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Reportaje:VAMOS A... WASHINGTON

De perritos con el 'presi'

Desde la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos, Washington se ha cargado de energía. Actores y diseñadores la cortejan y sus habitantes se sienten orgullosos de una ciudad que deja atrás el legado tejano de los Bush

Washington necesitaba un poco de vida. Y Barack Obama se la ha dado. Desde que el nuevo presidente se mudara con su familia a la Casa Blanca, la capital federal de Estados Unidos ha vivido un rápido e inesperado rejuvenecimiento. A los residentes de la ciudad les gusta pensar ahora que su ciudad es cool, el omnipresente adjetivo con el que los norteamericanos se refieren a lo que está de moda. Washington, una ciudad de mayoría afroamericana, ha dado la bienvenida al primer presidente negro con una gran sonrisa. Y hoy en día se siente un poco más cerca de la cosmopolita Chicago que de la Virginia rural que linda con su recinto municipal.

El relevo de una administración por otra ha sido también un relevo generacional. La gente que trabaja para Obama es más joven. Jon Favreau, por ejemplo, le escribe los discursos al presidente y tiene sólo 28 años. Es uno de los solteros más buscados en la ciudad. Su cara aparece en Vanity Fair. Se le relaciona con modelos y actrices. Lo mismo sucede con Kal Penn, de 32 años, que hasta hace unos meses era uno de los médicos en la serie House y que se ha tomado un respiro para trabajar para el presidente.

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En las fiestas de Washington también se baila ahora a un ritmo más moderno. La aristocracia tejana de los Bush ha dado paso a jóvenes que escuchan hip-hop en sus iPods. Y a actores y actrices que bailan vestidos de diseño. A la última cena de corresponsales de la Casa Blanca, celebrada en mayo en el palacio que sirve de alojamiento al embajador francés, no faltó nadie. Ni Natalie Portman, ni Demi Moore, ni Donatella Versace, Jon Bon Jovi o Glenn Close. Angelina Jolie acude de vez en cuando al Capitolio a tratar de arañar fondos para sus causas benéficas. Y en el mes de julio se vio a los actores Reese Witherspoon, Owen Wilson y Jack Nicholson pasearse por la ciudad en los ratos que les dejaba libres el rodaje de una película que aún carece de título.

La era Obama ha venido acompañada de una fiebre televisiva y cinematográfica. Hollywood tiene su mirada puesta en lo que hace sólo unos meses era la aburrida capital política del país. Los programas The Real World Washington, Real Housewives of Washington y Blonde Charity Mafia, todos proyectos de telerrealidad, se están grabando o están en preproducción en este momento en la capital. El único templo de peregrinación para los cinéfilos ya no son sólo las escaleras donde se rodó El exorcista, en Georgetown. Hoy, toda la ciudad es un decorado en potencia.

Y más cuando a Obama le gusta salir. A diferencia de su predecesor, célebre por estar en la cama a las nueve de la noche, al actual presidente se le ha visto en diversos restaurantes y bares. Y no precisamente lujosos. El presidente ha viajado a un restaurante de la franquicia Five Guys, especialista en hamburguesas. Ha comido en Ray's Hell Burger, en el suburbio de Arlington. Y se ha dejado ver por el bar favorito del actor Bill Cosby, Ben's Chili Bowl, que abrió en 1958 y sirve los más afamados perritos con chili de la ciudad.

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Broadway Negro

Este bar se encuentra en una calle, la U, que en los años sesenta recibió el sobrenombre del Broadway Negro. Duke Ellington, Miles Davis y Ella Fitzgerald frecuentaban sus muchos clubes de jazz en los años felices y dorados en los que desaparecía la segregación. Pero entre los años ochenta y noventa la zona perdió lustre. Washington se convirtió en uno de los mayores centros de criminalidad callejera del país. En 1990 fueron asesinadas 474 personas en sus calles. Y el Broadway Negro acabó siendo una calle más en la capital mundial del crimen.

La oscura época de los noventa fue como un purgatorio del que Washington resurgió renovada y dinamizada. El llamado gueto cada vez se quedó más pequeño, limitado a dos zonas geográficas conocidas como Anacostia y Trinidad. Los hispanos han convertido el barrio de Mount Pleasant en una vibrante ciudadela que bulle con restaurantes salvadoreños y mercados al aire libre. Los gays han hecho suyas las calles 17 y P, dándole un toque neoyorquino a bares, comercios y edificios renovados al gusto del SoHo. Gucci, Dior, Bulgari, Tiffany y Cartier han abierto boutique en la zona de Friendship Heights, bautizado como el Rodeo Drive de la capital.

No es que a Obama se le pueda atribuir el resurgimiento de la ciudad. Pero a los residentes del distrito les gusta tener un nuevo presidente que, por fin, es popular. Al fin y al cabo, sus niveles de aceptación superan cómodamente el 50%, toda una novedad después de los últimos años de George Bush y sus patricios tejanos. Ahora, por fin, tienen en la Casa Blanca un inquilino cool.

Más información en la Guía de Estados Unidos

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