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Reportaje:

25 días de rock y moteles rumbo a California

De Nueva York a Los Ángeles, a través de las Montañas Rocosas

Fernando Gualdoni

La imagen de un descapotable que se aleja por una carretera infinita al ritmo del rock es una de las más populares de innumerables filmes, novelas y canciones estadounidenses. La escena está cargada de libertad, rebeldía, aventura y... ¡caramba! ¿Será por la influencia del cine o la música por la que este viaje produce un subidón considerable? Vale la pena vivirlo si se puede. El carísimo alquiler del descapotable bien puede reemplazarse por un no tan sexy pero fiable coche japonés, la música está en las emisoras y todas las carreteras son muy buenas y gratuitas -excepto las autopistas de peaje, que se pueden utilizar si se va muy escaso de tiempo-.

En este año de 2007 que acaba había al menos dos razones para hacer este viaje, el 50º aniversario de la novela En el camino, de Jack Kerouac (aunque no siguiendo la Ruta 66, de la que sólo quedan vestigios), y la fortaleza del euro frente al dólar, que lo abarata todo. La primera razón es puramente romántica y la segunda es la verdaderamente importante y la que, con bastante probabilidad, siga vigente en 2008.

En las oficinas de turismo, atendidas por voluntarios, se puede hallar toda la información sobre lo que se puede visitar. Allí se encuentra algo clave en el viaje: las revistas con cupones de descuento para los hoteles
En el pueblo de Winterset, en Iowa, nació John Wayne hace 100 años y se filmó 'Los puentes de Madison'. Los seis puentes están en los alrededores y todos pueden visitarse
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"Siempre quise ir a L.A."

Lo único que se pretende en este reportaje es alentar a los viajeros a surcar la inmensidad estadounidense. No va el texto de vivencias personales ni es literario, sino de humildes recomendaciones para ahorrar algo de tiempo y dinero a la hora de cruzar Estados Unidos, de costa a costa, por carretera. En definitiva, consejos que se dan a los amigos. La idea es hacer el trayecto de Nueva York a Los Ángeles en 25 días sin estresarse demasiado y disfrutando lo más posible.

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Saliendo de la ciudad de Nueva York, el recorrido -que es sólo a modo de ejemplo- abarca los Estados de Connecticut, Massachusetts, roza el norte del de Nueva York y Pensilvania, Ohio, Indiana, Illinois, Iowa, Nebraska, Colorado, Wyoming, Utah, Nevada y California, entrando hacia San Francisco para después bajar por la espectacular ruta de costa del Pacífico hasta Los Ángeles, disfrutando de algún que otro día de playa. No hay intención de marcar a nadie un recorrido, pero resulta difícil resistir la tentación de recomendar algunas visitas que merecen especialmente la pena.

Mapa de carretera

El plan va de este a oeste por una razón muy sencilla: porque, a medida que se avanza, se ganan horas (hasta cuatro) que permiten muchas veces llegar con cierta tranquilidad a una ciudad después de haber conducido unas cuantas horas. El mejor mapa de carreteras es el Road Atlas de Rand McNally; es muy detallado y contiene los callejeros de muchas ciudades. En Estados Unidos no hace falta utilizar un GPS; la señalización es muy completa y sólo utiliza los puntos cardinales. No hay señales de tráfico, sino mensajes de tráfico que nos dicen qué podemos o no hacer. Es básicamente un sistema sin lagunas jurídicas: todo lo que no está expresamente prohibido está permitido.

Una vez decidida la ruta, es importante detenerse en la entrada de cada Estado en el Visitor Center (oficina de turismo). En esas oficinas, atendidas por voluntarios, se puede hallar toda la información sobre lo que se puede visitar. Allí se encuentra algo clave en el viaje: las revistas con cupones de descuento para los hoteles. Aparecen la localidad, los moteles que ofrecen descuentos y un mapa para localizarlos fácilmente. Se publican varias revistas de este tipo, y conviene hacerse con todas. Esta información es crucial para planificar cada día de carretera, sabiendo de antemano hasta dónde se quiere conducir y dónde nos conviene pernoctar. El precio que marca la revista es el que le darán en el motel elegido; no hay trucos.

De todas las cadenas de moteles, Days Inn es una de las mejores -por lo general, buen precio, limpieza y buena ubicación-. La cadena tiene un libro que indica la calidad de cada uno de sus establecimientos de la franquicia. Los Ramada Inn y Hampton Inn también están muy bien, aunque suelen tirar a caros, mientras que la mayoría de los Motel 6 o Super 8 son más baratos, pero se han quedado un poco anticuados.

