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Todo Alcorcón gana en el Bernabéu

El municipio siguió el partido contra el Madrid en un polideportivo

"Chaval, esto es un desastre. Aquí todo el mundo va con el Alcorcón". Al chico sentado en la barra del graderío del polideportivo de Los Cantos le preocupa cómo celebrar los goles del Real Madrid rodeado de tanta camiseta amarilla del rival. Tampoco hacía falta agitarse demasiado: la mayor parte de los 2.500 aficionados que se concentraron anoche ante la pantalla gigante del polideportivo para seguir el partido venía preparada para tragarse sin rechistar un gol en contra. O dos. O incluso tres. Pero ni uno más.

Eso explica por qué celebraba cada despeje de Juanma, su portero, como el tanto de la victoria. Por eso la derrota final por 1-0, que clasifica al pequeño Alcorcón en su eliminatoria de copa contra el Real Madrid, se vivió como la victoria más épica.

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Señores con traje, abuelas, punkis intentando esconder latas de refresco light en los controles de seguridad: la variedad del público en el pabellón resumía lo excepcional del acontecimiento.

La grada enfrente de la pantalla estaba llena, el foso abarrotado. Roberto, padre de familia sentado en las pistas de cemento, se ponía de pie para aplaudir cada vez que un jugador del Alcorcón rebasaba la mitad del campo. Si perdía el balón en un regate, soltaba un "uy" como si únicamente el larguero hubiera evitado el gol. En el otro extremo del recinto, un chico hacía rabiar a su amigo madridista a medida que pasaban los minutos.A medida que pasaban los minutos la gesta se hacía más increíblemente verosímil. Una señora entró avanzada la segunda parte a preguntar el resultado. "Cero a cero", le respondieron, y ella salió a abrazar a su hijo: "Pablo, ¡que están resistiendo!". Para cuando el Real Madrid marcó su único gol la gente ya estaba demasiado convencida de la hazaña como para renunciar.

Una veintena de merengues se levantan con rabia a celebrar el tanto de Van der Vaart. Los nervios le atenazaban las tripas a las gradas. Juanan le pasó su brazo tatuado por encima a su novia: "Cari, éste es el día más feliz de mi vida". A ella le bastó levantar un solo ojo del teléfono móvil para fundirle con la mirada. Pero daba igual, Juanan ya no podía entender nada: sólo balbuceaba como preso de la fiebre amarilla que promocionaban carteles por toda la ciudad.

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Se infectaron hasta familias que nunca habían visto un partido de fútbol completo, como la de Montse. "¿Por qué gritan?", preguntaba una abuela. "Porque es el fin de la segunda parte, o de la primera", le respondía la otra. "¿Y tarda mucho en empezar de nuevo?", quería saber una nieta.

Las calles del pueblo permanecieron como un invernal Kalahari hasta que el árbitro se enfundó el silbato. Luego se llenaron de cánticos. "¡Yo soy de Alcorcón, de Alcorcón, de Alcorcón!", vociferaban grupos de jóvenes en la calle. Todos comenzaron a caminar hacia la fuente de Los Canteros con la timidez de los que no celebran todos los días un acontecimiento. "¿Se van a bañar, papá?", preguntaba un niño. "Sí, hijo: en la bañera de su casa".

Lo que podía haber sido una celebración festiva, terminó en intervención de los antidisturbios en la plaza de Los Cantos, de Alcorcón. Un grupo de unos 15 incontrolados la emprendió a golpes entre sí, con lanzamientos de botellas y algunas piedras. Unos minutos después, irrumpían en la plaza dos furgonetas de los antidisturbios. Se bajaron una decena de agentes con los cascos puestos y las porras en la mano, y disolvieron con algún golpe que otro en las piernas.

Pero salvo ese altercado, el ambiente fue de fiesta. Juan José Castro, hincha del Alcorcón desde hace 20 años resumía con escepticismo tanto entusiasmo: "Dura cuatro días. Luego nadie va al estadio". La fiesta de anoche fue suya, pero también de miles de alcorconeros que ni han puesto un pie en el Santo Domingo -feudo del equipo en el que se consumó el humillante 4-0 al Madrid en la ida- ni lo pondrán jamás. Hay veces que un partido de fútbol es una cosa completamente distinta a un partido de fútbol.

Una niña con la camiseta del Madrid levanta la bufanda del Alcorcón en el polideportivo Los Cantos, donde los aficionados pudieron seguir el partido del Bernabéu.
Una niña con la camiseta del Madrid levanta la bufanda del Alcorcón en el polideportivo Los Cantos, donde los aficionados pudieron seguir el partido del Bernabéu.SAMUEL SÁNCHEZ

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