_
_
_
_
_
Entrevista:FATEMA MERNISSI | ENTREVISTA

"Todos somos nómadas digitales"

Lola Huete Machado

En su casa, un cuarto piso en el barrio de Agdal, en Rabat (Marruecos), todo es artesanía y recuerdos, sillones y alfombras apetecibles, té y pastas que se ofrecen al visitante en mesa baja. Las plantas refrescan, en esta calurosa tarde de junio, una terraza desde la que no se ve el mar, pero se intuye. Porque la playa como metáfora de la comunidad (ummah) que vive y convive en paz está siempre en la mente de la anfitriona, Fatema Mernissi. A sus 68 años, esta socióloga y escritora humanista, historiadora y profesora, premio Príncipe de Asturias 2003, sigue siendo mujer poderosa, rotunda, coqueta: aparece vestida con uno de los chalecos que ella misma confecciona, un gorro rojo sobre su media melena, joyas de plata en cuello y manos. Es, además, charlatana entregada que no gusta de programas ni de agendas apretadas porque su pensamiento y palabra son incontenibles, idas y venidas a los infinitos temas que sacuden su mente. No hay contenedor posible para guardar tanto. Valga aquí sólo un cabo, ese hilo conductor y recurrente en su discurso actual: la importancia última y creciente de las nuevas tecnologías (Internet, móviles, televisión vía satélite) en las relaciones personales y sociales en los países islámicos Con ellas se rompe el hudud, las fronteras espaciales que dividen el universo en ese ámbito privado donde habitan y, se supone, se protege a mujeres y niños, y el público, donde los hombres adultos ejercitan su autoridad. Ahora, gracias a Internet, todos somos nómadas digitales (ver www.mernissi.net). Y eso no tiene precio, asegura. En especial para las mujeres y la sociedad civil. La cuestión ya no es to be or not to be, sino to navigate or not to navigate.

Y además, ese sentido profundo de la comunidad que poseen los musulmanes ha encontrado en lo cibernético un cauce inmejorable una ventana siempre abierta para expandirse, dice ella, apurada por la hora porque tiene una cena importante. Relax, relax ante todo, aconseja, sin embargo. Internet es una herramienta perfecta para extender esa idea del amor altruista que ya existía en la literatura islámica y sufí desde tiempos del poeta andaluz Ibn Hazm [año 994], algo tan necesario para sobrevivir en los tiempos que corren. La inteligencia emocional, tan de moda, ya era asunto islámico hace diez siglos, asegura. De eso habla precisamente en su obra El amor en el islam, publicada en 1988, que, revisada, se reedita ahora en España (Aguilar). El choque actual, asegura, no es entre civilizaciones, como afirmaba Samuel Huntington, ni siquiera entre religiones, sino entre el concepto islámico de ulfa (amor generoso, desprendido, altruista) y el consumismo occidental, individualista y feroz. O quizá, apuntó en uno de sus artículos, sea un choque de sueños: El hombre moderno ha olvidado la religión, pero lo sagrado sobrevive, enterrado en su inconsciente. Ahí está el enigma y quizá la razón del desencuentro.

Y más: ve Mernissi en este nuevo tiempo digital otra gran ventaja. El poder y el saber ya no son sólo patrimonio de las mezquitas o las madrasas. Y nadie mejor que ella para saberlo. ¿Qué ha sido del libro El harén político, que fue prohibido en su país? ¿Sigue estándolo?. Qué más da eso ya. Ahí está colgado en Internet. Ahora, si te prohíben una obra, es estupendo; la promoción es automática en la Red, y tremenda.

Se reedita su libro El amor en el islam, en el que habla de la creciente popularidad en la Red del poeta cordobés Ibn Hazm, de la mística del amor y de los sufíes. Sí, pero, ah, no he visto la edición española. ¿La tienes? ¿Han incluido las 50 palabras para decir amor en árabe a modo de diccionario? Ah, lástima. En la versión francesa aparecen en la lista de Ibn Hajala, un imán del siglo XVI: hawâ, sabâb, alâqa, chaghaf, wajd, kalaf, chawq

Sí, aquí están todas en la página 35; a saber, mahabba, alaqa, miqa, sajw Sí, sí. ¿Y han incluido las fotos de las portadas de las revistas panárabes que les indiqué? Ah, sí. Aquí están. Son algunas publicaciones femeninas y familiares que se pueden encontrar en los quioscos de Bagdad a Casablanca.

