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Columna
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Literalmente

Los del programa ¿Dónde estás corazón? se dedican al actor Andrés Pajares, que parece que causó desperfectos en una habitación del hotel Arts. Por eso desde el plató dan paso a un ser humano reportero situado en la puerta del establecimiento en cuestión. El ser no tiene a su lado a ningún testigo presencial, ni al jefe de mantenimiento, ni siquiera al botones. Está solo en la puerta, tratando de "informar". Pero pronto está todo dicho. Si hubiese algún detalle sabroso de última hora, los del plató ya lo habrían explicado, no le dejarían la gloria a él. Y a pesar de todo, el ser humano quiere hacernos comprender que ha valido la pena enviarle hasta esa puerta. Por eso, en un momento dado, dice dominado por la maravilla: "Andrés Pajares destrozó literalmente la habitación del hotel Arts".

¿Hay diferencia entre decir que la destrozó y decir que la destrozó literalmente?

Ya cansa lo del "literalmente". Es más, incluso el reportero podría decir que el "literalmente" literalmente cansa. ¿Hay diferencia entre decir que la destrozó y decir que la destrozó literalmente? Pero literalmente es una palabra muy bonita y el reportero seguro que podrá usarla algún día con propiedad. Por ejemplo, cuando tenga que explicarnos -desde la puerta del aparcamiento de Pajares- que el actor "destrozó el corazón de su hijo Andresito". En este caso el "literalmente" dará una información precisa. Si lo hizo literalmente, significará que le habrá fileteado el órgano con una navaja de Albacete. Si no lo hizo literalmente, significará que le ha confesado que nunca le ha querido y que se alegró cuando le confundieron con el asesino de Versace.

Y cuando nos diga, es otro suponer, que "Andrés Pajares está quemado", también será lógico que añada el "literalmente". No es lo mismo estar quemado en sentido figurado que sufrir quemaduras de segundo grado por haber tomado el sol en la playa. Y hasta hará falta el "literalmente" si el reportero nos revela que Andrés Pajares se ha comido a besos a una de sus ex mujeres. Si se la comió "literalmente", entenderemos que la ha deglutido y que pronto habrá que hacer un programa especial con el reportero desplazado hasta el portal de la casa de la difunta.

Porque esta es otra. Lo de desplazar al reportero al lugar más cercano, aunque ese lugar no aporte nada, es algo cada vez más extendido entre las televisiones y que a veces llega a extremos cómicos. El sistema sigue la tradición de ese gran periódico que fue El Caso. Cuando, por ejemplo, se producía un crimen (de lesa humanidad) en el piso tercero segunda del número tal de la calle cual, la vecina del segundo segunda, generosa, abría las puertas de su casa, enseñaba el comedor y decía: "Si ahora hiciésemos un agujero en mi techo, iríamos a dar justo en el lugar del crimen".

Puestos a no informar desde el lugar exacto de los hechos, ¿tiene más valor informar desde la puerta del hotel Arts que desde la Puerta del Sol? Parece que sí. (Recuerdo que cuando trabajaba en los servicios informativos de una emisora de radio catalana, era habitual conectar telefónicamente con el enviado especial en Colombia, Trinidad y Tobago o Madagascar. Pero en realidad, por falta de presupuesto, el reportero estaba desplazado en el estudio de al lado.) A propósito de esto, les diré que en el gran canal televisivo Intereconomía, el otro día daban cuenta de la historia de Josef Fritzl, el austriaco que tuvo encerrada a su hija en el sótano durante 24 años. Como no tenían corresponsal en Austria, decidieron que la corresponsal en Alemania serviría para la ocasión. Y en efecto, desde Berlín, una periodista explicaba los detalles de los sucesos de Austria. ¿Por qué? Porque Berlín está algo más cerca de Amstetten que Barcelona. Es evidente que desde Alemania se palpa más la noticia (se palpa "literalmente"). Por lo tanto, informar desde allí es mucho mejor que hacerlo desde más lejos. Siguiendo esta lógica, si un día tienen que informar de algún hecho ocurrido en Madrid y no tienen un corresponsal allí, enviarán una unidad móvil a L'Hospitalet, que está más cerca.

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