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El presidente respalda a Geithner

Antonio Caño

Al margen de la suerte que las primas de AIG corran, este conflicto está minando considerablemente el crédito del secretario del Tesoro, Tim Geithner. Geithner envió el martes por la noche una carta al Congreso anunciando que, si el dinero de los bonos no era devuelto, el Estado lo descontaría de los 30.000 millones de dólares todavía pendientes de entregar a AIG.

Parece una reacción tardía. El propio Obama tuvo que salir ayer en defensa de Geithner, pero resulta difícil de justificar la falta de información del secretario del Tesoro sobre la gestión de AIG. Geithner ha confesado que supo de los bonos el jueves de la pasada semana, sólo un día antes de que el dinero empezara a llegar a las manos de los ejecutivos.

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El caso desborda el marco de AIG. La autoridad de Geithner en el Congreso, que nunca fue muy alta desde su polémico proceso de confirmación, se ha visto ahora muy limitada de cara a lo que tiene que ser un trabajo fundamental del secretario del Tesoro en los próximos meses: la estabilización del sistema financiero.

Tras lo sucedido en AIG, Geithner se encuentra prácticamente sin argumentos para que el Congreso le respalde en otros planes de rescate que ya están diseñados y que pueden ser imprescindibles para evitar nuevas quiebras en Wall Street.

El representante republicano Scott Garrett, advirtió ayer que el problema no es tanto los 165 millones pagados en primas, sino que "el verdadero ultraje" es haberle entregado a la empresa 170.000 millones sin saber qué iba a hacer con ellos.

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