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ELECCIONES 2008 | Campaña electoral
Columna
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Lencería fina

Amigo lector, te supongo bañando en el rico caldo de la campaña con tanto cara cara (que puede salir cruz) y con tanta ceja y niña, y no hablo del ojo, claro. Así que, por si andas algo cansado de tanto eslogan y de tanto rifirrafe y te salen las promesas electorales por las orejas y las necesidades del día a día por los poros, me gustaría hablarte de lencería, que es un tema de lo más interior, por no decir picante. Sobre todo si se trata de lencería, digamos, política.

Aquí en Guipúzcoa andamos revolucionados con unas prendas que han desaparecido del museo Balenciaga. No, presuntamente no, han desaparecido; lo presunto está en si fueron regaladas por el ex alcalde de Getaria a las esposas de ciertos ediles también de su partido, el PNV. Evidentemente no estamos hablando de unas prendas cualesquiera sino de trapos diseñados por el célebre modisto que da nombre a un museo que, por el momento, no exhibe más que escándalos. Éste de la desaparición de pañuelos, guantes y láminas con 139 dibujos o diseños preparatorios de prendas se une a la desaparición de mucho dinero (presumiblemente por amor entre el arquitecto y quien encargó la obra, dicen). Lo reconozco, el dinero guarda alguna relación con el quedarse en bragas (cuando a uno se lo quitan) pero hasta ahora no he mostrado -¡huy!- nada relacionado con ellas ni con calzoncillos o cosas así, que es lo que entendemos por lencería. Que no cunda el pánico, porque también se han volatilizado del museo en cuestión unas medias de nylon cedidas nada menos que por el Met de Nueva York, con lo que el escándalo adquiere proporciones internacionales además de internas, ¿o no son las medias unas prendas de interior?

Pido el voto para el candidato que tenga la osadía de recuperar los objetos de Balenciaga

Hombre, la desaparición de las medias podría guardar alguna relación con el fetichismo u otros jueguecitos sexuales. Al menos, si esto fuese Inglaterra, donde no faltan políticos a los que les han pillado con unas puestas. Pero como esto es Euskadi, aquí no pasa nada. Todavía está en la memoria de muchos la dimisión forzada de Pilar Miró como directora de RTVE a causa de haberse comprado unas prendas, no faltó quien dijo que incluso de lencería, a cargo del ente público.

Pues bien, aquí somos muchísimo más serios y aunque le pillen a un político, o así, con liguero, corpiño o las medias del Met, seguro que no pasa nada. Porque tenemos una mente sana y no una mente corrupta, es decir, experta en corruptelas. Conque tranquilos, queridos lectores. Aunque el modisto Balenciaga esté dando patadas en su tumba y apareciéndose a distintos médiums (y medios) para decirles que no desea un museo erigido bajo semejantes auspicios, seguiremos adelante y hasta nos equivocaremos con el cambio para perder una millonada en dólares en otros museos, aunque sólo sea para demostrar que la ciudadanía traga con eso y con mucho más.

Desde aquí pido el voto para el candidato que tenga la osadía de recuperar los objetos de Balenciaga, incluyendo las medias. No, no hace falta que se presente con ellas puestas, sino que las muestre como el triunfo del Estado de Derecho sobre quienes están dispuestos a hacer la vista gorda ante lo que parece más que un robo de guante blanco. En cuanto al culpable, que se le exhiba en calcetines. Unos buenos calcetines con tomates que muestren que se aprovechó de su cargo para delinquir. Digo, para aprovecharse del cargo a medias...

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