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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sus actos y sus objetivos

Deslegitimar a ETA pasa por rechazar los votos de su brazo político y desmarcarse de sus fines

El 11 de diciembre de 1987, 11 personas, cinco de ellas niñas de entre 3 y 12 años, fueron asesinadas por ETA en el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza; 20 años después, la banda quiso repetir ayer la matanza colocando una bomba junto a la casa cuartel de Legutiano (Álava), en cuyo interior dormían 29 personas, guardias y familiares, entre los que había cinco niños. Juan Manuel Piñuel, que estaba de guardia, resultó muerto y otros cuatro agentes heridos.

El objetivo del atentado de Zaragoza fue, según documentación posteriormente intervenida, advertir al Gobierno de que los contactos previos a una posible negociación iban por mal camino. Cualquiera que sea el objetivo que los jefes etarras atribuyan al crimen de ayer, Gobierno y oposición escenificaron gestos de unidad y firmeza contra las pretensiones de la banda. El portavoz del PNV en el Congreso consideró ofensivo que alguien pueda pensar que existe la más mínima coincidencia de su partido con ETA y los que la apoyan. Los dos obispos de Bilbao, en términos similares a los empleados hace pocos días por Josu Jon Imaz, llamaron a que todos los ciudadanos contribuyan a deslegitimar a ETA, "no sólo en sus acciones, sino también en sus objetivos".

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El atentado se produce a seis días del encuentro entre Ibarretxe y Zapatero, en el que el lehendakari presentará la última versión de su propuesta soberanista, a la que considera la llave para que ETA acepte negociar su retirada definitiva. De entrada, el atentado destruye las especulaciones sobre una tregua tácita hasta el pleno del Parlamento vasco en que el lehendakari -que en su día condicionó la consulta a la "ausencia de violencia"- pida autorización para convocarla. El ex dirigente de Herri Batasuna Txema Montero, ahora próximo al PNV, recomendaba recientemente aplazar las "grandes decisiones" políticas al fin del terrorismo, como mínima garantía de igualdad entre amenazados y libres de amenaza.

ETA lleva años alardeando de que un objetivo logrado gracias a la lucha armada ha sido conseguir que el PNV abandone sus planteamientos autonomistas para abrazar los soberanistas que antes defendía la izquierda abertzale en solitario. Otegi también sostiene esa idea en su libro de 2005. Por eso resulta difícil de creer que el documento que Ibarretxe presentará el martes a Zapatero, en el que se asume lo hablado en Loiola para tratar de evitar la ruptura de la tregua, pueda servir, una vez rota, para deslegitimar a ETA y convencer a la izquierda abertzale de la inutilidad de la violencia.

Deslegitimar a ETA y a quienes la amparan significa, por ejemplo, rechazar expresamente los votos de EHAK para obtener la mayoría que necesita Ibarretxe para seguir su ruta; pero el lehendakari se abstuvo de plantearlo ayer en su condena del atentado. Su reproche central a ETA fue que sea un "estorbo" para los fines de quienes "queremos profundizar en nuestra identidad como pueblo".

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