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España presiona contra el veto de la UE a la exportación de atún rojo

El apoyo de Bruselas a los ecologistas amenaza una industria de larga tradición

El peruano Ernesto Rojas se lanza al agua equipado con su traje de buzo. Nada en una granja de engorde de atunes, rodeado de ejemplares de hasta 300 kilos cuando elige uno de ellos. Se sumerge y se escucha un golpe seco. "Eso es un disparo, ahora después sonará otro", explica en la cubierta del buque Toni López, de 31 años, que dirige el equipo de buzos. Otro tiro y en unos segundos el atún, de 2,42 metros y 283,4 kilos, reposa en la cubierta. Los marineros le cortan la cabeza con una sierra mecánica, sacan las vísceras y lo meten en hielo. "Es sencillo atinarle si se tiene experiencia", sonríe Rojas cuando el barco vuelve ya a L'Ametlla de Mar (Tarragona), uno de los tres lugares clave en España para la pesca del atún rojo. El corazón del atún sigue latiendo a sus pies ya separado del cuerpo.

Un ejemplar de 300 kilos pescado en España supera en Tokio los 6.000 euros
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En un caso normal, este ejemplar saldría en un camión hacia París y en 72 horas estaría en la lonja de Tokio para ser vendido por más de 6.000 euros. Pero esta lucrativa operación puede estar a punto de acabar. La Comisión Europea apoya la propuesta de los ecologistas -presentada a través del principado de Mónaco- de prohibir el comercio internacional del atún rojo. En España, que exporta casi un 80% de su producción a Japón, eso supondría acabar con más de mil empleos de las granjas de cerco, las almadrabas y la pesca con cebo vivo y palangre. El Gobierno español ha comenzado una campaña en la UE para frenar la propuesta y mantener el comercio del atún rojo. Asegura que "comparte la preocupación respecto a la situación biológica de la población de atún rojo", pero considera que España es de los pocos países responsables en el Mediterráneo y que no puede acabar con el comercio. Según fuentes próximas a la negociación, ante la reunión clave en Bruselas del lunes, intenta frenar el apoyo de la Comisión para prohibir el comercio internacional.

Bruselas ha dado su apoyo "provisional" a una propuesta de Mónaco para incluir el atún en la lista más restrictiva del Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), el acuerdo que regula el comercio de especies amenazadas como ballenas, delfines o tortugas marinas. No hay apenas peces con valor comercial.

El Ministerio de Medio Ambiente argumenta, según fuentes del sector, que Cites no es una lista apropiada para pesquerías comerciales y pide que se espere a ver los resultados del plan de recuperación que aprobó en 2006 la Comisión Internacional para la Conservación del Atún en el Atlántico norte (ICCAT). El año pasado, el comité científico del ICCAT recomendó una cuota de 15.000 toneladas en el Mediterráneo pero los países acordaron 22.000 toneladas (4.000 de ellas para España).

Francia, que tiene una flota desmedida, anunció en un principio que apoyaría la moratoria, pero ahora se inclina por incluir al atún en otra lista menos restrictiva de Cites. Esto supondría más papeleo y control, pero no prohibir el comercio. Normalmente, los países sin intereses en la materia (los del Norte de Europa) apoyan las propuestas de la Comisión.

Las empresas españolas que en el Estrecho de Gibraltar, Cartagena o L'Ametlla exportan atún rojo -y que emplean a unas 1.000 personas- muestran una gran preocupación. "Aunque la exportación a Japón ha caído sigue siendo uno de los principales mercados", explica Juan Serrano, director del Grupo Balfegó, una empresa familiar que emplea a 100 personas en L'Ametlla y que facturó el año pasado 22 millones de euros con el atún. Manel Balfegó, quinta generación de una familia de pescadores que comenzó con los barcos de cerco hace 15 años, sostiene que es falso que haya menos atún. "Este año cumplimos la cuota en mucho menos tiempo del que teníamos asignado. Los atunes están que se salen del mar. No sabe lo que es para un pescador dejar a los atunes por la popa burlándose de nosotros", explica en su empresa, en la que esgrime un informe de una bióloga del CSIC que afirma que en el Mediterráneo Occidental la población se está recuperando.

