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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El sueño echa a andar

Barack Obama culmina de forma apoteósica su confirmación como candidato a la Casa Blanca

Hace cuarenta y cinco años, Martin Luther King encandiló con su sueño en favor de la igualdad social y racial. Ahora, un joven político con el mismo color de piel rememora al asesinado líder negro con el sueño de que ha llegado el momento del cambio para su país. "Podemos hacerlo mejor", después de ocho años de Gobierno republicano, dijo Barack Obama el jueves en la clausura de la Convención Demócrata, en Denver (Colorado), al aceptar la candidatura de su partido a la presidencia de Estados Unidos. El discurso fascinó a sus seguidores, introdujo pragmatismo a su habitual y excesiva retórica, y transmitió la sensación de que allí había un líder capaz de mitigar las heridas que la dureza de las primarias había abierto en el bando demócrata. ¿Será suficiente para derrotar en noviembre a su rival republicano, John McCain, que ayer sorprendió a todos al elegir a una mujer ultraconservadora para su ticket, y convertirse en el primer negro en la historia que alcanza la Casa Blanca?

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Un discurso, por extraordinario que sea, no basta para el triunfo de un político ni para borrar de un plumazo los prejuicios raciales y los recelos que suscita la exótica figura de Obama (hijo de un negro de Kenia y de una blanca de Kansas) en muchos sectores de los estadounidenses: mujeres, hispanos, trabajadores blancos... Sin embargo, no cabe duda de que puede tener un impacto notable en la conducta de una nación que a veces vota por factores emocionales.

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Obama no podía defraudar en Denver después de cómo había llegado hasta allí, con las encuestas dándole por primera vez la espalda tras su sorprendente victoria en las primarias ante Hillary Clinton, y con un tercio de los seguidores de la senadora por Nueva York decididos a no darle su confianza el 4 de noviembre. Y no defraudó a quienes le pedían concreción y más dureza con McCain, al que ligó con los errores de la Administración de Bush en política exterior y la desatención de los trabajadores en favor de los ricos. Prometió una rebaja de impuestos para el 95% de las familias trabajadoras, acabar con la dependencia energética americana de Oriente Próximo en 10 años y no conducir a EE UU a guerras equivocadas.

Las encuestas situaban a Obama y McCain empatados antes de la convención. Es probable que lo ocurrido el jueves permita retomar la delantera al primero. De hecho, tras el respaldo de Hillary Clinton el martes y el de su esposo, el ex presidente Bill Clinton, el día siguiente, las encuestas le daban una ventaja de cuatro puntos sobre su rival, que ayer sorprendió designando a la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, casi 30 años más joven que él, inexperta en las lides políticas de Washington, como compañera de tándem. Puede ser un gesto astuto para ganar votos femeninos. El lunes llega el turno de la Convención Republicana, en Minnesota. McCain, a sus 72 años, será el aspirante a la presidencia más anciano de la historia. Y eso puede ser una rémora, con o sin acompañante juvenil.

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