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Medina Azahara, por fin

Prepárense para disfrutar. Muchos de ustedes conocerán ya los restos de la ciudad palatina construida por el califa Abderramán III en pleno siglo X. Otros quizá se animen a hacerlo ahora por primera vez. En cualquier caso, no dejen de visitar en algún momento tanto el conjunto arqueológico, como su nueva sede institucional que ayer abrió en Córdoba por fin sus puertas. El goce intelectual de conocer algo tan complejo y ajeno como una ciudad islámica construida hace más de mil años está asegurado. Para ello se ha ideado una museografía que, posiblemente, sea una de las más avanzadas de Europa, se ha concebido una realidad virtual que puede calificarse como espectacular, se han introducido cuidadas explicaciones que desvelan, como nunca hasta ahora se habían visto, todos los detalles que acompañaron a la concepción de la ciudad por parte de los califas omeyas de al-Andalus. Las grandes estancias están identificadas, la sorprendente lógica de la decoración vegetal ha sido desvelada y muchas de las preguntas que asaltan al visitante -¿de dónde traían el agua?, ¿cuál era la procedencia de sus materiales?, ¿dónde vivía el califa?- pueden ser ya contestadas.

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Todo ello está respaldado por una investigación rigurosa como pocas, comenzada hace ya 100 años cuando el conocimiento de las crónicas árabes dio idea de la ubicación real de Medina Azahara, desaparecida durante siglos. La nueva sede institucional, con sus almacenes, laboratorios y salas de trabajo transparentes al público, hubiera hecho las delicias de grandes investigadores que han pasado por allí, gentes de la integridad y la sabiduría de Félix Hernández o Rafael Ocaña, entre otros, que dedicaron grandes esfuerzos a desentrañar estos complejos restos. Su huella ha marcado la investigación de las dos últimas dos décadas, liderada por el director del conjunto, Antonio Vallejo, al frente de un excelente equipo que ha dedicado años de silenciosa labor a preparar lo que hoy, por fin, puede ofrecer al público en esta sede por la que tanto ha luchado y trabajado. Son raros en nuestro país casos como éste, en el que han primado la sensatez y el buen hacer a lo largo de tantos años: hay que felicitar también por ello a la Junta de Andalucía, por haber sabido mantener un rumbo, del cual esta sede es feliz culminación. Sólo hay que esperar de esta institución que siga en una línea que la ha convertido en modelo de gestión patrimonial, abandonando algunas ocurrencias recientes que resultan tan difíciles de explicar como de entender. Pero mientras tanto, disfruten: la ciudad de los califas omeyas se abre para ustedes.

Eduardo Manzano Moreno es profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y miembro de la Comisión Técnica de Medina Azahara.

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