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Reportaje:

Ocho siglos por las calles de Madrid

Los gigantes y cabezudos abren esta tarde las celebraciones de San Isidro

Patricia Ortega Dolz

Se dejan ver de fiesta en fiesta y, aunque no pasan inadvertidos para los viandantes y animan al público con sus bailes mastodónticos, los gigantes y los cabezudos han tenido mala vida: fueron quemados en las iglesias, dejados a su suerte en hangares con humedades y ratas, y carcomidos por el abandono.

La tradición de bailar estos personajes en las fiestas populares de Madrid está documentada desde, al menos, el siglo XIV. De hecho, las figuras madrileñas fueron tomadas como referencia en otras regiones. Durante siglos, las mascaradas y pasacalles contaron con desfiles de gigantes y cabezudos. Hasta que cayeron en el olvido...

En los últimos tiempos, la primera vez que se pasearon fue en el pregón de San Isidro de 1967. Siendo Arias Navarro alcalde, el Ayuntamiento decidió recuperar la tradición, durante años perdida, y construyó las figuras que hoy conocemos, modeladas por el maestro fallero Regino Mas y vestidas por el diseñador Manuel Comba, a las que Tomás Borrás les dio nombre y apellido.

Los personajes que forman la comparsa son parte de la historia de la ciudad
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"Es la primera vez que voy al pregón"

Esa tradición tiene orígenes celtas: "Se habla de ofrendas a los dioses cuando eran de mimbre, y se les metían animales dentro (y hasta personas) y se les prendía fuego; también de una manera de ahuyentar al mal; de festividades más profanas...", explica Ana Cecilia Tejada, de 38 años, que lleva cerca de 10 años cuidando y restaurando estas enormes figuras de hasta 80 kilos de peso.

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Todos los personajes que integran la comparsa forman parte de la historia de Madrid, tanto de la ilustre y enciclopédica como del anecdotario popular. Con sus trajes y estilos, además de con la música que les acompaña, ofrecen un completo recorrido por la historia de la capital, desde el año 855 hasta 1928.

Los gigantes y cabezudos participaban en las fiestas, con mayor o menor regularidad, hasta el año 2003, en el que ya no pudieron salir por el estado de deterioro en el que se encontraban. Algunos incluso habían desaparecido misteriosamente sin que se haya vuelto a saber nada de su paradero, como Arganzuela -huérfana, de profesión aguadora, que se ganó los favores de la reina en forma de las tierras que ahora llevan su nombre por calmar la sed real; representa la alegría y el frescor de las aguas de Madrid-; Muhammad I -el estratega que se apoderó de una pequeña villa llamada Mayrit-; la Calderona -la actriz que se cameló a don Felipe- o Luis Candelas -un donjuán con dos caras: la del caballero y la del bandolero urbano-.

En 2005, el Ayuntamiento quiso recuperar todas las figuras (11 parejas y unos 6.000 euros por personaje) con la ayuda de Ana Cecilia, que ya había reclamado al Consistorio su recuperación. Y, desde entonces hasta hoy, cuando algunos de ellos volverán a recorrer las calles de Madrid por unas horas, aunque después vuelvan otra vez al hangar.

Pasacalles con gigantes y cabezudos. Desde la plaza de Oriente hasta la plaza de la Villa. Hoy, a las 19.00.

Ana Cecilia Tejada, la restauradora de los gigantes y cabezudos, <i>abrazada </i>por san Isidro en el hangar donde se guarda.
Ana Cecilia Tejada, la restauradora de los gigantes y cabezudos, abrazada por san Isidro en el hangar donde se guarda.CRISTÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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