Cuatro días en la vibrante Sidney
La bahía y otros puntos de atracción en la ciudad australiana
Aunque Sidney es siempre uno de los destinos obligados de un viaje a Australia, el especial encanto de la ciudad justificaría por sí solo el hecho de cruzarse medio mundo para conocerla. Ésta es la rápida crónica de cuatro días pasados en Sidney.
DÍA 1
Después de casi 21 horas de viaje desde Madrid, llegamos, por fin, a Sidney. Decidimos alojarnos en las inmediaciones de la zona portuaria del Circular Quay para poder tener todo a mano: los principales medios de transporte (autobuses, ferrys); el centro de la vida social, gastronómica y nocturna de la ciudad, y, sobre todo, sus iconos (la Ópera, el puente del puerto, el jardín botánico...).
21 horas de avión y una ciudad de gente amable y cosmopolita. Con un símbolo imbatible: el edificio de la Ópera, obra maestra del arquitecto danés Jorn Utzon y un hito en el arte del siglo XX.
En cuanto a los hoteles, hay muchos y buenos. La mayoría con fantásticas vistas sobre la bahía. El Intercontinental es una opción moderada. Y para disfrutar de las mejores panorámicas, conviene pedir las habitaciones de las plantas más elevadas (25ª a 30ª).
Este primer día, como vamos un poco justos de tiempo, decidimos comer en uno de los restaurantes de Circular Quay. El Outback, por ejemplo, es un italiano rápido y económico. Por cierto, la vida en Sidney, y en general en Australia, es algo más cara que en España, un 20% más o menos. Un dólar australiano equivale a 0,64 euros.
Siguiendo el paseo marítimo, vamos bordeando el puerto hasta la base del puente del puerto o Harbour Bridge, desde donde se contemplan espectaculares vistas de la Ópera. Cerca de allí tomamos el monorraíl elevado, que recorre parte de la ciudad y nos deja en el Barrio Chino. En Liverpool Street paseamos por la pequeña manzana española, en la que hay locales de clara resonancia hispana, como la Casa Española, un restaurante asturiano, un bar de tapas... De regreso al hotel, recorriendo George Street, pasamos por delante de los lujosos almacenes Victoria hasta llegar a Darling Harbour, un puerto deportivo repleto de terrazas, restaurantes y locales de copas. Un sitio perfecto para cenar al aire libre unas magníficas ostras y pescado, acompañados de una cascate bien fría (la mejor cerveza de Tasmania) o un buen blanco seco.
DÍA 2
El plan de hoy es desayunar muy temprano y tomar el ferry hacia una de las playas más famosas y concurridas de la bahía, la de Manly. Después de pasear por la playa y encaramarnos a sus espectaculares acantilados, comemos en uno de los muchos restaurantes del paseo marítimo. Más tarde, y para aprovechar el tique de día (day tripper) -cuesta 14 dólares (9 euros) y te permite tomar cualquier ferry, en cualquier dirección-, nos dirigimos a Darling Harbour, para visitar el famoso acuario. Con sus singulares piscinas elevadas, que producen la sensación de ver la fauna marina desde el fondo del mar, el acuario resulta espectacular por la riqueza y belleza de sus peces y corales. Cena en el Fish at the Rocks, un delicioso bistrot con mucho sabor y magnífica comida.
Paseo hacia el hotel por el barrio de The Rocks, que en su día albergó el primer asentamiento colonial de la ciudad. Hoy conserva sus primitivas casas de ladrillo rojo y se ha convertido en un laberinto de callejuelas y rincones repletos de coquetos restaurantes y tiendas.
DÍA 3
Para tener una idea de cómo es la ciudad, nada mejor que verla desde las alturas; y para ello se puede alquilar un helicóptero o subir a la Sidney Tower, un pirulí de 305 metros (la mayor altura de la ciudad) y una visión de 360 grados. Otra alternativa es escalar el puente del puerto (Harbour Bridge), que con sus 500 metros de longitud y sus 137 de altura es una espléndida atalaya desde la que contemplar todo Sidney. Comemos en The Rocks Teppanyaki. Sabrosa cocina japonesa, preparada delante del comensal. A primera hora de la tarde nos vamos de compras a Paddington y Oxford Street. Para las más jóvenes son inevitables los jeans Utech y las botas Ugg, que se han hecho famosas en todo el mundo desde que las lucieran Cameron Díaz, Nicole Kidman y otras famosas.
