Magnicidio en Pakistán
"A las 18.16 [hora local, cuatro menos en España], ella expiró", dijo ayer el doctor Abbas Hayat, profesor de Patología en el Hospital General de Rawalpindi, donde Benazir Bhutto falleció en un atentado poco después de participar en un mitin. "Arriesgo mi vida y vengo aquí porque siento que el país está en peligro", había clamado Bhutto.
GEORGINA HIGUERAS
La fe en la democracia en Pakistán y la sombra de la corrupción marcaron la vida de Bhutto
El asesinato ayer de Benazir Bhutto confirma los peores pronósticos para Pakistán. La violencia que acompaña la vida política desde la creación de ese país hace 60 años y a la que el general Pervez Musharraf quiso poner fin con su golpe de Estado de 1999, no ha hecho sino aumentar a resultas de su ambigua relación con los extremistas islámicos y de su empeño por perpetuarse en el poder.
Sentado sobre un volcán que puede llevarse por delante toda su estrategia contra el terrorismo y el radicalismo islámico, el presidente George Bush intentaba ayer responder, con más angustia que decisión, a la incertidumbre mundial por las consecuencias del asesinato de la ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto.
El presidente Nicolas Sarkozy, mientras prosigue en Egipto y el mar Rojo su viaje en compañía de Carla Bruni, es objeto de un fuego cruzado de críticas en París. Junto al Nilo, la pareja se ha comportado de acuerdo con las maneras de las estrellas del pop.
Las autoridades colombianas permanecen en alerta máxima ante la inminente liberación de tres rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que está prevista para hoy. La ciudad de Villavicencio, a 126 kilómetros de Bogotá, es el centro de operaciones escogido por el presidente venezolano, Hugo Chávez, que ha diseñado el plan en coordinación con la guerrilla.