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El conflicto de Oriente Próximo

"Os esperaremos en cada calle y en cada casa"

Hamás lanza un desafío al Ejército israelí y se atrinchera en el interior de la ciudad de Gaza

Casa a casa, expulsando a sus moradores, penetraron ayer las tropas israelíes en las ciudades del norte de Gaza. Y caída la noche, los masivos bombardeos se sumaron a los primeros combates cuerpo a cuerpo. Es la táctica de las milicias palestinas: esperan a los soldados en el laberinto de las zonas más pobladas. Prometen "fuego y hierro" para recibir al enemigo. El Gobierno israelí también promete: "La operación continuará". En 10 días de guerra ya han muerto 600 palestinos. Anoche Israel reconoció la muerte de tres soldados por disparos de uno de sus tanques desplegados en Gaza, lo que eleva a cuatro el total de bajas.

Junto a los tres soldados israelíes que fallecieron anoche en Gaza, otros 20 resultaron heridos -cuatro de ellos de gravedad- por el disparo de un tanque que por error golpeó el inmueble en el que se encontraban los militares, en el norte de la franja de Gaza, según informó un portavoz de las Fuerzas Armadas israelíes. Mientras, el número de víctimas en el bando palestino se elevaba a alrededor de 600, buena parte de ellos civiles. Todo el mundo trabajaba para forjar una tregua. Pero todos, el primero el presidente George Bush, dan vía libre a Israel para proseguir su cruel campaña militar.

Unos 600 palestinos, cien de ellos niños, han muerto en diez días de guerra
Más de mil edificios están en ruinas o amenazan derribo en la franja
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Miles de palestinos han abandonado sus hogares para refugiarse en un lugar seguro, que no existe. Las escuelas de la Agencia de Naciones Unidas están repletas. La mayoría del millón y medio de habitantes de la franja, dividida en tres porciones por el Ejército israelí, vive sin luz, sin agua, con escasos alimentos... No se había visto hasta ahora en Gaza a gente buscando comida en vertederos. Las escenas ofrecidas por canales de televisión árabes son horripilantes: demasiados niños auscultados a los que los médicos cierran los ojos para taparles enseguida con una manta. Un centenar en 10 días.

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De los milicianos caídos, casi nada se sabe. Imposible recoger sus cuerpos. Fuentes médicas aseguran que desde que arrancó la invasión, el sábado por la noche, 54 de los 60 cadáveres depositados en las morgues son de civiles.

En el campo de refugiados de Shati y en el este de Gaza, 27 inocentes murieron al derrumbarse su casa encima tras impactar bombas. Trece de ellos eran miembros de una familia aniquilada en Shati. Mueren enfermeros, niñas que juegan en la calle, ancianos. Cualquiera. La aviación lanzó panfletos instando a los vecinos de la capital, de la periferia de la franja y de Beit Lahia a evacuar sus casas y marchar al centro de las ciudades.

Esta invasión no tiene precedente en Gaza. Y eso que sus pobladores, la mayoría refugiados, han vivido carnicerías varias. Hacen frente a la potentísima maquinaria de guerra israelí unos milicianos mediocremente armados que han optado por cambiar de táctica. En recientes ataques, Hamás y Yihad Islámica, que ayer lanzaron casi 40 cohetes contra Israel, optaron por salir en busca del invasor cerca de las fronteras y pagaron un coste enorme en vidas. Ahora siguen otro camino: la lucha urbana de guerrillas. "Os esperaremos en cada calle y en cada casa con fuego y hierro", clamó Abu Obaida, portavoz de las Brigadas Ezedín el Kassam.

Gaza era una cárcel al aire libre antes de la invasión. Ahora es bombardeada desde tierra por el este, desde el Mediterráneo por el oeste, y desde el cielo. A todas horas. Algunos medios informan de que se están empleando bombas de fósforo -permitidas en ciertos casos- y bombas de racimo.

La historia se repite. Y la brutalidad del ataque comienza a causar desazón en intelectuales y analistas políticos israelíes. El Gobierno de Ehud Olmert, a su juicio, se ha pasado de la raya. Está haciendo en Gaza lo mismo que hizo en Cisjordania en 2002 -en plena oleada de atentados suicidas-, durante la Operación Escudo Defensivo: destruir las infraestructuras civiles palestinas. Aparte de los ministerios, que no son patrimonio de Hamás, se ha bombardeado la Escuela Americana, los repetidores de telefonía, centros clínicos, ambulancias, además de puentes y carreteras. Más de 1.000 edificios están en ruinas o amenazan derribo. El Ejecutivo israelí, no obstante, niega la crisis humanitaria.

Muchos creen que esta guerra tiene objetivos distintos de los anunciados por el Gobierno israelí: la destrucción del poder militar de Hamás para que el sur del Estado sionista no sufra las andanadas de cohetes. El analista Akiva Eldar escribía ayer: "La enorme fuerza ha sido enviada a Gaza no sólo, e incluso no principalmente, para golpear la infraestructura de Hamás. El objetivo primordial que el Gobierno encargó al Ejército fue desmantelar la infraestructura civil de la única organización que desafía la autoridad del presidente Mahmud Abbas".

Aún debe quedar en pie algo de esa infraestructura que se considera un objetivo legítimo. No basta con la ingente destrucción ya causada. Gaza se está convirtiendo en Somalia. Y nadie parece poner suficiente esfuerzo para detener la carnicería. "Hamás ha recibido un golpe muy duro, pero todavía tenemos que conseguir nuestros objetivos y la operación continúa", afirmó el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak.

Hamás se mostró, a través de su liderazgo en Damasco, dispuesto a estudiar propuestas de tregua. Seguramente no renunciará a sus exigencias de que se abran todos los cruces fronterizos para poner fin al bloqueo económico. Y, tal vez, eso demuestre que la contundente campaña puede ablandar al movimiento islamista. Pero no ha lugar, de momento, al alto el fuego.

"Una guerra necesaria contra el terrorismo no concluye con un acuerdo. No firmamos acuerdos con organizaciones terroristas, combatimos el terrorismo", declaró la ministra de Exteriores, Tzipi Livni. Omitió que con la organización chií libanesa Hezbolá -organización a la que también considera terrorista- se pactó la tregua en 2006 y se negoció dos años después el intercambio de dos cadáveres de soldados por cuerpos de milicianos palestinos y libaneses y por terroristas vivos.

Funeral de tres niños fallecidos durante un ataque de las Fuerzas Armadas israelíes en la franja de Gaza.
Funeral de tres niños fallecidos durante un ataque de las Fuerzas Armadas israelíes en la franja de Gaza.AP

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