Entre lunes y jueves

Todos los moteles visitados tenían conexión (muchos, inalámbrica) a Internet. A propósito de hoteles: en todas las ciudades, especialmente las grandes, como Chicago, San Francisco o Los Ángeles, el precio de las habitaciones se duplica los fines de semana, así que lo mejor es planear el viaje de tal modo que la visita a estas ciudades se haga entre el lunes y el jueves.

Respecto a los miles de excursiones que se ofrecen en esos centros de información... ¡Cuidado! Al parecer, cada pueblo estadounidense se precia de tener la no sé qué más grande del mundo, la más larga o la única; y muchas de esas promesas de ver la calabaza gigante o el cerdito saltarín terminan siendo decepcionantes y, para cuando uno se da cuenta, se ha salido del camino trazado varios kilómetros y ha perdido bastante tiempo. Ojo, por ejemplo, con las estaciones del servicio postal del pony express del Lejano Oeste, que todas se anuncian como únicas e irrepetibles. Si se quiere ver una, la que está en Gothenburg (Nebraska) sirve de muestra.

Se puede dormir en los innumerables moteles a lo largo de las carreteras o también intentar entrar a algún pueblo o ciudad. La diferencia es que, si se quedan al borde de la autopista, prácticamente lo único que podrán cenar es fast food, pero, si se adentran en un pueblo, tendrán la oportunidad de encontrar algún restaurante (diner) más auténtico y con comida que al menos parezca casera.

Para esto es recomendable llegar al sitio elegido entre las siete y ocho de la tarde, buscar el motel y de ahí al restaurante. En la América profunda, los establecimientos cierran temprano; en Salt Lake City, por ejemplo, a eso de las diez de la noche.

En las ciudades medianas, como puede ser Ithaca, en Nueva York, los moteles suelen situarse en las salidas de las carreteras comarcales. No busque alojamiento en el centro (downtown), porque le cobrarán el doble, cuando seguramente encontrará un motel en la periferia que le permita desplazarse fácilmente a los bares y restaurantes de comida "casera" del centro. A propósito, no crea que porque está en el Lejano Oeste un filete le va a salir tirado de precio; al contrario, son caros. Acostúmbrense a la hamburguesa.

Los precios de las gasolinas, aunque está en el país de la libre competencia, son muy parecidos en todas las grandes marcas (como en España). Sólo si encuentra una gasolinera de un 7 Eleven o alguna otra marca blanca -suelen estar ubicadas en el casco urbano-, notará la diferencia. Por último, jamás rebasen los límites de velocidad. Por las historias que uno va recogiendo por el camino, allí sí que generalmente pillan a todos, y los policías de carretera suelen ser muy amables pero poco pacientes.

Es difícil, tras un recorrido de 8.000 kilómetros, resistirse a compartir algunos de esos lugares que tal vez ni estén en las guías pero que merecen una visita. Arrancando desde el este y dejando Boston atrás, la carretera panorámica número 20 es maravillosa. Nueva Inglaterra en su esplendor, bella, rica y liberal. Cada pueblo es una joya, pero si no les viene mal, paren el coche en la céntrica plaza de Grafton, ciudad fundada en 1735 y clave en la revolución industrial estadounidense de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Un simple paseo viendo los edificios del Ayuntamiento, la biblioteca pública, el viejo hotel y la Iglesia bastan para imaginar la vida en la región fundacional de Estados Unidos.

Más hacia el oeste, casi llegando al Estado de Nueva York, la ciudad de Lenox emerge como un centro de esquí que posee un pequeño aeropuerto para los jets privados de las grandes fortunas de la costa este. Exclusivo y caro, un escenario ideal para filmar en la montaña una de esas series de adolescentes ricos tipo Sensación de vivir, The OC o la nueva Gossip Girl. Todo lo contrario es la neoyorquina Ithaca, reconocida como una de las urbes culturalmente más liberales del país, muy hippy y llena de vida gracias a la Universidad de Cornell. Hay cafés y restaurantes propiedad de comunidades de jóvenes y tiene un agradable paseo junto al lago Cayuga.

