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La precampaña del 1-M
Columna
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Mariposas y gestorías

En los prolegómenos de la campaña electoral hemos visto al BNG postular la elaboración de una Lei de Caixas, la creación de un Instituto de Crédito y también la nacionalización de la Autopista del Atlántico. Son tres medidas plausibles a las que no cabe hacer reproche alguno. Si además los nacionalistas fuesen menos cautelosos y mostrarán similar ambición en las áreas que les corresponden todo sería miel sobre hojuelas. A un servidor no dejaría de hacerle ilusión saber qué sucederá con la Cidade da Cultura o si habrá otras novedades en la de Industria más imaginativas que las de conceder licencias para el negocio eólico.

Con cierta habilidad el BNG se cura en salud poniéndole deberes a los socialistas para justificar el lema que han escogido, ostensiblemente sexy: "Queremos más". Es de suponer que sus socios y sin embargo competidores, los socialistas recogerán el guante y propondrán medidas que, en su caso, tendrían que poner en práctica los nacionalistas.

"Touriño debe protegerse del presidencialismo: si se equivocan los augures, las consecuencias son funestas"

Es un juego muy aleccionador, que nos enseña esto: el gobierno bipartito jamás llego a fraguar como programa común, consensuado y compartido. Lo que unos y otros han hecho ha sido repartirse el poder sin ni por un minuto imaginarse que podrían hacer una política de más altos vuelos. Ante sus electores han disimulado lo que han podido y así han pasado los cuatro años, iniciándose en el prolijo, fatigoso y sin embargo tan ambicionado arte de gobernar.

Por su parte el presidente Touriño ha pasado el tiempo ejerciendo de presidente. Quiérese decir que ha entendido que no debía, ni por un momento, soñar con poner en práctica cualquier medida que fuese polémica, pudiese levantar ampollas en las elites locales -medios de comunicación y Caixas, sobre todo- o estuviese condimentada con alguna sal. Fiel a ese estilo ecuménico, apenas si ha dado que hablar. Los quinientos metros de protección de la costa han sido la única alegría que se ha permitido. Lo demás ha sido insípido. Se ha envuelto en la bandera blanca de la inanidad que veremos qué resultados obtiene en las urnas.

A uno se le ocurre pensar que tal vez el presidente debería protegerse del presidencialismo. Los augures no siempre aciertan al auscultar las tripas de oca y si se equivocan las consecuencias pueden ser funestas. La rebarbadora, una máquina muy popular en el país gracias a Baltar, no sólo funciona en las plácidas tierras de Ourense.

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Siguiendo sus pasos, el PSdeG no ha propuesto ninguna medida que pudiera tener ni la sombra de un cierto perfil político. En realidad, el PSdeG está desaprovechando la posibilidad de reinventarse después del período de Francisco Vázquez. Tal vez el Lado Oscuro de la Fuerza campa aún en la mente de un partido que aprendió del ex-alcalde coruñés la arrogancia y el ejercicio del cinismo apoyado en la colusión con intereses inconfesables. En todo caso, la clamorosa falta de proyecto se pagará, antes o después.

El PP de Núñez Feijóo se apunta al cambio. Tanto se apunta que, de hecho, es el único que renueva sus listas: los dos partidos del gobierno han sido en ese preciso punto marmóreos y han decidido refrendarse a sí mismos por unanimidad. Los populares se han encontrado, sin embargo, con una gran dificultad a la hora de hacer las listas electorales: una vez perdido el poder no había sitio para todos. Ante esa situación Núñez Feijóo ha colocado a los suyos. El PP es hoy un partido interesante: sabemos que está cambiando y que lo hace en la línea de la derecha visigótica de moda. Su galleguismo y su centrismo están siendo aparcados en beneficio de un estrechamiento de su visión. Es evidente que si retrocede el efecto a largo plazo será el de tener una base social más homogénea pero también más reducida: irá dejando jirones tan grandes que lo dejaran varado para siempre en la playa.

El panorama de conjunto causa cierta extrañeza. Galicia es hoy, como lo ha sido en los últimos veinte años, un país tan moderno como lo hubiera soñado Daniel Bell en su célebre libro sobre el advenimiento de la sociedad post-industrial. El peso de Fraga ha sido tan fuerte que, en su subconsciente, PSdeG y BNG han aceptado que la manera en que el redefinió e interpreto al país es la acertada. De ahí proviene la afinidad de las prácticas. Las ideologías han consistido en un par de golpes de efecto y poco más.

Uno no sabe si pensar que los gallegos tenemos una especie de don pragmático que nos hace hipermodernos sin haber pasado por ello o si, simplemente, nos engañamos a nosotros mismos haciéndonos la ilusión de que tenemos un gobierno cuando, en realidad, lo que tenemos es una gestoría administrativa. Uno se acuerda del apólogo chino que Borges rescató "Huan-tzu soñaba que era una mariposa que soñaba que era Huan-tzu". ¿ Tenemos un Gobierno o una Mariposa funcionaria, bella y evanescente?

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