¿Cómo se llaman? ¿De qué hablan? Las hay como Rose el Youssef, egipcia, que se pregunta por qué las más hermosas de las mujeres ya no quieren casarse; Teens Today, editada en Abu Dabi y preocupada por la moda de los desnudos en los videoclips; Zahrat al Khaleej [La Flor del Golfo Arábigo], de Dubai, que se plantea: ¿Está Internet destruyendo las relaciones matrimoniales?. Otra es Laha [Para Ella], de Beirut, que informa de que una de las últimas modas en Líbano es que las mujeres celebren su divorcio con fiestas por todo lo alto, en las que, además, anuncian su disponibilidad. Al Sada, de Dubai, se autoproclama semanario de la familia árabe, y en su número 453, de diciembre de 2007, titula: Los hombres necesitan Viagra Las mujeres lo están pidiendo.

Todas las portadas están allí, bien impresas. Así que Mernissi se preocupa antes de nada por la comida, la miel, los crêpes o esos dulces de almendra como los que se preparaban en Al Andalus Y estos crêpes, ¿sabes?, los venden las mujeres hoy por todo el distrito. La mujer ha salido de las cocinas, y ése era el sueño de mi abuela, ganarse la vida vendiendo cuscús. Un sueño hecho realidad. La escritora, activista y crítica, se ocupa desde siempre en mostrar esos cambios sociales y en intentar desenredar las uniones nefastas y habituales entre aspectos negativos (como antidemocracia, represión de la mujer, terrorismo) y el islam.

¿Sigue siendo tan inmenso como antaño el desconocimiento entre el mundo islámico y el occidental, o ha mejorado? Te doy un ejemplo último: la asociación automática juventud-violencia. Es tan delirante como la de islam y terrorismo, olvidando que este último surgió también en ciertas democracias occidentales laicas (ahí están las Brigadas Rojas en Italia, el IRA en Irlanda, la Baader-Meinhof en Alemania). El terrorismo moderno está lejos de ser un fenómeno religioso, local, racial o demográfico, como pretenden las tesis reduccionistas. Más bien es fruto de una economía fuertemente consumista que ignora la ética humanista; eso es lo que llevó a la revuelta a los jóvenes europeos de los años setenta. Y los que los entrenan no son jóvenes precisamente.

Lo afirma y lo enseña en uno de esos esquemas repletos de datos y fuentes que prepara antes de sus conferencias. Para analizar este tipo de relaciones peligrosas, y tras los atentados suicidas en Casablanca (abril, 2007), Mernissi organizó un seminario titulado ¿Con qué sueñan los jó­venes?, en el que reunió a diversas generaciones, gente con estudios y sin ellos, artesanos y escritores. La conclusión: Debe evitarse de una vez por todas y en nombre de los derechos humanos ese reflejo discriminatorio de insultar a los jóvenes en general y a los pobres en particular cada vez que hay un atentado.

¿Cómo luchar contra esa falta de entendimiento, los estereotipos? [Ella hojea un libro de fotografías sobre Marruecos de Alfredo Cáliz y se detiene en una en la que un montón de cabras aparecen subidas a un árbol, y de ahí surge un tema, un discurso, una historia]. Es el acebuche, que produce el fruto del que se extrae el aceite de argán. ¿Lo conoces? Las tribus bereberes del suroeste lo usan en su dieta y como medicina. Un cosmético buenísimo, para todo Pero debes usarlo por la noche Por el día, no, es dañino con el sol

En un foro organizado por el Centro Niemeyer, en Avilés, hablará usted [lo habrá hecho ya] de cómo enfrentarse a la soledad y la depresión como viajeros globales que somos. ¿Le preocupa la depresión hoy? Sí, todo el mundo parece estar deprimido Aquí también, no sólo en Occidente. Lo planteo así: Estrés y depresión como problemas planetarios causados por la nueva religión del mercado. Son temas que nos preocupan y ocupan también; mira, por ejemplo, Al Arabi, revista de Kuwait, edición de abril pasado. Titula La ansiedad es nuestra epidemia del siglo. Entre la lista de causas están primero los problemas familiares, pero hay otros nuevos que revelan que la sociedad árabe actual está invadida por el consumismo. Una sociedad regida por valores materiales y beneficios, y las batallas consiguientes para conseguirlos. La nueva fe mundial es la religión del mercado. Y tiene un aparato eclesiástico completo. Lo dice Richard C. Foltz: hay sacerdotes (economistas), misioneros (la industria publicitaria) y una iglesia (el centro comercial). Posee hasta un sistema ético cuya máxima virtud es ir de compras. Y los fieles se llaman consumidores.

