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La fulgurante carrera política del hijo de Sarkozy levanta una agria polémica

Jean, de 23 años, quiere presidir el ente público que rige el barrio de La Défense

Antonio Jiménez Barca

Jean Sarkozy, de 23 años, estudiante de tercero de Derecho e hijo de Nicolas Sarkozy, ha levantado una polémica en la República gobernada por su padre al aspirar a presidir la EPAD, el organismo público que regula y ordena el barrio de los negocios de La Défense, pegado a París. Sarkozy hijo, al que todos conocen como Junior, y cuyo padrino de boda es el amigo íntimo de Sarkozy padre y actual ministro de Interior, Brice Hortefeux, debería hacerse con el cargo a principios de diciembre. Sustituirá a Patrick Devedjan, actual presidente y ministro del Relanzamiento Económico, que, al cumplir 65 años, debe, por ley, abandonar el puesto.

No será el primer cargo político de Jean Sarkozy, que es diputado provincial de la región de Hauts-de-Seine y concejal de la rica ciudad de Neully, de la que su padre fue alcalde durante muchos años. Pero la nueva presidencia de la EPAD permitirá a Jean Sarkozy ejercer el poder en un territorio erizado de rascacielos, con millones de metros cuadrados de despachos, símbolo del desarrollo económico de París y donde se congregan más de 2.500 empresas punteras. Hay quien asegura que le servirá de plataforma para las regionales de marzo.

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Las críticas de nepotismo no han dejado de acompañar al joven Sarkozy desde que decidiera presentarse al cargo. El diputado centrista Cristophe Grébert ha creado en su blog un espacio para protestar. "Jean Sarkozy, que no ha terminado ni siquiera sus estudios y que no tiene experiencia profesional no posee ninguna legitimidad para hacerse cargo de la dirección de La Défense", asegura. Ayer por la tarde había recibido más de 27.000 adhesiones.

Ségolène Royal, ex candidata socialista a la presidencia de la República, ha reclamado a Nicolas Sarkozy, simplemente, que "se preocupe de los problemas generales de los franceses y deje de ocuparse de colocar a su hijo". El ex primer ministro socialista Laurent Fabius recurrió a la ironía: "Hace falta un jurista: bueno, él tiene hasta tercero de Derecho. Hace falta un hombre que sepa de negocios. Bueno, estoy seguro de que él tiene buenas aptitudes para eso. Además, no hay que olvidar que el Gobierno acaba de poner en marcha un plan de ayuda para jóvenes".

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Desde la UMP, el partido de Nicolas Sarkozy (y de Jean), salieron ayer en defensa del hijo (y del padre). "Sus opciones pasan por una sola cosa: debe ser elegido", aseguró el secretario general de la UMP, Xavier Bertrand, que añadió: "¿Quieren que le condenemos al exilio por llamarse como se llama?". El secretario de Estado de Comercio, Hervé Novelli, calificó de mediocres las críticas.

Los amigos de Sarkozy (y no tan amigos) bromean con el parecido físico de ambos y apelan a una vieja foto de un Sarkozy juvenil y melenudo hecha en mayo de 1968 y en la que quedan patentes las semejanzas con Jean, amigo también del pelo largo. El hijo, que hace tiempo encaró un juicio acusado de atropellar a un motorista y darse a la fuga, del cual fue absuelto al final, ha heredado, además del abogado paterno, la ambición política, el tono de voz y el gusto por la retórica del padre.

El presidente Sarkozy (izquierda) saluda a su hijo Jean durante una ceremonia en Suresnes, en junio.
El presidente Sarkozy (izquierda) saluda a su hijo Jean durante una ceremonia en Suresnes, en junio.REUTERS

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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