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Niños en el asalto a las chabolas

¿Será demasiado tarde? A falta de comprobar la veracidad del arrepentimiento de algunos pirómanos reconvertidos en bomberos, el virus de "la caza de brujas contra el diferente", como lo ha llamado Amnistía Internacional, ha llegado a los más inocentes: los niños.

Los profesores del colegio San Juan Bosco de Ponticelli, el barrio de donde fueron expulsados los gitanos rumanos, han pedido a sus alumnos de entre 9 y 11 años que explicaran lo que vivieron durante la razia que redujo a cenizas las chabolas de 500 personas.

Muchos de ellos asistieron a los asaltos, vieron el humo y las llamas, aplaudieron la fuga de los gitanos. Hoy, todavía, algunos aprueban los hechos.

"Yo pienso que los napolitanos hicimos bien echándolos de aquí". "Para echarlos tuvimos que incendiar sus campamentos". "Una cosa que querría subrayar, no somos racistas, es que ellos se han pasado de la raya". "Porque parece que los niños que roban los usan para pedir limosna, o se los venden a parejas sin hijos, o para trasplantes de órganos".

Giuseppe, Ugo, Francesco, Simona. Son el futuro del país. Uno de ellos dibuja las llamas a lo lejos y escribe en letras mayúsculas. "Nos hemos equivocado. Ayudémosles".

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