¿Y esa imagen del señor con gesto preocupado que aparece en Al Arabi es Julio Iglesias? No, no. Pero Julio Iglesias es el modelo de hombre ideal aquí, con el que sueñan las jovencitas. Todos los héroes libaneses son como él. Y mira, en esta otra revista digital, la religiosa Ommati [Mi Comunidad Musulmana], te dicen cómo combatir la depresión: No dejes que el pesimismo te invada, mira a la parte del cielo por donde sale el sol cada mañana. No hay puesta de sol sin salida. Mira siempre el lado soleado de tu vida.

Sí, hay imanes famosos, como Al Qaradawi en la cadena Al Yazira, que se dedican a aconsejar sobre cómo salir adelante en este camino tortuoso. ¿Son muchos? No te puedes imaginar cuántos. Todas las revistas impresas o digitales tienen páginas de consejos y de contactos amorosos. Mira en Islamonline o en Muslima.com.

Que todo el mundo necesita amor está claro, ¿pero cómo se consigue? El poeta Adonis dice: Pesimismo es una rutina, optimismo es creatividad. ¿Cómo conseguirlo? Ah, hay que desarrollar escenarios. Pero esto no se consigue con dinero. No con el modelo de los países del Golfo. Fui a Dubai y todo lo que vi fue consumismo. ¿Están invirtiendo en calidad? No. Había ochenta paquistaníes esperando el autobús, y me dije: si no pueden resolver el problema del transporte, no pueden resolver nada. Por eso no acepté hacer este debate [el del Centro Niemeyer] allí, sino en España.

¿Qué fue de su idea de fotografiar a un millón de musulmanes en la playa como testimonio de la heterogeneidad de la sociedad marroquí? Nunca fue una foto para realizar, sino una imagen concepto, algo que se ve cada día de verano. La playa está repleta de gente, de todas clases, y no están luchando, no hay violencia. Es la visión de una comunidad viva. Un ejemplo: si deseo dejar mis ropas al cuidado de alguien, si se las doy a un alemán me dirá: Ah, no, no es mi responsabilidad; pero un marroquí me preguntará: ¿A qué hora vuelves? ¿En media hora? Vale. Él forma parte del grupo. La playa es un nuevo espacio público, pacífico, familiar, donde, cuando uno come, ofrece al otro, al paseante. Esto no es Nueva York.

¿En qué otros proyectos anda? Buscar, por ejemplo, cómo se dice te quiero en marroquí o en bereber, en ciudades o en los pueblos, en una música u otra Ése es el concepto. Yo sé como se dice aquí, en árabe, pero no en las montañas. Hay nuevas creaciones del lenguaje

¿Y cuántas palabras hay sobre depresión? Muchas: confuso, triste, quemado, avergonzado Voy a escribir un libro sobre cincuenta palabras que he descubierto

¿Qué pasa con todas estas webs para encontrar pareja? ¿No son un peligro para el matrimonio tradicional? ¿Es posible casarse a través de Internet? ¿Esos matrimonios son halal, están aceptados por el islam? No. Para que un matrimonio sea válido tiene que haber testigos físicos. Pero se están dando todo tipo de casos. Incluso divertidos. Un chaval se casó con una mujer de Finlandia, obtuvo el visado, se fue a verla y regresó pronto porque allí había sólo tres horas de luz ¡Ja, ja! Sucede. Y creo que fue en la Embajada canadiense donde me contaron que había un montón de demandas para matrimonios Bueno, una cosa es segura al hablar de jóvenes: que no te puedes ganar la vida si te quedas sentado en casa. Seas de donde seas, americano o africano. Es más, tradicionalmente, el islam empuja a la movilidad como forma de aprendizaje y crecimiento. Tenemos la luna, los ciclos; si no hay agua aquí, vas allá. La Tierra no tiene límites. Por eso no me sorprende que los musulmanes sean los más beneficiados con Internet. Ya tenían su comunidad creada. Una mundial que hace que en ningún sitio seas extraño: sucede en los viajes, en los mercados. Por ejemplo, a mí me enloquece la joyería, y cuando voy a Dakar (Senegal) a comprar plata me dicen: ¿De dónde eres?. Ah, Marruecos. Y el precio baja. No bromeo. Es el sentido de comunidad Algo fabuloso que Internet ha revitalizado. Aquí hay cibercafés por todas partes.

La familia tradicional debe de andar preocupada con tanto intercambio No tanto, es que eso forma parte del teatro oficial. Aquí sucede como con las familias católicas en Europa: se violan las reglas todo el tiempo; pero de puertas afuera, nada se ve. Catolicismo pragmático. La diferencia entre lo que es público y lo que es privado. Aquí es igual.

