_
_
_
_
_
Entrevista:DANIEL AYALON | Viceministro de Exteriores de Israel | El conflicto de Oriente Próximo

"Hay que dialogar con Irán, pero sin dejar de vigilarlos"

Daniel Ayalon tiene ante sí la mayúscula tarea de lavar la imagen ante el mundo de su jefe, el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, gran triunfador en las elecciones legislativas celebradas en febrero en Israel. "Fascista" y "racista" son algunos de los términos con los que opositores y analistas de medio mundo acostumbran a adjetivar al nuevo responsable de la diplomacia israelí, envuelto además en un escándalo de blanqueo de dinero.

Número dos en el Ministerio de Exteriores en el recién inaugurado Gobierno, y ex embajador de Israel en Washington, Ayalon se sumó el año pasado a las filas del ultraderechista Yisrael Beiteinu. El partido triunfó en los comicios y se convirtió en imprescindible para la formación de la coalición derechista que lidera el jefe del Likud, Benjamín Netanyahu, y a cuyo carro se subieron a última hora los laboristas.

"No queremos transferir árabes, pero sí redibujar la frontera"
"Sugerir que cometimos crímenes de guerra en Gaza es una barbaridad"
"No va a haber una colisión entre Israel y Estados Unidos. Somos aliados"
"Lieberman está dispuesto a seguir adelante con la Hoja de Ruta"
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
Más información
Israel tensa la cuerda con Estados Unidos

Muy amable en las formas, Ayalon se explaya en su nuevo despacho de Jerusalén en su visión halconizada de un mundo que divide entre buenos y malos o, según sus palabras, entre "moderados y radicales". Un discurso de blancos y negros que recuerda mucho al del presidente George W. Bush y que en poco se parece al incluyente del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama.

Aun así y a pesar de las diferencias con la Administración estadounidense que en apenas dos semanas de nuevo Gobierno no han tardado en aflorar, Ayalon descarta un enfrentamiento con Washington. "No va a haber una colisión entre Israel y Estados Unidos". Y confía en que prevalecerá la "intimidad" propia de los aliados. "Annapolis o no Annapolis no es la cuestión, lo que importa es el contenido y Lieberman está dispuesto a seguir adelante con la Hoja de Ruta, con el objetivo último de la creación de dos Estados. Pero hay que buscar nuevas ideas. Han pasado 16 años desde los Acuerdos de Oslo y no hemos conseguido la paz; al contrario".

El problema es que lo poco que se sabe de esas nuevas ideas no acaba de convencer a una comunidad internacional que recela de las señales que emite el Ejecutivo israelí. Que piensa que la "paz económica" que propone Netanyahu no será posible sin una solución política, que incluya por ejemplo la retirada de parte de los más de 600 obstáculos y check points (controles militares) que impiden la libre circulación de bienes y personas en Cisjordania.

Dice el viceministro de Exteriores que respaldan la llamada Hoja de Ruta, que entre otras cosas, establece el desmantelamiento de ciertos asentamientos y el fin de la actividad colonizadora. ¿Cuál va a ser su política respecto a los colonos, teniendo en cuenta que el propio Lieberman vive en Nokdim, un asentamiento en pleno corazón de Cisjordania? "Lieberman está dispuesto a dejar su casa de alcanzarse un acuerdo de paz. Esto demuestra lo lejos que Israel está dispuesto a llegar a fin de conseguir la paz. Israel cumplirá con sus compromisos, pero primero queremos ver el fin del terrorismo", dice Ayalon. Pero preguntado más tarde sobre la viabilidad del polémico proyecto de Lieberman para "transferir" poblaciones israelíes de mayoría árabe a un futuro Estado palestino, Ayalon no duda en comparar el derecho de los centenares de miles de colonos que la comunidad internacional considera que se han asentado ilegalmente en Cisjordania en los últimos años con la de los palestinos que vivían en Israel desde mucho antes de la creación del Estado y que hoy son ciudadanos israelíes. "Judea y Samaria [en alusión a Cisjordania] son la cuna de nuestra civilización. Si los palestinos quieren que los colonos se vayan de allí, tendrán que acoger a los árabes de Israel. No queremos transferir árabes ni que se vayan de sus casas, pero sí redibujar la frontera. Lo que nosotros proponemos es quid pro quo. Es además una manera de atajar el problema demográfico al que nos enfrentamos".

A Ayalon, como al propio Netanyahu, le obsesiona la cuestión iraní, que gran parte de la clase política israelí considera su "mayor amenaza existencial". El cambio de rumbo estadounidense respecto a las ambiciones iraníes, a favor del diálogo, ha dejado descolocado a un Israel que periódicamente amenaza con recurrir a la fuerza. Ahora Ayalon dice que "hay que dar una oportunidad al diálogo, pero sin dejar de vigilar a los iraníes para que cumplan. Si no cooperan, Washington tendrá la legitimidad para llevar la cuestión al Consejo de Seguridad [de la ONU] y aplicar sanciones más estrictas con el respaldo de Rusia y China".

Sostienen algunos analistas en Israel que Irán se convertirá en la moneda de cambio que Netanyahu utilizará con la Casa Blanca. Israel se adhiere a la postura estadounidense sin rechistar, a cambio de que Estados Unidos deje margen de maniobra a los israelíes en la cuestión palestina.

Y preguntado sobre la negativa israelí a colaborar con la misión de investigación de la ONU sobre posibles crímenes de guerra cometidos en Gaza, Ayalon se despacha a gusto en contra del organismo multilateral que desprecia porque "está dominado por los países árabes que a su vez están influenciados por Irán y Hamás. ¿Por qué no han venido durante estos años a investigar los ataques contra Israel? Sinceramente, no nos los tomamos en serio. Sugerir que cometimos crímenes de guerra en Gaza es una barbaridad".

Daniel Ayalon, en una imagen de 2006.
Daniel Ayalon, en una imagen de 2006.AP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_