Balfegó captura los atunes en alta mar y los lleva a las granjas que tiene frente a la costa. Allí los engorda con 50.000 kilos de caballa al día y, cuando están en el punto de grasa óptimo -es decir, a partir de esta semana-, comienza a capturarlos y exportarlos. Aunque cada vez se orienta más al mercado nacional y de EE UU, Japón sigue siendo el principal cliente. El tratamiento se parece al del jamón de pata negra. Al llegar a la planta, se extrae una porción de carne y una bióloga analiza las vetas y el contenido de grasa del atún. Cada lomo cuesta más de 1.800 euros y la empresa ofrece conocer con un SMS el origen de cada trozo de sushi.

Lo mismo ocurre en la almadraba, el arte milenario del Estrecho, en el que una red junto a la costa atrapa atunes que en primavera acuden a desovar al Mediterráneo. La portavoz de las almadrabas, Marta Crespo, augura una catástrofe si sale adelante la propuesta de Bruselas: "Vamos a pagar justos por pecadores. Somos un arte tradicional con 400 empleos directos y exportamos la mayor parte de nuestra producción. Si ha habido descontrol ha sido por los barcos de cerco, no por la almadraba". El sector está dividido, informa Pedro Espinosa. Los cerqueros acusan a las almadrabas de retener más atunes de la cuenta y las almadrabas a las granjas de haber sobrepescado durante décadas.

El responsable del atún de WWF, Raúl García, considera imprescindible restringir el comercio: "ICCAT ha sido incapaz de controlar la pesquería. Es cierto que España es de los países con menos buques y que se atiene a la cuota, pero la especie puede colapsar en cualquier momento y eso sí que sería la ruina para el sector". García afirma que "la población ha bajado un 80%" y que "cada vez se pescan menos atunes adultos".

Un atún sacado de una granja de cerco frente a L'Ametlla de mar (Tarragona), el pasado jueves.
Un atún sacado de una granja de cerco frente a L'Ametlla de mar (Tarragona), el pasado jueves.JOSEP LLUÍS SELLART

Yates al acecho

Josep María Sáez está indignado. Él es uno de los buzos que trabaja para el Grupo Balfegó controlando las granjas de atún rojo. "Resulta que nosotros que vivimos de esto no podemos pescar pero los yates se hartan de capturar atunes sólo por diversión", explica tras desangrar uno de los atunes de la granja.

Josep María señala a una embarcación de recreo apostada junto a las granjas. "Los atunes son gregarios así que si hay un grupo es posible que alrededor haya más", explica Manel Balfegó, patrón con experiencia en la pesca del atún. "Ahora hay pocos barcos, pero en verano, cuando esto está lleno de turistas, está repleto de barcos", añade.

La empresa tiene 24 horas al día barcos alrededor de las granjas para evitar que alguien les robe los atunes. Cada atún llega a vivir más de 20 años y por eso hace tres años se prohibió pescar atunes de menos de 30 kilos, los menos reproductores. Antes, en septiembre en el Mediterráneo era habitual pescar al curricán atunes casi alevines de alrededor de un kilo. Bastaba una pequeña lancha y en septiembre caían como moscas.

La crisis del atún

- Los científicos aconsejaron en 2008 una cuota de 15.000 toneladas de atún rojo en el Mediterráneo. Se concedieron 22.000.

- Los ecologistas lograron que Mónaco pida vetar el comercio internacional. La Comisión Europea lo apoyó provisionalmente y España trata de eliminarlo.

- De Cádiz, Cartagena y Tarragona salen atunes de más de 300 kilos sin congelar hacia Japón, donde se pagan más de 6.000 euros por los grandes ejemplares.

- Los pescadores dicen que la especie se ha recuperado. Los ecologistas sostienen, sin embargo, que la población ha caído un 80%.

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