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Un orgullo bien visible

Decenas de miles de personas concurren a la manifestación gay en Madrid

Elena G. Sevillano

Ayer era su día. El de ellas. Porque la manifestación del Orgullo Gay estuvo dedicada a las mujeres. Como Yolanda, socióloga de 32 años, que bailaba en plena Gran Vía a ritmo de música house y decía, casi a gritos: "Las mujeres están doblemente marginadas, por mujeres y por lesbianas".

Ella misma, que se besaba sin pudor con su compañera, confesaba que en su trabajo "nadie lo sabe". Prefiere ocultarlo, decía, porque "aún falta mucho para que se pueda hablar con normalidad". Por eso, porque aún hay que reivindicar los derechos de las lesbianas, este año el Orgullo era femenino. Y su lema: "por la visibilidad lésbica".

Las carrozas se recibían en la plaza de España con un "¡Viva el rollo bollo!"
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Por la visibilidad lésbica

La marcha, que congregó a decenas de miles de personas en el centro -1.100.000 según los organizadores, el Colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Madrid (COGAM)- arrancó con algo de retraso, hacia las seis y veinte. A la cabecera, en la Puerta de Alcalá, estaba la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, que sostenía la pancarta con el lema escrito en todas las lenguas autonómicas. A su lado, entre otros, el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares; el secretario general de UGT, Cándido Méndez, y el secretario de Movimientos Sociales del PSOE, Pedro Zerolo. Una traca marcó el inicio. Después empezó a sonar A quién le importa, de Alaska y Dinarama, y se puso en marcha una caravana de personas a pie y casi 40 carrozas que recorrieron Alcalá, pasaron por la Cibeles y siguieron por la Gran Vía, hasta la plaza de España.

"Me gusta que por una vez hablemos de las lesbianas, porque parece que el mundo gay es sólo de hombres", dice Manuel, diseñador gráfico de 37 años, que baila frente a una carroza rebosante de osos de pelo en pecho. Hace cinco años que no se pierde un Orgullo. "Me encanta la alegría que hay. Ves parejas con hijos, gente mayor. Hacen normal esto", comenta mientras se quita un gorro de legionario. "Es un fetiche", ríe. "A ver si así acabamos con el estigma de que mujer lesbiana igual a camionero. No es cierto. Las hay bien guapas", asegura.

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"Los gays son más abiertos y las lesbianas, más cerradas", resume David a la pregunta de por qué se reivindica la visibilidad de ellas. "Tengo amigas que no se lo dicen a sus familiares", dice este estudiante de 18 años que lleva por todo atuendo un slip blanco, una corbata plateada y unas alas. "Voy de angelito", confirma. Su amiga, Cecilia, de la misma edad, tercia: "Es que si la mujer ya está discriminada, si es lesbiana, más". David asiente y todos siguen bailando en la Gran Vía, donde el calor hace desaparecer las camisetas de ellos y aflorar los bikinis de ellas. Cámaras de fotos, banderas y sombreros arco iris y vendedores de "cerveza fría" casi a cada paso.

La marcha fue reivindicativa: "En muchos países la homosexualidad es delito", lamentaban varios carteles que llevaban voluntarios de Amnistía Internacional. Se leyeron otros lemas como "Derecho de asilo para las personas por su orientación sexual", de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. O "Stop homofobia", del Movimiento contra la Intolerancia.

El Samur tuvo que atender a 27 personas. Siete, fueron trasladas a hospitales, pero todas por asuntos leves."Hoy es un día de derechos de los ciudadanos", dijo Aído, momentos antes de arrancar la manifestación. También dijo que "la visibilidad es importante" y que salir o no del armario "es una decisión personal". "Lo que hay que hacer es crear las condiciones para que se pueda hacer y hacerlo con libertad".

Pero, como no podía ser de otra forma, el Orgullo también fue una fiesta. Con música, con mucho calor en las primeras horas y, como siempre, con récord de torsos desnudos por metro cuadrado. "Yo lo prohibiría. Esto es un libertinaje", dice Alicia, de 33 años. Brazos cruzados y con su uniforme de camarera, se apoya en el quicio de la puerta de un hotel en la calle de Alfonso XII, donde las carrozas esperan su turno para empezar. "Es que soy de pueblo", se justifica. De Puerto Real (Cádiz), para ser exactos. "Veo cada desperdicio que me entra de tó". Y se echa a reír.

Un poco más allá, frente a la Puerta de Alcalá, Nuria y Miguel hacen fotos a las carrozas. Están con sus hijos José Miguel, de 8 años, y María, de 5. "A la niña le he contado que es un concurso de disfraces", explica Nuria. Por delante está pasando un camión con medio centenar de chulazos que se contonean insinuantes a ritmo de chumba-chumba. "Es que no lo entendería", afirma. La niña, mientras, se lo pasa pipa viendo el despliegue que ha hecho una marca de peluquerías. Chicos y chicas vestidos a lo Mil y una noches, todos de blanco y dorado. Coronando la carroza, una palmera que acusa los vaivenes de tanto arrancar y parar. José Miguel, en cambio, sí sabe de qué va la cosa. "Son los que se casan un chico con otro chico". Sus padres le miran encantados. "Vemos la marcha como una fiesta y los traemos para que no lo tengan como un tabú, algo prohibido, que era como lo sentíamos nosotros de pequeños", afirma Miguel.

Pasadas las diez y media seguían llegando carrozas a la plaza de España. Normal, porque algunas -las había de partidos políticos, sindicatos, peluquerías, programas de televisión o el Patronato de Turismo de Fuerteventura- ni siquiera habían salido de Alcalá a las ocho. En la plaza, las iban recibiendo desde un escenario, al grito de "¡Arriba el rollo bollo!". Poco antes de las nueve se leyó el manifiesto del Orgullo Gay, que afirmaba: "Hoy es nuestro día pero no debemos olvidar que nuestra dignidad y nuestra igualdad siguen recurridas" por un "vergonzoso" recurso de inconstitucionalidad presentado por el Partido Popular. Con la fiesta casi terminada, Alberto y Julián, vestidos de marinerito y cogidos de la mano, se encaminan a Chueca, donde las barras en la calle ya están montadas y los camareros, preparados para una noche larga. En las plazas de Vázquez de Mella, de San Ildefonso, de Chueca... espera la música. Sólo con que se repita la afluencia del viernes, Chueca rebosará. "Estamos supercansados, pero es que hoy hay que darlo todo".

Tres asistentes a la manifestación.
Tres asistentes a la manifestación.SAMUEL SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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