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Sentencia histórica contra el terrorismo

Los condenados escenifican una bronca

La mayor parte de los condenados del caso Ekin escenificaron ayer un altercado, perfectamente coordinado y planificado, en el momento en el que la presidenta y magistrada ponente, Ángela Murillo, iba a iniciar la lectura del fallo. La que fuera subdirectora del diario Egin, Teresa Toda, condenada a nueve años de prisión por colaborar con ETA, miró hacia el habitáculo acristalado donde se encontraban 24 de los condenados y, tras un gesto de asentimiento mutuo, se puso de pie y dijo en voz alta: "No aceptamos esta sentencia. Esto es un juicio político".

La presidenta le ordenó callar, pero siguiendo la estrategia diseñada, todos los acusados de la pecera y la mayoría de los que estaban fuera del habitáculo se pusieron en pie y empezaron a alborotar y a golpear con los puños los cristales de la pecera, mientras los policías que les custodiaban trataban de reducir a los más alterados. Acto seguido, los acusados se pusieron a entonar el Eusko Gudariak (Himno del soldado vasco) y a dar gritos de "¡Gora Euskal Herria askatuta!" (viva el País Vasco libre), que fueron coreados inmediatamente por parte del público asistente, familiares y amigos de los condenados. Murillo ordenó entonces la expulsión de la sala de todos los alborotadores: condenados e invitados. "Señores del público, a la calle", dijo una policía, y todos salieron de mala gana, todavía recitando consignas.

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Sólo 10 de los acusados se mantuvieron en silencio y permanecieron en la sala. Entre ellos, el ex senador de Herri Batasuna José Luis Elkoro, condenado a 24 años de prisión pero en libertad provisional por motivos de salud.

Dentro quedaron también varios miembros de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que esperaban como agua de mayo la sentencia de ayer. "Éste es mi mejor regalo de Navidad, después de 22 años de no poder celebrarla. Hace 22 años ETA asesinó a mi padre y llevo todo este tiempo viendo a esa chusma paseándose por las calles del País Vasco. Por fin van a ir a la cárcel. Ellos no disparan, pero también matan", decía entre lágrimas María Pilar Díaz, hija de Máximo Díaz, policía asesinado en San Sebastián de un tiro en la sien el 22 de mayo de 1985.

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