Internet es entonces para usted una herramienta de libertad Desde luego. Siempre desde el punto de vista individual. Y hay que darse cuenta de algo, como dice la BBC en árabe: el problema no es cómo nos casamos en los países islámicos, la noticia verdadera es que la gente no lo hace; hay nueve millones de solteros en edad casadera en Egipto, por ejemplo.

¿Es más habitual el divorcio? No lo sé, el divorcio siempre existió; no es un tema.

En su libro apunta una tendencia, similar en Occidente: que los hombres abandonan a su mujer y se casan con otras más jóvenes. Sí, pero hasta eso está ya demodé. Yo diría que la noticia es que la tendencia hoy es que son las mujeres las que dejan a sus maridos porque tienen sus trabajos, y se casan sólo si lo desean y no porque la familia necesite dinero.

¿Y qué hay de la poligamia? Desde que en Marruecos se aprobó el nuevo código de familia, en 2004, debe autorizarla un juez. No es tema ya hoy. Sí lo es que las mujeres tengan su trabajo y su dinero.

¿Y que hay de esos consultorios de sexo en televisión, como el de la egipcia Heba Koth titulado Hablando en serio, o esos otros en las webs? Ah, sí, hay muchos. Pero no es novedoso para nosotros.

¿No es novedad? No. Porque en el islam siempre se habló de sexo. Es parte de la vida. Para los cristianos tiene que ver con la reproducción; para nosotros, no. De hecho, hay montones de libros clásicos sobre posturas, afrodisiacos, comidas, plantas Te recomiendo un libro, The perfumed garden, de Nefwazi, y hay otro sobre cómo los hombres mayores pueden mantenerse jóvenes que Bueno, muchos El islam es una religión bastante antimasculina de hecho, porque no está en contra del cuerpo, no lo reprime como el cristianismo. Y Mahoma es un hombre casado que disfruta de serlo.

¿Hay muchas diferencias con la sexualidad occidental? Sí, pero antes quiero apuntar la mayor: la pornografía. Y por cierto, si quieres poder aquí, debes invertir en medios de comunicación. ¿Sabes cuántos canales panárabes hay? En 1981 había uno. En la primera guerra del Golfo vimos las bombas por la CNN; seis meses después abrió la MBC. Ahora son 465 vía satélite. Y los occidentales, claro.

Decía que la sexualidad es distinta Ah, sí, en estos canales no hay pornografía. Y el sexo, bueno, ahora debatimos sobre lo erótico en los videoclips Hay bailes, canciones, pero nunca sexo explícito. Me gustan por su estética. Lo que no me gusta tanto es que, cuando me alojo en un hotel europeo, haya canales porno Verlos o no es algo que quiero controlar yo, no que me bombardeen sin quererlo. Por cierto, la costa española está a unos 13 kilómetros de Tánger, ¡13! Y me puedo dar por contenta si consigo ver Al Yazira desde Madrid. ¡Un ejemplo de interés mutuo!

¿Parece que las cosas están cambiando muy deprisa en Marruecos? El Marruecos que yo conocí ya no existe. Hablo como socióloga. Siempre pensé que los cambios aquí, en el Tercer Mundo, van más rápidos que en Europa. ¿Por qué? Porque en Europa tienes el poder de pararlos: los intereses de la gente, los de las multinacionales para asegurarse el poder. Aquí, ese poder está centralizado. E influye, claro, también el desarrollo de las tecnologías. La industrialización en Europa necesitó tres siglos Así que el mejor regalo que nos han dado son las tecnologías de la comunicación Y las estadísticas oficiales de su uso se quedan cortas. Porque en pueblos perdidos del Atlas no hay quizá ordenadores personales, pero sí un cibercafé. Tecnología, son los pobres quienes mejor la usan. Lo cuento en mi libro El hilo de Penélope. Encontré a un artista en Zagora, le pregunté cuánto valía su obra y me dijo: En mi página web está el precio. ¿Pero tienes una web tú, y yo, que soy profesora de universidad, no?. Y él respondió: Sólo puedo sobrevivir si estoy comunicado. Internet es mi respiración. Ha hecho realidad su sueño gracias a la tecnología. Ésa es la solución para muchos, para no emigrar.

