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Nosotras somos las 'mamá dinero'

Las remesas constituyen una de las principales fuentes de divisas de Rumania, Marruecos y de América Latina, por encima de los flujos de inversión extranjera, y crecen a fuerte ritmo porque hay personas, como Luz María, que siguen abandonando sus países movidas por la desesperanza y en busca de una vida mejor.

El primer destino de los 7.500 millones de euros es el consumo, en torno al 55%, y el resto, se destina a la vivienda y el ahorro. Los 400 euros de Luz Marina, descontados de un salario de 900, garantizaron los estudios y los gastos de sus hijos en Colombia, pero se hartó del egoísmo de los chavales y a partir de diciembre redujo la cuantía: "Sólo les preocupa si les he mandado la platica (dinero) y nunca cómo estoy yo. Aprendieron a vivir sin mí. Es terrible. Ahora sólo les envío los gastos de colegio para que sepan que me duele", afirma con pena.

La ecuatoriana Sandra, empleada doméstica, de 34 años, tiene una hija de 15, que le agradece mucho el estipendio mensual que ella le envía desde España. Pero la adolescente se considera vinculada sentimentalmente a la abuela, que la cuidó desde que Sandra emigrase a Estados Unidos cuando la cría tenía dos años. Sandra vivió 10 años en Las Vegas, donde llegó a regentar una cadena de lavanderías.

Al regresar a Guayaquil, tras romper con el marido, su hija la miraba casi como una extraña. La relación mejoró un poco cuando la madre decidió cambiar de residencia y trasladarse a España hace dos años. "Me dice que me agradece mucho lo que estoy haciendo para garantizarle un futuro, pero que no quiere venir aquí. Las mamás como yo somos las mamá dinero. Tenemos lo que nos hemos buscado. Es duro", se lamenta Sandra entre suspiros.

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