Azul y rojo

Cuando se dejan atrás los Estados de Nueva York y Pensilvania y el coche se adentra en Ohio, comienza otro país, un Estados Unidos industrial y comercial, muy próspero, pegado a los Grandes Lagos que va hasta la frontera con Iowa. El azul del Partido Demócrata comienza a dar paso al rojo del Republicano y se multiplican los símbolos patrios, así como las pegatinas en los coches que respaldan a las tropas de EE UU en Irak. Dejada atrás Chicago, una de las ciudades en que lo mejor es dejar el coche aparcado unos días y buscar un hotel en el centro, el rojo se intensifica a partir de Des Moines y se mantiene hasta California. A los símbolos nacionales se unen los religiosos más radicales. En las radios del Medio Oeste sólo sintonizarán a predicadores, música country y rock del viejo estilo: Kansas, America, Boston, Eagles, Jethro Tull, Blue Oyster Cult...

En las grandes planicies de millones de hectáreas de maíz, trigo y soja tienen una parada cinematográfica única: Winterset (Iowa). En este pueblo nació John Wayne hace 100 años y se filmó Los puentes de Madison. Los seis puentes están en los alrededores y todos pueden visitarse. También es posible comer en el Northside Café, ese en que Robert Kincaid (Clint Eastwood) entra a por un café y ofrece un asiento a su lado a Lucy Redfield (Michelle Benes), despreciada por adúltera en el pueblo. El café existe desde 1876, pero su apariencia es de los cincuenta.

Los dos parques naturales que destacan en el recorrido, el de Rocky Mountains (las Montañas Rocosas) y el de Yosemite, necesitan al menos de un día entero cada uno para hacer un buen recorrido. Lo mejor es llegar la noche antes a una ciudad próxima y encarar la visita bien temprano a la mañana siguiente.

A las puertas de las Rocky es recomendable alojarse en Fort Collins, ciudad universitaria, viva y bonita (tienen una pizza autóctona que es una maravilla). En el caso de Yosemite, hay tres opciones: una es quedarse en Reno, una mini-Las Vegas donde conviene tener cuidado si no se quiere perder en los casinos el dinero que se necesita para completar el viaje. La otra es Carson City, capital del Estado, menos juerguista y dotada de un pequeño centro histórico estilo película de vaqueros. La tercera posibilidad es la más cara: pernoctar en South Lake Tahoe, un pueblo californiano de segundas residencias de ricos de estilo alpino pegado a Nevada. Si no se duerme allí, vale la pena desviarse un poco de camino al parque natural para echar un vistazo al cristalino lago Tahoe.

Ya en San Francisco, en la soleada California, vuelven el olor a mar, las ciudades con comida multicultural y la música pop a la radio del coche. Hasta llegar aquí, se quedaron muchos sitios y momentos mágicos como una jornada de conducción bajo el cielo tormentoso en la inmensidad de Wyoming o atravesando la gran llanura salada de Utah. Pero todo no cabe en un reportaje, y mejor que sea así; cada uno tiene que descubrir sus lugares y retenerlos para sí. Estados Unidos se presta para hallar cientos de esos sitios especiales de la memoria.

En definitiva, un coche, un buen mapa y cupones de hoteles es todo lo que necesita para atravesar EE UU de costa a costa. Este viaje se hizo calculando un coste de unos setenta euros por día y por persona, incluyendo el motel, la gasolina de un turismo mediano, y comida y propinas (relevantes en EE UU), y excluyendo los billetes de avión, el alquiler del coche y entradas para museos, recuerdos y excentricidades varias. No se desanimen, hagan números, busquen gangas e inténtenlo, vale la pena. Buen viaje.

GUÍA PRÁCTICA

Cadenas hoteleras- Days Inn (www.daysinn.com).- Ramana Inn (www.ramada.com).- Hampton Inn (www.hamptoninn.com).- Motel 6 (www.motel6.com).- Super 8 (www.super8.com).Información- Gothenburg (www.ci.gothenburg.ne.us).- Ithaca (www.ci.ithaca.ny.us).- Grafton (www.grafton.il.us).- Chicago (www.gochicago.com).- Winterset (http://winterset.govoffice.com).- Reno (www.ci.reno.nv.us).- Fort Collins (www.ci.fort-collins.co.us).- Carson City (www.carson-city.nv.us; www.visitcarsoncity.com).- San Francisco (www.onlyinsanfrancisco.com).- Parques nacionales de Estados Unidos (www.nps.gov).- www.historic66.com.- www.usatourist.com/espanol.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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