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ELECCIONES 2009 | La campaña

Rajoy reivindica a Fraga y a Baltar para impedir la fuga del voto rural

Las encuestas insuflan optimismo en el equipo de Núñez Feijóo

Las encuestas que manejan los partidos coinciden en que el PP acredita una gran resistencia electoral en las ciudades mientras sus antiguos feudos del rural empiezan a resquebrajarse. Para contrarrestarlo, el PP gallego ha recurrido nada menos que a su presidente nacional, Mariano Rajoy, el que durante tantos años fue el líder del sector del birrete. Y el reclamo de Rajoy para evitar la fuga de votos es el recuerdo de la gestión de Manuel Fraga. Mientras Alberto Núñez Feijóo desterraba el fraguismo de sus listas, Rajoy reivindicó ayer en el rural de Ourense "el desarrollo social y de infraestructuras" alcanzado durante el mandato de Fraga. Es más, contrapuso la "austeridad" del ex presidente con el "lujo asiático" que el PP se empeña en atribuir a Touriño.

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Rajoy recaló en Amoeiro (Ourense), en donde el pacto PSOE-BNG apeó del ayuntamiento al "alcalde de siempre" y, además de reivindicar a Fraga, desempolvó las promesas inversoras en Galicia del Gobierno de Aznar. "¿Dónde está el Plan Galicia?", clamó el líder del PP ante medio centenar de personas, tras acusar a los socialistas de "gastar en una sola silla más de lo que cuestan todas las de este pabellón". En su vuelta al pasado rememoró -ya lo había hecho en la precampaña en Sarreaus- sus tiempos al frente de la Diputación de Pontevedra. "Yo inauguré la luz eléctrica", aseguró.

A pesar de una fuerte afonía, Baltar, que precedió a Rajoy en el mitin, tuvo fuerzas para clamar contra el "caciquismo" del bipartito. "Iban a erradicar el caciquismo y son los mayores caciques; con ellos llegó la mayor corrupción y la utilización de los instrumentos del Estado", clamó. Para reconquistar la Xunta, Baltar exhortó a los suyos: "Tenemos que ir a sangre para poder derrotarlos".

En un encuentro anterior con la prensa, Rajoy aplaudió a Baltar y mostró su "reconocimiento al PP de Ourense, en donde siempre hemos tenido mayoría de los votos". "En Ourense somos la primera fuerza política, gobernamos la Diputación y tenemos la mayoría de los municipios", presumió.

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Mientras Rajoy estaba de gira rural, Feijóo encontraba en los sondeos el refugio donde guarecerse del tsunami que amenaza al PP en los tribunales, por las ramificaciones de presuntas tramas corruptas en Valencia y Madrid. Por primera vez desde que perdió la Xunta en 2005, un sondeo propio concede estos días al PP una horquilla de entre 36 y 38 diputados y le sitúa al borde de la mayoría absoluta. El trabajo de campo se realizó en enero, antes de que estallase la trama de Madrid y del cese fulminante del cabeza de cartel en Ourense, Luis Carrera Pásaro, por sus irregularidades fiscales, pero con la crisis de los espías ya en todos los medios de comunicación.

La confirmación de que, a falta de dos semanas, las elecciones siguen abiertas, se la brinda al PP el CIS, un organismo poco dado a propiciar alegrías a la oposición. En el cuartel general de los populares celebran su último barómetro y más después de compararlo con el de las autonómicas pasadas. Entonces, en junio de 2005, pronosticó que Fraga cosecharía el 43,8% de las papeletas y entre 34 y 36 escaños. En las urnas logró 37. La encuesta del pasado jueves adjudica a los populares entre 35 y 36 diputados con un porcentaje de votos sensiblemente inferior al de entonces (43,1%), pero "sobre todo", dicen los populares, "confirma la tendencia ascendente de voto que no ha dejado de crecer durante la precampaña". La evolución es inversa a la de hace cuatro años "con un candidato muy desgastado políticamente y una imagen peor".

El renacido optimismo del PP se asienta sobre "datos demoledores", según definición del coordinador de campaña y secretario general, Alfonso Rueda. "Con sólo cuatro años de bipartito, más de la mitad de los gallegos (50,1%) quiere un cambio de gobierno. Y el 44% rechaza otro bipartito. Eso lo dice el CIS", advierte Rueda.

La fontanería del PP cita otros sondeos, como el Pulsómetro de la Cadena SER, que también "mejoran", para el PP, los pronósticos de hace cuatro años. Es una de las razones por las que el cabeza de cartel no se sentará ante las cámaras de TVG frente a Touriño y Quintana: el PP ya no busca los 10.000 votos que le faltaron en 2005 para recuperar la Xunta. La estrategia es distinta y parte de que el bipartito se ha dejado por el camino a una base importante de su electorado. "Estamos subiendo y Feijóo no necesita ese debate. Me gustará ver lo que hacen los representantes de PSOE y BNG. Porque supongo que lo habrá. Si no acuden a TVG, Touriño y Quintana estarán demostrando que sólo era una trampa para Feijóo y una partida con las cartas marcadas. Aún así, iríamos a pesar de las reglas de TVG, si se aceptasen los cara a cara entre los tres candidatos", asegura uno de los asesores que más influye a Feijóo.

Con un índice de fidelidad en el voto del 85%, el PP pretende lanzarse estos 15 días a arañar una parte del 10% de electores que da por perdidos para el bipartito. Anoche, en Chantada, el cabeza de cartel repitió el llamamiento a los desencantados con BNG y PSOE y a quienes votan por primera vez. El candidato admite ahora en los mítines haber aprendido del frío de la oposición y promete otro cambio tras el cambio. Sus estrategas mientras se cuidan de que las visitas de dirigentes nacionales no movilicen al electorado de centro izquierda, sobre todo los jóvenes, y de que no desvíen la atención de una campaña "centrada en Galicia". Aunque formalmente la dirección del PP asegura que para ayudar no sobra nadie, los perfiles de los invitados son de los que no molestan: Estebán González Pons, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.

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