¿Es un buen medio la Red para acercar posiciones? Mira, tengo 68 años. Y no pienso ya en términos Este-Oeste, sino como mujer de edad. Sólo sé y veo que en París, por ejemplo, nadie mueve un dedo por ayudar a sus mayores, y eso es criminal. Para mí, se trata de asegurar la implicación social de los jóvenes. Ellos deben garantizar ese cuidado de unos a otros Europa vive en un sueño, porque la realidad es que necesita mano de obra joven Es estúpida esa selección de la emigración No puede vivir sin los africanos. ¿Cuál es el problema? Cómo integrarlos. Bueno, si hay un accidente aquí, rápido aparecen 30 personas para ayudarte Pero si estás en Nueva York, te puedes morir en la calle y a nadie le importa. Lo que me pregunto es cuánto va a durar esto en Marruecos

La nueva normativa europea sobre inmigración cierra mucho las puertas a Y nosotros tenemos también el problema de la migración interior. Por ejemplo, en el sur de Marruecos. Los bereberes. Muchos te dicen: no podemos irnos porque nuestra cultura desaparecerá. La población disminuye. Se traslada a la ciudad. El desierto se muere. ¿Cómo pararlo? ¡Uf! Sobre el exterior: no comprendo a los europeos. Si yo fuera una mujer mayor francesa tendría claro que no puedo vivir sin la ayuda de los jóvenes. ¿Solución? Crear planes para Madrid, para Galicia, para el Mediterráneo Planes de alimentación, de población, de existencia común.

Quizá el miedo europeo no es ante los que llegan, sino ante lo que traen consigo: religión, tradiciones, el cambio Pero ¿quiénes son los emigrantes? Los europeos mismos. Claro, que otra cosa es el comportamiento en uno u otro lado. Volviendo al escenario de la playa: voy allí, los chavales están jugando al fútbol, y al llegar les digo: Quiero pasar y tengo miedo. Y se paran. No sé si eso lo hacen los hijos de emigrantes en Madrid. Eso es un problema real. Los chavales europeos no tienen esa vinculación común, tan fundamental. ¿Por qué no les permiten sentirse europeos? Porque Europa es una suma de individualidades, no una comunidad.

¿Y cómo hacerlo? Verlo y analizarlo. Cuando contemplo en la tele la violencia de los jóvenes en Inglaterra, por ejemplo, pienso: ¿por qué se matan unos a otros? La sociedad europea está enferma. Y está llegando hasta nosotros en forma de consumo exacerbado: que es la ausencia completa del amor altruista, comunitario. ¿Cómo pararlo? ¿Qué es lo que está mal en la sociedad occidental? No se habla aquí mucho de eso. Porque siempre se dice que los europeos son felices, tienen democracia, pero ¿qué democracia es ésa? No es algo que me guste decir, pero, por ejemplo, Gibraltar. Es una frontera fantasma, nunca existió en realidad. ¿Y Ceuta? Bueno, españoles, portugueses, todos estuvieron aquí. La idea de separación es un mito. Pues con la tecnología podemos comunicarnos globalmente como individuos, romper esos hilos de poder que mueven las cosas, aumentar lo que llamo la sinergia cívica Maravilloso.

Sí, permite lo positivo, pero también lo negativo: es una buena vía de conexión entre terroristas. ¡Pero si muchos de los terroristas provienen de Europa misma! Para mí, la cuestión es averiguar cuál es la semilla y la tierra, el caldo de cultivo que lo produce. Necesita nacer y crecer como las plantas. Lo resolveremos si sabemos por qué sucede, no con tópicos como que todos los terroristas son musulmanes. Insisto, no hay que olvidar que la Red permite conexiones múltiples, y en Europa viven grandes humanistas, tantos y tantos anticonsumistas

Y otro de los problemas en los países islámicos es la creciente financiación por parte del fundamentalismo ¡Ah!, pero construir hoy madrasas no significa lo mismo que en los años ochenta. La gente no va a buscar la información allí si hay Internet. Ahora la manipulación es muy difícil. Siempre puedes consultar, comparar, contrastar. Además, Internet está dejando claro algo que los europeos ignoraban: que el islam no tiene iglesia, que no hay iglesia que te pueda manipular Otro tema interesante ahora es decidir, como hicieron ya los sufíes, si importa o no tu religión a la hora de formar parte de la ummah, o si basta sólo el amor hacia los otros. Mira este cartel de Al Andalus, del poeta Ibn Arabi, del siglo XIII. Dice: Yo creo en la religión del amor. Donde quiera que la caravana del amor vaya, allí estarán mi religión y mi fe. Ahí da la solución a muchos de nuestros problemas.

ALFREDO CÁLIZ

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Lola Huete Machado
Jefa de Sección de Planeta Futuro/EL PAÍS, la sección sobre desarrollo humano, pobreza y desigualdad creada en 2014. Reportera del diario desde 1993, desarrolló su carrera en Tentaciones y El País Semanal, con foco siempre en temas sociales. En 2011 funda su blog África no es un país. Fue profesora de reportajes del Máster de Periodismo UAM/El País

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_