Ya en la Opera House, comprobamos que el montaje del Barbero de Sevilla no es de los mejores que puedan verse. No obstante, es obligado visitar también por dentro el mítico edificio (1957-1973), uno de los hitos de la historia constructiva del siglo XX.
DÍA 4
Después de llevar un par de días en Sidney, uno se hace plenamente consciente de lo excepcionalmente bella, vivible, acogedora, cómoda, moderna y apetecible que resulta esta ciudad. Sidney y sus habitantes son cosmopolitas, abiertos, cultos, civilizados, creativos, deportistas, alegres, hedonistas... También te percatas de que, por encima de todos sus atractivos iconos urbanos, en la ciudad sobresale el omnipresente edificio de la ópera. Hoy, 35 años desde su construcción; después de las muchas polémicas que suscitó en su momento; después de sus inmensas desviaciones presupuestarias; después y pese a los enormes cabreos de John Utzon, el genial arquitecto danés que lo imaginó y que se negó a firmar como autor, y a volver a Australia, por las modificaciones que introdujeron en el diseño original... Hoy, después de todo aquello, la Opera House es no sólo la seña de identidad de una ciudad, sino el símbolo de toda una nación.
La Opera House es como una gran y hermosa vedette que se luce en la enorme pasarela que le ofrece la ciudad, al final de su paseo marítimo. En su privilegiado escenario se muestra sublime y misteriosa desde cualquier ángulo y a cualquier hora del día o de la noche. Enigmática al amanecer, deslumbrante a pleno día, cautivadora entre dos luces y majestuosa al anochecer.
Hoy, jornada festiva-cultural. Para empezar, visita al Museo de Arte de Nueva Gales del Sur, con una rica muestra de la cultura aborigen e infinidad de piezas del arte internacional. En George Street vemos el Museo de Arte Contemporáneo, el más importante de Australia, con una espléndida colección de las principales tendencias artísticas de la segunda parte del siglo XX.
En menos de 20 minutos en taxi estamos en Bondi Beach. Un paraíso del surf. El aperitivo y la comida en el Icebergs Bar, uno de los mejores restaurantes del país, con un exquisito ambiente minimalista y con las mejores vistas sobre la famosa playa. La tarde la dedicamos a las compras más genuinamente australianas. La gabardina Driza-Bone, el sombrero Akubra, algunos ópalos y, aunque sólo sea para verlas, las perlas australianas de Paspaley Pearls.
Como colofón gastronómico a nuestra estancia en Sidney, cena en Tetsuya's, el que pasa por ser uno de los 10 mejores restaurantes del mundo. La experiencia nos decepciona bastante, pues de la larga lista de platos que componen el menú, muy pocos nos parecieron excepcionales. Decididamente, nos quedamos con el Aria (al lado mismo de la ópera) y el Icebergs Bar. Terminamos la noche en dos de los sitios más cool del momento australiano, el Establishment y el Cruise Bar.
GUÍA PRÁCTICA
Datos básicosPrefijo Telefónico: 00 61 2.- Moneda: Dólar Australiano(Un Dólar Equivale A Unos 0,64 Euros).- Situación: Sidney se encuentraal sureste de Australia, a orillasde la bahía de Jackson.Es la ciudad más poblada del país,con unos 4.250.000 habitantesCómo ir- Iberia (902 40 05 00; www.iberia.com) vuela a Sidney vía Francfort y Londres. Ida y vuelta, con cargos incluidos, a partir de 1.213 euros.- British Airways (902 11 13 33; (www.britishairways.es) vuela a Sidney, vía Londres, desde 1.201 euros, cargos incluidos.Dormir- Hotel Intercontinental Sidney (92 53 90 00; central en España, 900 98 31 77; www.sydney.intercontinental.com).La habitación doble, desde 240 euros.- Australia cuenta con una magnífica red de albergues: www.yha.org.au; www.hostelbooking.com; www.nomads-backpackers.com.Información- Ópera de Sidney (92 50 71 11; www.sydneyoperahouse.com).Tiene un excelente buscador de espectáculos en su web. - The Royal Botanic Gardens(92 31 81 11; www.rbgsyd.nsw.gov.au).- Embajada australiana en Madrid (913 53 66 00; www.spain.embassy.gov.au).
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