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Las réplicas del terremoto obligan a evacuar una cárcel

El Gobierno italiano quiere evitar una fuga de 'capos' mafiosos

Francisco Peregil

Ayer tembló de nuevo L'Aquila. El martes, la réplica sonó como una bomba. Después se supo que ésta alcanzó una magnitud de 5,3 en la escala Richter, semejante a la que el lunes (de 5,8, aunque el cálculo inicial fue de 6,3) causó la muerte de 267 personas. Las réplicas obligaron al Gobierno a trasladar a los 141 presos de la cárcel L'Costarelle a otros centros penitenciarios. "No es que las estructuras del edificio estén en peligro. Se trata de una medida cautelar", explicó el ministro de Justicia, Angelino Alfano, delante de la cárcel. Sobre la cabeza del ministro una grieta de 15 centímetros culebreaba por el marco de la puerta.

Las sacudidas que ha padecido L'Aquila en los últimos días debieron alterar los ánimos del capo siciliano Salvatore Madonia o la terrorista de las Brigadas Rojas Nadia Desdemona Lioce. Ambos se encuentran, junto a otros 79 reclusos, en régimen de máxima seguridad en la segunda cárcel de Italia que concentra al mayor número de mafiosos.

Los muertos llegan a 272. Decenas de personas siguen desaparecidas

"Es la mayor operación de este tipo realizada en este país", añadió el ministro. "La iniciamos a las dos de la madrugada del miércoles y la terminamos 10 horas después. Han intervenido 200 personas y 70 camionetas".

Minutos después de que Alfano visitara la cárcel vacía, el primer ministro, Silvio Berlusconi, visitó el edificio de la sede de la Guardia de Finanza en L'Aquila para ofrecer una conferencia de prensa. Acababa de entrar en el edificio a las 12.36 y se produjo otra sacudida. Toda la comitiva se detuvo durante unos 15 segundos y después emprendieron la marcha. Este tipo de temblores dificulta las labores de rescate.

El martes los bomberos lograron rescatar a Eleonora, de 21 años, tras 42 horas bajo las ruinas. Lo primero que dijo es que le dieran un poco de agua. Y después preguntó por sus padres. Los bomberos continuaban metiéndose en el interior de los edificios como en el estómago de una bestia gigantesca. Cuando la bestia ruge, los bomberos salen corriendo, retroceden los periodistas y los curiosos y en seguida vuelven a meterse los bomberos en el edificio.

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A las siete de la tarde volvió a sentirse una sacudida en el patio de una casa de L'Aquila. Esta vez no sólo temblaron las mesas sino que se oyó el crujir de las piedras y los habitantes de la casa salieron corriendo del interior. Los hoteles de este municipio de 70.000 habitantes continúan cerrados, las casas del centro histórico medieval, desalojadas, y el principal hospital, vacío de enfermos y médicos.

Ayer quedaban unas 20 o 30 personas desaparecidas. Y muchas familias no se atrevían a dormir en casa.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, visita la localidad de L'Aquila.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, visita la localidad de L'Aquila.ULY MARTÍN

Berlusconi: "Es como un día de cámping"

Durante los tres días que lleva visitando la zona afectada por el terremoto, el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, ha tenido tiempo hasta de bromear sobre la suerte de los afectados. En una entrevista con una corresponsal de televisión alemana Berlusconi dijo que los damnificados deberían tomarse el alojamiento en las tiendas de campaña como "un fin de semana de camping". "Están bien aquí, reciben un magnífico apoyo y amabilidad por parte de nuestros equipos de salvamento. No les falta de nada, tienen medicamentos y alimentos, comida caliente...". "Por supuesto todo es absolutamente provisional y, por eso, hay que tomarlo como un fin de semana de cámping".

Ayer, después de informar de que hay 17.000 personas sin casas en la región, diez mil personas alojadas en hoteles y 1.700 tiendas de campaña, Berlusconi se fue al centro histórico de L'Aquila para observar sobre el terreno las ruinas.

"Esto es mucho más grave de lo que yo creía y va a costar más caro reconstruirlo de lo que mi ministro me había dicho", comentó Berlusconi a Sergio Basti, el responsable nacional de Emergencias, que le guiaba en su visita al centro histórico.

Pasear por L'Aquila era como hacerlo por el centro de Toledo o Salamanca con todas las casas y palacios a punto de caerse. "No sé cuanto se tardará en que puedan regresar aquí los diez mil habitantes que viven en esta zona, pero en cualquier caso habrá que medirlo en años y no en días", señaló Basti.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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