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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Riqueza en la diferencia

Mediado su ecuador, el Festival ofreció dos espectáculos que presentados en días consecutivos constituyen una muestra sólida del baile de mujer de las últimas décadas. En primer lugar, la gala Mujeres, que reunía -además de tres generaciones- tres distintas concepciones estéticas de la danza. La cuarta llegaría con Santo y seña, la función en la que Eva Yerbabuena reúne bailes y coreografías de sus espectáculos anteriores.

Ideada en torno a Merche Esmeralda, en Mujeres la excelencia (y la diferencia) estaban garantizadas en las piezas en solitario que cada una de las artistas protagonizaba. Belén Maya lo hizo por tangos con una exposición de formas renovadas y atrevidas, pero sin que el atrevimiento formal menoscabase un ápice de su flamencura. Merche recreó su espléndido y clasicista baile por soleá, cumbre de toda una escuela en la que reina la suntuosidad del braceo y del escorzo.

XII Festival de Jerez

Mujeres. Merche Esmeralda, Belén Maya, Rocío Molina. Teatro Villamarta, 29 de febrero.

Santo y seña. Eva Yerbabuena Ballet Flamenco. Teatro Villamarta,

1 de marzo.

Rocío Molina, por su parte, eligió la profundidad de la seguiriya para mostrar su fuerza y su desparpajo en el tránsito entre lo clásico y lo neoclásico.

Cruces a dos

Pero el reto de la obra quizás estribase en los cruces que entre ellas efectuaron en los pasos a dos. El que firmaron Merche y Rocío, sobre granaína y jabera, enfrentaba no sólo dos edades, sino dos físicos claramente desiguales.

El otro paso a dos reunió a Belén con Rocío. Sobre la base de unos viejos romances que también perseguían la diferencia, las dos bailaoras construyeron una danza seductora, una dinámica secuencia de figuras que convergían y se separaban sin que se difuminara su armonía.Ya al final, las tres protagonistas se reunirían en una jugosa coreografía sobre el cante de los caracoles.

Yerbabuena se ofreció en estado puro, sin más argumentos que los de su baile, su Santo y seña. Eva firmó cuatro bailes con entidad propia, sabiendo poner distancia entre uno y otro y desplegando en cada uno de ellos un distinto repertorio de gustos y saberes. Juguetón y sabroso el mirabás con bata de cola; rumbosos y femeninos los tientos-tangos; y, desde la seguiriya inicial a la soleá y bulería final, una bailaora dejándose empapar e inspirar por la música y el excelente cante que la llevaba. Y la inspiración no tuvo límites.

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