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Condenado a 10 años un joven por matar a otro en un concierto en Sagunto

Mató a un joven hace dos años en Sagunto sin razón aparente. Ayer asumió los hechos y aceptó una pena de diez años de cárcel. Hilario G. C., de 27 años, reconoció el asesinato ante un jurado popular en la Audiencia de Valencia.

Tocaba el grupo Vitualla, de Faura, en el festival Wichitero Rock, que se celebra en Puerto de Sagunt, en las inmediaciones de la avenida de Altos Hornos, coincidiendo con la festividad del 9 d'Octubre. Era la madrugada del domingo 8 de octubre de 2006. Hilario G.C. acudió al concierto con varios amigos. Hacía dos meses que había salido de Picassent. Su catálogo delictivo iba desde el tráfico de drogas con sólo 16 años a las lesiones, robo, robo con fuerza y homicidio en grado de tentativa. Aquella noche de fiesta mucha gente le vio bebido y escondiendo un cuchillo de grandes dimensiones. Amedrantó a un grupo de jóvenes que hacía botellón. Discutió con la víctima por una ronda de cubatas. Sacó el cuchillo y se lo clavó varias veces. Dejó a su amigo mortalmente herido en el suelo y se fue ensangrentado caminando. La policía local lo detuvo poco después. Ayer, Hilario G.C. reconoció que le clavó el cuchillo a la víctima tras una discusión y aseguró que lo hizo bajo los efectos del alcohol. Además, añadió que ha tenido dependencia de los estupefacientes desde los 12 años, que no era dueño de sus actos.

El fiscal describió cómo ocurrió la agresión. Según consta en su escrito de acusación, el enfrentamiento fue violento, el procesado sacó de entre su ropa un cuchillo de cocina de 28,5 centímetros de hoja y se lo clavó a la víctima a la altura del tórax y del hombro mientras lo sujetaba con su mano izquierda. La víctima falleció casi en el acto.

Hilario G.C. aceptó cumplir por un delito de homicidio diez 10 años de cárcel e indemnizar a la familia de la víctima, a la que no se podrá acercar en un plazo de 11 años, con 180.000 euros.

El fallecido tenía 27 años. Era conocido suyo. Había llegado desde Sevilla a Sagunto para trabajar, lo hacía entonces en una subcontrata. Su muerte abrió un debate sobre las medidas de seguridad en lugares de concentración de locales de ocio. Algunas voces pidieron incluso que se suspendiera la celebración de ese festival. Los testigos de los hechos denunciaron entonces que en las proximidades del lugar no hubo una ambulancia a pesar de que la convocatoria era pública, autorizada y habitualmente congregaba a un número importante de público. Aunque las heridas fueron mortales y la víctima falleció casi en el acto, el Ayuntamiento recibió severas críticas porque algunos de los testigos aseguraron que la ambulancia tardó 20 minutos. El Consistorio lo negó.

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