El final de los ronditos

Guti y Raúl fueron los últimos en abandonar el césped de Montjuïc el pasado sábado. Habían sido los goleadores de la noche. El equipo, en momentos de dificultad, volvió a tirar de ellos, de dos chicos de la casa que han vivido la época de los galácticos y las remontadas épicas con Capello. El capitán, más diplomático, preguntado a pie de campo por si se convertiría en atlético por un día -por el duelo entre los rojiblancos y los azulgrana-, dijo que él solo pensaba en seguir sumando puntos. Guti, a su lado, se reía: "Yo sí veré el partido e iré con el Atlético". Raúl estuvo en Milán con su amigo Figo.

El que tampoco siguió al Barça por la televisión fue el preparador físico y segundo de Juande, Marcos Álvarez. "Para no llevarme un disgusto... Pero sí escuché los últimos veinte minutos por la radio", comenta de vuelta a Madrid tras los dos días libres que el técnico concedió a la plantilla. No hubo intercambio de mensajes entre los dos durante el Atlético-Barça. "Cuando estamos de vacaciones, estamos de vacaciones", dice el preparador físico, quien habló con Juande ayer por la mañana: "Coincidimos en que el sábado nos espera un hueso duro de roer". También dice que en la plantilla "no se respira una euforia desmedida".

"Al principio había sobrecarga. Ahora, algunos, como Sergio Ramos, han mejorado mucho"

Desde la llegada de Juande, el Madrid se ha transformado y, tras la derrota en el Camp Nou, ha enfilado diez victorias. Las claves, además de que el grupo se ha contagiado del espíritu competitivo de Raúl y de que el técnico ha sabido poner orden defensivo, son también físicas. "Hay jugadores que han crecido mucho y recuperado su forma física. Uno de ellos es Sergio Ramos. El hecho de que no haya habido desidia en el ambiente ha ayudado", asegura Álvarez, quien nada más llegar a Valdebebas puso a media plantilla a regimen. Luego, dibujó un plan especial de entrenamiento: doble sesión, pesas en el césped y fortalecimiento del tren inferior para aumentar la potencia en los saltos. El objetivo era doble: recuperar a la plantilla y llegar a tope a la eliminatoria de la Champions. "En nuestros primeros cuatro partidos se notó una gran sobrecarga. Es que el volumen de trabajo era muy superior a lo que está acostumbrado un equipo a esas alturas de la temporada", explica. Con Schuster la plantilla había descuidado demasiado ese aspecto. "Nos dedicábamos a los ronditos", se quejaron muchos jugadores en privado.

"Ahora es cuando nos estamos soltando. Estamos preparados para jugar dos partidos a la semana. La Champions pasó factura, pero no físicamente, sino anímicamente", concluye Álvarez.