates, cursos y seminarios nos cruzamos dibujos y pasquines, a decir verdad más críticos de terceros que de nosotros mismos, en los que aludiendo a los apellidos, él era el Profesor Lenguado y yo el Dr. Rodríguez. Cuando el tono de las misivas subía, él firmaba (des)Lenguado. De ahí, el título de estas líneas en su memoria.

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La memoria de un hombre de indudable valía intelectual, capaz de apreciar aquello mismo con lo que discrepaba, como demuestra su bello libro Catalanismo Político y Revolución Burguesa. Un hombre sencillo, al que nunca vi darse importancia ni como universitario ni como político, incluido su posterior pase por el Ministerio de Cultura. Un hombre tolerante cuyo radicalismo ideológico no le llevaba jamás, que yo sepa, a enfrentamientos ni descalificaciones radicales. Un hombre trabajador y lleno de sentido común.

Estas cualidades hicieron de Solé una pieza fundamental en la factura de la Constitución cuyo 31º aniversario conmemoramos al hilo de su obituario. En la ponencia redactora del anteproyecto representaba al partido comunista (PSUC); añadía muchas gotas de catalanismo, hasta el punto de yo calificarle, pese a su rechazo, como catalanista pintado de rojo; y lo envolvía todo en una gran dosis de buen sentido ¿No es eso el seny? Ingredientes los tres especialmente valiosos para fraguar el consenso constitucional.

En cuanto a lo primero, sabido es lo fundamental que el Partido Comunista de entonces fue en el momento de la transición democrática. Dirigido por la figura ingente de Santiago Carrillo, "el Partido" se autopospuso al interés del Estado democrático por construir. Supo renunciar al liderazgo de la izquierda, que tantos analistas le habían anunciado y las urnas le negaron a favor del PSOE, para adoptar un papel de conciencia crítica de la izquierda. Aportó a tales tareas el caudal de su innegable legitimidad como oposición, las amargas experiencias de la derrota y del exilio, las lecciones que del eurocomunismo, ideado por Carrillo, se deducían. El realismo del PC contribuyó a hacer más realista a la izquierda toda, facilitando el consenso general que presidio la obra constituyente. Y Jordi Solé fue el protagonista de tal actitud en el fundamental trámite de la ponencia redactora del proyecto de Constitución. Respecto de lo segundo, la sensibilidad que la Ponencia mostró hacia los hechos diferenciales y su tratamiento autonómico no debe poco al catalanismo de Jordi Solé y lo comprobamos y agradecemos quienes supimos y sabemos que España es tal por cobijar una pluralidad de identidades.

En fin, el buen sentido de Jordi Sole le hizo en muchas ocasiones mediador discreto entre posiciones enfrentadas, le alejó de toda tentación de frentismo o pinza sobre el entonces partido en el Gobierno y eje de la Ponencia (UCD) y puso a disposición del consenso su capacidad intelectual y autoridad política. Quienes vivimos aquella experiencia histórica (ya faltan dos de entre siete) no podemos ni queremos dejar de recordarla como tarea común. Tan común que todos la terminamos más amigos que al iniciarla. Pero tal vez nadie como Jordi Solé, representado una posición que, no sólo en términos políticos, entonces parecía extrema, supo ganar la estima de todos y entablar con todos lazos permanentes de amistad. Reconocerlo así es mi último homenaje de afecto y respeto al querido Profesor Lenguado.

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Miguel Herrero de Miñón fue ponente de la Constitución por UCD.

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