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Reportaje:RUTAS URBANAS

El Madrid de la gata 'Lola'

Una felina reina en la tasca La Venencia, en una ruta que sigue los pasos literarios de Luis Martín-Santos

Recorrer el barrio de Huertas de Madrid, así llamado porque en la época dorada de los mataderos en él se cultivaban frutas y verduras, acompañados por el escritor Luis Martín-Santos es una magnífica idea. Porque su bellísimo libro Tiempo de silencio transcurre precisamente, como si dijéramos, en la margen izquierda de la calle de Atocha, una suerte de río caudaloso por el que tanto ayer como hoy, en palabras del propio autor, "las gentes descienden desde los altos de Antón Martín, a cuyo fondo se ve la glorieta con el acostumbrado montón de informes autobuses, taxis con una tira roja, vendedores ambulantes, guardias de tráfico, mendigos y público en general".

En Vidas y muertes de Luis Martín-Santos, el libro de José Lázaro ganador del último Premio Comillas y editado por Tusquets, se sigue la pista a este médico y literato que nació en Marruecos en 1924, donde estaba destinado su padre, oficial del Ejército español. A los cinco años se trasladó con su familia a San Sebastián, ciudad en la que pasó a dirigir, en 1951, el sanatorio psiquiátrico. Martín-Santos dedicó gran parte de su vida a la investigación de las enfermedades mentales, y quizá por eso puede decirse que en Tiempo de silencio (1961) trata a la ciudad como a una suerte de enfermedad nerviosa muy grave. En efecto, en su magnífica y por desgracia única novela concluida, el Madrid de los años sesenta adquiere vida propia para el autor y sus protagonistas parecen moverse en dicho escenario como marionetas iluminadas por un hilo narrativo que tiene tanto de ensayo sociológico como de intriga novelesca. En un lenguaje decididamente personal, Martín-Santos dio sobre todo al monólogo interior una fuerza que la literatura española echaba, y sigue echando, en falta.

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Como si el destino le hubiese tendido una trampa en forma de cruel paradoja, Luis Martín-Santos falleció en 1964 a consecuencia de un accidente de coche, quizá el objeto más paradigmático que a partir de aquellos años comenzó precisamente a adueñarse de la ciudad.

De letra en letra...

"D. Pedro dejó a un lado la cuesta de Atocha con toda su apertura desabrida y se metió por las callejas más retorcidas y resguardadas de la izquierda. Por allí había vivido Cervantes -¿o fue Lope?-, o más bien los dos. Sí, ellos habían paseado por aquellas calles que aún conservaban tan limpiamente su aspecto provinciano, como un quiste dentro de la gran ciudad".

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Siguiendo esta ruta marcada en su libro por Martín-Santos (él frecuentaba el café Gijón, Pasapoga o el cine Barceló), llegamos al barrio de las Letras, donde nacieron, florecieron y murieron conversaciones literarias y políticas de alto vuelo, encabezadas en el Siglo de Oro nada más y nada menos que por Cervantes, Lope de Vega, Góngora y Quevedo. En pleno corazón del barrio nos topamos con la Casa Museo de Lope de Vega, donde el autor de Fuenteovejuna vivió sus últimos 25 años y en la que es posible empaparse del aire creativo que llevó a tan prolífico autor -el Fénix de los ingenios- a escribir más de 3.000 sonetos y varios centenares de comedias.

Si la casa donde murió Lope está situada en la calle de Cervantes, es en la calle de Lope de Vega, 18, donde descansan los restos del autor del Quijote, en el convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso. Muy cerca, en la calle del Prado, 21, se halla el Ateneo de Madrid, fundado en 1835 y cuya presidencia ocuparon pensadores de la talla de Miguel de Unamuno o Manuel Azaña. Su biblioteca, jardín de las delicias para cualquier estudiante que desee leer en un ámbito de silencio y soledad, posee un valioso fondo de libros de los siglos XIX y XX, y la programación de actividades culturales hace que este centro continúe siendo polo de referencia cultural.

Con cuidado de no caer en las garras de ese otro gran río madrileño que es la calle de Alcalá, la librería Dedalus (calle de los Madrazo, 26) ofrece al inquieto visitante una fantástica colección de libros viejos y descatalogados, sobre todo de literatura hispanoamericana y ciencias sociales.

... y de bar en bar

"Iban bajando la cuesta de Atocha y Amador maldecía la dirección de la marcha que hacía tanto menos probable la fatiga del reflexionante D. Pedro, y con ella la entrada en alguna de las tabernas que esparcen su tufillo embriagador".

Pero no sólo de letras vive el hombre; también habrá que comer y beber algo, digo yo, que esto es Madrid... Como si de un suspiro se tratara, a la calle de Huertas la corta la breve calle de Amor de Dios, donde en su número 14 en-contramos el restaurante La Sanabresa, fonda de comida casera y precios razonables repleta de trabajadores a mediodía y de turistas por las noches. Dos secretos hay que conocer sobre este sitio: es preciso llegar temprano para conseguir mesa (a las 13.30 y a las 20.30 es lo ideal) y, en la medida de lo posible, evitar hablar de fútbol con los camareros, ya que podría originar discusiones que ríete tú de las bizantinas.

Tras la opípara comida podemos dirigirnos a La Venencia (calle de Echegaray, 7), y allí degustar un vino de Jerez: fino, manzanilla y oloroso son las únicas bebidas que se sirven en este precioso local que huele a madera y a barrica. Y, desde luego, si la gata Lola, tan negra y tan gata ella, se deja ver por las mesas o por la barra, acariciarla mejorará sin duda el sabor del vino y de la vida.

Regar en algún momento la velada con una buena película nos hará bien. Si, además, la cinta se inscribe en un ciclo organizado por la Filmoteca Española, la entrada cuesta sólo 2,50 euros y los techos de la sala, que a principios del siglo XX era "barraca de exhibición cinematográfica", parecen los de la Capilla Sixtina, el placer puede envolver todos nuestros sentidos.

Claro que la Filmoteca, o Cine Doré, está en la margen derecha de la calle de Atocha y hay que ser precavidos, porque se corre entonces el riesgo de -"cuando ya la ciudad volvía a dejar caer a las gentes desde su falda como quien se sacude las migajas que ha estado merendando"- caer rodando al barrio de Lavapiés por cualquiera de sus afiladas, provocativas callejuelas. Pero ésa es ya otra ruta, y otra historia.

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En el número 56 de Huertas, El Hecho, uno de los locales que dominan esta calle de  la margen izquierda de Atocha.
En el número 56 de Huertas, El Hecho, uno de los locales que dominan esta calle de la margen izquierda de Atocha.SANTI BURGOS

Guía

Visitas

» Casa Museo de Lope de Vega (914 29 92 16). Cervantes, 11. Visita guiada cada media hora de 10.00 a 14.00 (cierra a las 15.00). Lunes, cerrado. Gratis.

» Librería Dedalus (915 32 59 53). Los Madrazo, 26.

» La Venencia. Echegaray, 7.

» Cine Doré (913 69 11 25). Santa Isabel, 3. 2,50 la sesión.

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